La victoria del candidato del Partido de los Trabajadores PT es una bocanada de aire fresco, en una región que necesita un liderazgo importante desde el gigante del Sur, para avanzar en los retos propios de uno de los continentes más desiguales del mundo, y que sufre los estragos de la pandemia COVID 19; sumada a la crisis fruto del conflicto en Europa del Este
Walter Ortiz
«A partir del 1 de enero de 2023, gobernaré para 215 millones de brasileños y no solo para los que votaron por mí. Lula da Silva se compromete a gobernar para todos los brasileños por más respeto, igualdad y libertad. No hay dos Brasiles. Hay un solo pueblo, una sola nación. A nadie le interesa vivir en un país dividido en permanente estado de guerra. Estas personas están cansadas de ver al otro como un enemigo. Es hora de deponer las armas que nunca debieron empuñarse”. Así afirmó Luiz Inácio Lula Da Silva la noche de este domingo 30 de octubre al conocerse su triunfo en la elección Presidencial realizada en la República Federativa del Brasil.
Y es que nadie duda que la victoria del candidato del Partido de los Trabajadores PT es una bocanada de aire fresco, en una región que necesita un liderazgo importante desde el gigante del Sur, para avanzar en los retos propios de uno de los continentes más desiguales del mundo, y que sufre los estragos de la pandemia COVID 19; sumada a la crisis fruto del conflicto en Europa del Este.
Sin embargo, la situación de contexto vira en dos sentidos, tanto el frente interno como el tema internacional. La victoria ha sido lo suficientemente ajustada como para no lanzar las campanas al vuelo, en una República Federativa del Brasil donde Dilma Rousseff fue objeto de un clásico lawfare fabricado para destituirle en una mayoría fabricada a tal efecto en el congreso de ese país.
De hecho, el propio Lula ha enfatizado en su intervención que esta victoria de la democracia y del pueblo brasileño no fue solamente contra un candidato o un Presidente de la República en ejercicio; sino contra toda una maquinaria de Estado presta y dispuesta a favorecer a Jair Bolsonaro, lo cual nadie puede garantizar que no se reproduzca en el tránsito cercano o futuro.
Cuando vemos el resultado, el venidero congreso, cuyos integrantes tomarán juramento el 1º de febrero, tendrá en sus cámaras del Senado y de Diputados al Partido Liberal de Bolsonaro como la primera mayoría, aunque por su carácter federativo sabemos que Brasil tiene un Poder Legislativo básicamente atomizado, pero en este caso con predominio de las opciones conservadoras.
Asuntos gruesos del debate público como el aborto, el derecho de las comunidades indígenas o de la sexo diversidad, así como acciones concretas en materia de reducción de la pobreza, del hambre y promoción del bienestar de los brasileños y brasileñas, en un contexto económico tan complicado con una recesión mundial anunciada ya, son cuestiones que, cuando necesiten intervención directa del Poder Legislativo se pueden convertir en obstáculos concretos para que Lula no pueda cumplir con sus proyectos bandera que son parte del programa de Gobierno con el cual llegará al Palacio de Planalto el 1ero de enero de 2023.
Sin ir demasiado lejos, apenas horas han mediado de la victoria de Lula y, a la hora de entrega de este artículo todavía Brasil y el mundo esperaban un pronunciamiento del actual Presidente y candidato a la reelección por el Partido Liberal, cuestión no acostumbrada y bastante peligrosa ya que forma parte de alguna maniobra política ulterior, de la cual nos toca esperar cualquier cosa.
Esto para nada implica negatividad o negativismo, sino pies en la tierra en un momento donde los propios seguidores de Lula han afirmado las dificultades presentes y futuras que implicará desarrollar la acción de gobierno; considerando no solo el bolsonarismo con estructura política de poder y una idea básicamente anti democrática y de componentes profundamente fascistas, sino por el propio resultado que no les ha apeado totalmente como opción política.
América Latina y la República Bolivariana de Venezuela tienen suficientes ejemplos de las tropelías y barbaridades cometidas contra varias naciones y liderazgos. De hecho en el actual contexto, donde vemos por ejemplo que no podemos descartar que Bolsonaro intente aplicar fórmulas como las de su ídolo político Donald Trump, en el corto, mediano y largo plazo para escamotear la elección, la juramentación, o el propio ejercicio de gobierno de Lula Da Silva.
Ahora bien, en la arena internacional parece haber todo tipo de cuestiones favorables para un desarrollo político de liderazgo de Lula. Brasil políticamente ha estado aislada del escenario internacional, dada la genuflexa visión y acción de Bolsonaro adherida a la política de Trump y luego su desconexión de esquemas de integración tan necesarios como la Unión de Naciones Suramericanas UNASUR, el Mercado Común del Sur MERCOSUR o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC.
Un gigante energético como la República Bolivariana de Venezuela trabajando de manera conjunta con gobiernos como el de Brasil y México bien pudieran desarrollar, junto con sumas como las de Colombia, una verdadera vanguardia de desarrollo de una agenda proactiva que descongele en un todo el estancamiento regional producto de la demencial política de Washington contra Venezuela; que alteró todo el tablero de posibles acuerdos políticos y acciones geopolíticas.
Por ejemplo, la hoja de ruta de trabajo entre los gobiernos y parlamentos de Venezuela y Colombia, cuya voluntad política ha logrado avanzar una relación que estuvo congelada por el conflicto dispuesto desde Bogotá, cuya oligarquía actuó como peón de las determinaciones estadounidenses; se erige en la actualidad en ejemplo que bien pudiese servir de base para que un liderazgo como el de Lula sea articulador y amalgama de una agenda regional de tantas necesidades, para el bienestar de los pueblos del continente.
Con mucha claridad, el recién electo Presidente brasileño ha hablado de revitalizar los esquemas de unión en el continente para solidificar nuestra región como zona de paz, al tiempo de lanzar la propuesta de una moneda de intercambio comercial, retomando una idea que ya vino lanzada en algún momento por el Comandante Hugo Chávez.
Elementos sustanciales de un líder que entiende con claridad donde están los verdaderos intereses, tanto en cuanto a paz, desarrollo y estabilidad regional; así como de cara a los intereses de todo el pueblo de Brasil, en especial los más pobres que por millones le han llevado nuevamente a la primera magistratura de esa Nación.