“Somos la mejor solución para resolver la vida del pueblo brasileño”, así se expresó, a través de su cuenta twitter, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula Da Silva; con un mensaje calmado, racional y conocedor de la fortaleza obtenida en el cierre de una jornada electoral donde más de 156 millones de electores y electoras estaban citados para ser parte de las elecciones generales.
Considerando la elección presidencial lógicamente, la polarización entre los candidatos Lula da Silva y Jair Bolsonaro se presentó como variable que permaneció inalterable al observar los sondeos previos. Sin embargo, la cantidad de votos obtenida por el actual presidente de Brasil, es digna de un análisis profundo; teniendo en cuenta las orientaciones y disposiciones políticas de un personaje de abierta extrema derecha, dejaron pálidas a las diversas encuestadoras que vaticinaban una votación de 36% a 38%.
Jair Bolsonaro obtuvo 43% al final de la primera vuelta, dejando abierta la elección para el venidero 30 de octubre; sin tener certeza de si esta votación es su techo, es decir, si no crecerá mucho más al punto de ganar la elección, o si, por el contrario, es una gran posibilidad para revertir su derrota en el primer turno de este domingo.
En el caso de Lula Da Silva, él ha logrado más de 48% de votos, con una diferencia de seis millones sobre Bolsonaro; y aunque quedó a poco de ganar en la primera vuelta, cerró la noche en crecimiento electoral; consolidando un buen piso político para el 30 de octubre.
Todo ello incluso saliendo al paso de una severa campaña de demonización que ha caracterizado las pugnas electorales recientes en casi toda América Latina, a pesar del fracaso sistemático que debemos considerar en el trabajo político, de gestión, de gobierno; de la ola de derecha que se sostuvo durante estos últimos cinco años en el continente.
Casi ningún presidente o factor político asociado ha sobrevivido electoralmente con todo y la demonización de la izquierda como opción de gobierno y factor de poder, siendo todo este entramado parte de la acción de Washington para preservar su condición de dominio en un continente que péndula entre gobiernos de derecha e izquierda.
Este resultado del domingo, estrecho en porcentaje de diferencia, tiene su expresión en un congreso que, quien asuma el Palacio de Planalto, tendrá que saber maniobrar. En el caso de Lula la mayoría predominantemente conservadora de su integración le generará desafíos por saldar para hacer avanzar su propuesta política.
En este aspecto parecen centrarse las reales posibilidades de afirmar la victoria de primera vuelta. Lula Da Silva cuenta con mayor experiencia política y capacidad negociadora para amasar los votos que necesitaría para conseguir una ventaja que le otorgue la victoria, en cambio Jair Bolsonaro parece no poseer las mismas habilidades.
De hecho, su ejercicio de gobierno le caracterizó por sumar voluntades en el proceso político de transformaciones que al día de hoy anhela un pueblo brasileño golpeado en crecimiento de la pobreza, baja del poder adquisitivo y desafíos de una economía que sufre los estragos propios de la pandemia covid19 y ahora en conflicto en Europa del Este, con ribetes peligrosos para la paz mundial.
Tal elemento, esa capacidad de sumar voluntades y maniobrar circunstancias complejas, será vital para captar los más de diez millones de votos que han obtenido los demás candidatos, lo cual entre otras cosas depende mucho de las posturas de Simone Tebet o Ciro Gómez, tercero y cuarto en la elección, sin que un apoyo tácito a alguna opción signifique necesariamente sumatorias de votos automática, cosa que no sucede en ningún caso estudiado donde ocurren segundas vueltas electorales.
Territorialmente, hay dos elementos adicionales. Los estados donde han resultado electos gobernadores en primera vuelta, ahora se enfocarán en todo su trabajo político y logístico para la segunda vuelta presidencial. En este caso Sao Paulo, estado con mayor cantidad de electores, va a segunda vuelta en la elección de gobernador y concentra la atención principal ya que allí va por el PT, Fernando Haddad, ex candidato presidencial en 2018.
En el caso del segundo estado con mayor población electoral, Minas Gerais, el Gobernador electo en primera vuelta, Romeu Zema, no contó con apoyos de los dos candidatos presidenciales, cuestión natural en el carácter federativo de Brasil con fuertes partidos y alianzas políticas regionales más allá de la perspectiva nacional.
De hecho, los candidatos de Lula y Bolsonaro quedaron en segundo y tercer lugar. A esperas de saber a quién podría sumar sus apoyos el nuevo gobernador, se concentra con fuerza el trabajo político en un estado clave, al punto que todos los candidatos que en primera vuelta presidencial han ganado acá, culminan haciéndose con la victoria en segunda vuelta. Siguiendo este histórico, Lula Da Silva terminaría alzándose con la victoria ya que ganó el domingo en dicho estado.
Es evidente el giro copernicano que tendría la región con la victoria del candidato del Partido de los Trabajadores. Existen dos grandes elementos de propuesta política en este sentido, siendo el primer factor la configuración de una moneda regional de intercambio financiero y comercial para América Latina, lo cual puede fortalecer la unión en la agenda de trabajo propia de un continente afectado en líneas generales por las consecuencias de la pandemia.
De segundo la consolidación de un territorio de paz, una zona de paz en América Latina en medio de una situación de creciente conflicto mundial que no parece tener freno en su escalada, resultando fundamental consolidar una alianza de trabajo que solidifique esta propuesta con dos actores importantes como los Estados Unidos Mexicanos y su área de influencia centroamericana, así como la República Bolivariana de Venezuela y su reserva de petróleo principal en el planeta.
A la hora de adelantar algún pronóstico, como lo hicimos en Colombia, será cuesta arriba para Bolsonaro lograr igualar y pasar la diferencia en votos que ya Lula Da Silva tiene, más cuando es de considerar que debe haber una sumatoria adicional de votos para el candidato del PT.
Lula debe alzarse con el triunfo y asumir próximamente el Palacio de Planalto.