La extraordinaria victoria de Lula en las elecciones presidenciales del domingo 6 de noviembre, es el resultado de la heroica lucha del pueblo brasilero contra el régimen totalitario y neoliberal que representaron Jair Bolsonaro y la ultraderecha.
No hay que olvidar nunca que en 2016 se produjo un golpe de Estado en Brasil, que depuso a Dilma Rousseff y encarceló injustamente a Lula, que no pudo ser candidato en 2018 por la patraña que le montó la ultraderecha, y mucho menos hay que olvidar que el Partido de los Trabajadores se mantuvo firme, y se colocó al frente del esfuerzo de millones por rescatar la democracia.
¡Lula es Presidente! ¡Ganó Brasil! El mapa político del mundo cambió.
La articulación de un amplísimo frente democrático, el reagrupamiento de los partidos de las izquierdas y los movimientos sociales, la sólida conciencia política de las fuerzas populares, tiene en Lula a su líder, a su conductor; quien está a la cabeza del proceso de renacimiento de Brasil y de la integración latinoamericana y caribeña.
Vuelve la política social progresista “Hambre Cero”, la salud para todos, la defensa de la Amazonía, el derecho a vivir en democracia.
Un batallador de la talla de Lula, al conocerse los resultados oficiales declaró: “Me considero un ciudadano que ha vivido un proceso de resurrección. Intentaron enterrarme vivo y aquí estoy”.
Al 100 por ciento de los votos escrutados, la decisión que tomó el pueblo de Brasil es que Lula sea Presidente, al obtener el 50.90% de los sufragios, sin ninguna demora, los Jefes de Estado de todo el mundo felicitaron a Lula por el triunfo.
El Presidente Nicolás Maduro le envió un fuerte abrazo solidario, y de una vez, destacó la necesidad de recomponer los planes binacionales de cooperación.