No sabemos si las imágenes que, viralizadas a través de las redes sociales, muestran a Joe Biden, presidente de Estados Unidos, perdido en el espacio y el tiempo son una estrategia de mercadeo de alguna de las muchas agencias publicitarias-noticiosas-de inteligencia que, día a día, allanan los caminos de la conciencia colectiva de la humanidad al imperio del norte.
Tal vez si, tal vez no. Quizás se nos quiera vender vídeos en los que aparece un abuelito, un tanto frágil mental y físicamente, incapaz de pisar una hormiga y matar una mosca y menos de apretar el botoncito ese que suelta los misiles apocalípticos.
Un viejito tan bueno, pero tan bueno, que decide sacar de las cárceles a un montón de gente presa por comerciar o consumir marihuana —casualmente— a pocos días de que se realicen procesos electorales en algunos estados de su país. Y tan amante de la unidad familiar, que se niega a dejar que le aparten de su lado a su hijito, Hunter: el mismo que acumula escándalos con prostitutas, armas y drogas (también por videos y redes sociales) y denuncias por actos de corrupción, casualmente en Ucrania, mucho antes de la guerra con Rusia.
Mientras Biden simula que gobierna o desgobierna, su vicepresidenta, Kamala Harris, de quien alguna vez se esperó que sirviera de salvavidas generacional de lo establecido, ha resultado más gris que el mismo Joe cuando hizo el papel de segundo de Barack Obama. Paralelamente los ciudadanos de a pie de esa nación padecen los rigores de la inflación, desempleo, pobreza, inseguridad, pérdida de sus derechos a la salud y vivienda. En contraste, los ricos se han hecho más ricos; especialmente durante la aparición de la Covid-19.
¿Quién manda en Estados Unidos? Ante un mandatario que confunde presente y pasado, que no encuentra el camino a su oficina; y no atina a resolver los cada vez más graves problemas económicos, políticos y sociales de su país; el caos surge, como un fantasma, en los pasillos de la Casa Blanca.
En tanto Donald Trump sobrevuela como un buitre, en espera de que no prospere ninguna de las causas legales que tiene en su contra. Sin duda quiere candidatearse para las elecciones presidenciales de 2024. Sueña con la revancha, con una nueva oportunidad para regresar al salón oval. Lo mueve su infinito ego y una enorme sed de venganza.