Por: Martín Pulgar
“Estamos ya en una Tercera Guerra Mundial, pero con características distintas a las dos anteriores. Es una guerra multidimensional con muchísimos escenarios de confrontación, entre los que el militar es apenas uno de ellos, y quizá no el más importante”, expresó el politólogo Martín Pulgar, máster en Filosofía de la Guerra.
Entre los otros campos de batalla destacan el de la guerra comercial, en el cual se aplican las armas de las medidas coercitivas unilaterales, las mal llamadas sanciones. Igualmente hay componentes diplomáticos y mediáticos. “Son diferentes vías de actuación que tienen vida propia, pero que tributan una a la otra y no de la misma forma en que lo hacían en guerras anteriores. Es una guerra distinta, multidimensional y civilizatoria porque; aunque la acción de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sea contra Rusia, tiene un alcance mayor, pues se trata de mantener una forma de dominación que los polos emergentes están cuestionando”, puntualizó.
Pulgar, egresado de la Universidad Central de Venezuela, considera que Estados Unidos y el llamado “Occidente Colectivo” ha aumentado en los últimos días su apuesta al conflicto en Ucrania, al declarar algunos de sus voceros fundamentales que “esta guerra no la pueden ganar los rusos”, lo que se ha traducido en el incremento de los aportes financieros, tecnológicos y militares.
“No todas las acciones que había planificado ese ‘Occidente Colectivo’ habían dado los resultados esperados, especialmente lo relativo a las sanciones contra Rusia porque este país demostró que estaba preparado para actuar y para acomodarse y reacomodarse ante las medidas sancionatorias —enfatizó—. No es que no sufrieran los efectos, pero no tuvieron el impacto calculado y, además, han sido un búmeran para Europa sobre todo, y también, en menor medida, para Estados Unidos”.
A su juicio, si bien algunas empresas estadounidenses de las ramas del armamento y los hidrocarburos han obtenido enormes ganancias con la guerra, no puede afirmarse que Estados Unidos, como nación, esté ganando la guerra, como algunos analistas opinan. “Europa es la gran perdedora y en particular Ucrania por ser el campo de batalla militar de la guerra”, acotó.
La siembra del odio y la banalidad nuclear
Entre los aspectos más graves de esta guerra y que tendrá efectos permanentes, Pulgar destaca la siembra de un odio hacia un tipo de seres humanos, en este caso la rusofobia, que recuerda mucho a lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial.
“Es una concepción nazifascista que sabíamos que existía, pero que creíamos que era controlable y minoritaria, pero que ahora luce fuera de control, aupada por uno de los factores de esta nueva guerra”, advirtió.
Consultado sobre la forma banal como se ha venido hablando en los últimos días sobre el posible uso de armas nucleares, el entrevistado expresó que “hay gente de cierto calibre e inteligencia que ha hablado con mucha ligereza sobre el uso de armas nucleares tácticas. Eso es absurdo porque si bien la tecnología ha avanzado a tal nivel que esas armas podrían ser menos contaminantes y hay una gran gama de ellas, lo que no se puede calcular nunca es cuál va a ser la reacción del país atacado con ellas”.
“Evidentemente hay, desde un principio, la intención de Estados Unidos de empujar a Rusia a que use algún tipo de arma nuclear y por eso es que se hace esta guerra que, en realidad, es entre la OTAN y Rusia, en el escenario de Ucrania. La idea es que, ante la supremacía de la OTAN en armamento convencional, Rusia se vea obligada a utilizar armas nucleares de tipo táctico, lo que legitimaría la aplicación de sanciones absolutas contra Rusia, sacarla del escenario mundial, al ser castigada por el mundo entero”, apuntó el politólogo.
Subrayó que el pedido de Ucrania de que la OTAN realice un “ataque nuclear preventivo” es una auténtica locura puesto que el sistema de armas nucleares estratégicas, las que tienen capacidad de generar un holocausto mundial, “se pueden disparar hasta solas en caso de un ataque que haga suponer una destrucción asegurada de Rusia y de sus mandos políticos y militares. La inteligencia artificial está programada para disparar hacia Europa y Estados Unidos”.
Ironizó diciendo que como el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, es un actor cómico, está desenvolviéndose en un escenario tan delicado como si estuviera en una película, en una fantasía. “Se ha sabido mercadear bien como figura de esta guerra, pero la verdad es que él no comanda ni toma decisiones, salvo algunas acciones tácticas. Las decisiones estratégicas se toman en Washington, Bruselas y Londres”.
Lo que viene
Respecto a lo que puede ocurrir en los próximos días, semanas y meses, Pulgar señaló que está abierta la controversia sobre si la OTAN se inclinará por participar abiertamente en el conflicto o si dejará sola a Ucrania.
“Esto va a depender de cómo evolucionen los otros aspectos de la guerra multidimensional. Hay una población europea que viene aumentando la intensidad de sus protestas en contra de la guerra y exigiendo que cese el envío de armas —señaló—. Esto podría impactar mucho, especialmente ahora, cuando está por llegar ‘el General Invierno’, que es el factor climático, esencial en el campo de batalla. Rusia tiene capacidades militares para actuar en estos escenarios fríos y tal vez a ello se deben sus repliegues tácticos y el hecho de que no haya usado sus capacidades militares plenas”.
Enfatizó que Rusia ha actuado con ponderación y ha evitado caer en provocaciones. “Hay una presión para que Estados Unidos se involucre más, como se evidencia en los ataques al reactor nuclear de Zaporiyia. La intención era repetir un escenario tipo Siria, donde Estados Unidos ha controlado un espacio con los kurdos sirios. Es decir, pretenden involucrarse en forma activa en el terreno a partir de algún error de cálculo que cometa Rusia”.