El histórico de las elecciones de renovación de las Cámaras del Congreso de EEUU, en este 2022 se renueva toda la Cámara de Representantes (435 escaños) y un tercio de la Cámara del Senado (35 puestos), no ha sido por general favorable para el Presidente de la República en ejercicio.
Sin embargo, el contexto de estas elecciones, donde también se eligen 36 de los 50 gobernadores de estado y se realizan hasta 103 consultas sobre temas de la agenda política interna de EEUU, no deja de ser particularmente importante.
Y es que EEUU transita una crisis epocal de su hegemonía, antes básicamente excepcional, exclusiva e indiscutible en la arena internacional, pero en estado de progresiva degradación justo desde el momento de la derrota del campo soviético y el derrumbe del muro de Berlín, cuando al puro estilo de la Roma imperial proclamaron el fin de la historia y la victoria liberal para siempre con su forma de democracia representativa.
La huida vergonzosa de Afganistán, estilo Vietnam, después de 20 años de invasión, la derrota del establecimiento estadounidense en su demencial acción de cambio de régimen político en Venezuela que socavó hondamente cualquier cosa parecida a liderazgo en esta región, y ahora el efecto bumerán de su propia política de provocación del conflicto en Europa del Este, con la creación de un escenario de guerra entre Rusia y Ucrania para evitar la expansión de influencia energética del país eslavo en Europa Occidental, así como de la República Popular China como factor económico de poder mundial, todos estos elementos son consistentes de una crisis internacional cuyos incendios lejos de extinguirse arden descontroladamente.
Se añade a lo anterior una política de ires y venires con respecto a la República Islámica de Irán y ahora la amenaza de sanciones para con un aliado estratégico cómo Arabia Saudita, por actuar en función de sus intereses nacionales desde la Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP+ y no adherido al interés estadounidense.
Mirando dentro de EEUU la cosa no varía demasiado en materia de crisis. La burbuja de la pandemia se ha juntado con la guerra en Ucrania para desestabilizar toda la economía mundial y eso toca a un EEUU cuya administración Biden no ha podido resolver temas como la inflación y el aumento de precio del combustible, tanto para el uso de las familias como para el movimiento económico en todos los ámbitos, asunto que pega directo en la cotidianidad de ese pueblo, desacostumbrado a este tipo de fenómenos.
Además, la supresión en todo el país del derecho al aborto aprobado por la Corte Suprema de Justicia de mayoría conservadora, eliminó de tajo un derecho de las mujeres en ese país que data de 1973 y se convirtió en un tema de profundo debate en esta campaña atizando más la división entre sectores que se hacen llamar racistas por un lado y comunistas por el otro.
Este ambiente se pone más al calor cuando junto a la inflación y el aborto como temas esenciales, se ponen de nueva cuenta los derechos civiles de los afroamericanos y de las minorías, así como de una creciente población latina, todo esto trastocado severamente en la época de Donald Trump en la Casa Blanca.
Tales asuntos básicamente colocan en un estado de división interna al país del norte siendo que, por ejemplo, las heridas del intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021, procurando evitar la llegada de Biden a la Casa Blanca, se sostienen intactas y aún son objeto de investigación.
Casi nadie duda que esta elección lejos de resolver los grandes dramas de la errática política exterior estadounidense, se erige en el primer lanzazo de la elección Presidencial de 2024.
La lógica es muy sencilla. En materia de política exterior EEUU actúa, su establecimiento, por doctrina generalmente bipartidista cómo sucede por ejemplo con el tema Venezuela, y no por posturas volubles y de fácil cambio.
Mucho menos se encuentra algún sector político que difiera o se comporte al margen de las grandes líneas estratégicas definidas desde los factores de poder, Departamento de Estado, Consejo de Seguridad Nacional por ejemplo, así como el lobby de las poderosas corporaciones que influencian, con mucho, varias de sus acciones políticas, erradas o no.
Si algo pudiese mover tácticamente la política exterior estadounidense hacia Venezuela es su necesidad de proveedores seguros en materia de petróleo, buscando reanudar el intercambio de oro negro roto unilateral y fanfarronamente en 2019, creyendo que con esta acción derrocarían al Gobierno Bolivariano.
En lo anterior media la urgencia de petróleo siendo esta elección de medio término una simple excusa para tratar de mantener un estado de presión hacia nuestro país, queriendo lograr en una mesa una especie de rendición que no han obtenido en 9 años de intensa agresión hacia nosotros, palpable en los hechos.
Visto lo anterior, dicha elección consolidó de nueva cuenta la presencia de Donald Trump en el escenario político de ese país, al punto que el próximo 14 de noviembre anunciará sus intenciones de presentarse nuevamente a la carrera presidencial amparado en un movimiento ultra derechista que ha ganado espacio territorial y partidista denominado MAGA (Make América Great Again o hacer de nuevo grande a EEUU) cuyos respaldos fueron parte de quienes aún cuestionan la elección de 2020.
Al momento de redacción de este artículo cuatro estados definían el control del Senado (Wisconsin, Georgia, Nevada y Arizona) mientras en la Cámara de Representantes se sostenía una importante mayoría republicana hasta el momento de 20 escaños de diferencia sobre los demócratas.
La elección más ajustada en torno a los senadores, con un sistema electoral básicamente muy federal, complejo, arcaico y que ha generado severas dudas sobre su limpieza, luego de las denuncias hechas por el propio Trump y sus acólitos, es la del Estado de Georgia dónde ambos aspirantes no parecen llegar al objetivo del 50% de votos, teniendo que ir a una segunda vuelta en diciembre de una elección que pudiera definir si los republicanos ganan el senador 51 o los demócratas mantienen el resultado en empate 50 – 50.
La primera gran conclusión de esta elección es que no resolverá de fondo ningún asunto clave de la agenda política de ese país ya que su crisis es de carácter estructural y una elección no solucionará dicho asunto.