La Europa occidental, aquella que pretende darle lecciones de política, progreso y moralidad al resto del mundo, es un mar de contradicciones. Aunque suene reiterativo, se subordinan a Estados Unidos en una guerra proxy contra Rusia; pagan los efectos de esa conflagración, se sumen en inflación, desabastecimiento, protestas sociales, crisis políticas que les cuesta el puesto a mandatarios de sus países; en fin, la cosa esta fea, y, lo peor, sin visos de una rápida salida a su crisis.
Es lógico, no son los gobiernos quienes deciden soberanamente, no son ellos quienes toman las decisiones escuchando a sus pueblos.
Allá, en la Europa Occidental, constituyeron hace unos años la llamada Unión Europea, un proyecto que tenía la sana intención de congregar a las naciones del Viejo Continente en base a ciertos parámetros «democráticos», con metas de uniformidad económica, de plena integración, para negociar en bloque con otras regiones.
Para eso conformaron una estructura burocrática, en ella tiene principal relevancia la Comisión Europea, órgano ejecutivo, políticamente independiente, de la UE. Según la WEB del ente, es la única instancia responsable de elaborar propuestas de nueva legislación europea y de aplicar las decisiones del Parlamento Europeo y del Consejo de la UE.
Dicha Comisión les presenta leyes que «protegen los intereses de la UE y a sus ciudadanos en aspectos que no pueden regularse eficazmente en el plano nacional, «leyes correctas en sus detalles técnicos gracias a consultas con expertos y ciudadanos».
Esta Comisión, que en los últimos años, se ha constituido en un poder supranacional, un poder que rebasa a las autoridades nacionales, sobre todo de los países más débiles, tiene por función gestionar las políticas europeas y asignar los fondos de la UE; velar por que se cumpla la legislación de la UE y representar a la UE en la escena internacional.
Esta Comisión tiene una presidenta, Ursula von der Leyen, personaje que llegó al cargo impulsada por el mandatario francés Emmanuel Macron, el año 2019.
¿Quién es ella? Conociendo un poco de su trayectoria, que tiene visos de prontuario, entenderemos en manos de quien está el destino de millones de europeos, que no la eligieron, pero que sufren los efectos de su sinuoso proceder.
Empecemos diciendo que su nombre verdadero es Ursula Gertud Albrech, Rosita para los amigos. Nació el 8 de octubre de 1958 en Bruselas. Hija de Ernest Albrecht, un conocido político conservador que fue presidente del estado federado de Baja Sajonia.
La actual presidenta de la Comisión Europea contrajo matrimonio con Heiko von der Leyen, quien ostenta el título nobiliario de Barón, con lo cual su conyugue asume el de Baronesa. Hasta allí la novela rosa tiene sentido y es resaltada en los periódicos europeos que viven de las celebridades. El señor von del Leyen es un médico exitoso, según sus biógrafos, profesor universitario, y, un detallito, fundó hace unos años una empresa de estudios clínicos e investigación en biotecnología, células madre y órganos artificiales.
El «Barón» tiene estrechos nexos con el mundo de los grandes laboratorios. ¿Y qué tiene de particular eso? Bueno, el aristócrata es director Médico del grupo biofarmacéutico estadounidense Orgenesis Inc.
¿Y eso es malo? Según como lo queramos ver. Por ejemplo, es conocida la conexión entre las empresas estadounidenses Pfizer, Orgenesis y el diario New York Times (NYT). El vínculo entre Pfizer, Orgenesis y el NYT es Vanguard Company, propietaria de Orgenesis (3,77 %), Pfizer (7,78 %) y el New York Times (9,25 %).
Según publicaron medios europeos, los cónyuges Ursula y Heiko von der Leyen jugaron un papel importante en relación con un acuerdo de Pfizer por valor de 36 mil millones de dólares estadounidenses.
En la primavera de 2021, con Heiko en Orgenesis, se efectuaron negociaciones, inclusive se encontraron mensajes de texto y llamadas telefónicas entre Ursula con el jefe de Pfizer, con su esposo, respecto a un negocio que luego se hizo público.
¿Cuál fue? Según los medios en el Viejo Continente, se adquirió vacunas contra el Covid 19 por una cifra de 36 mil millones de dólares. ¿Chismes, rumores, acusaciones mal intencionadas? No creemos, la Fiscalía Europea contra el Fraude (EPPO) abrió investigación sobre las compras de la vacuna contra el coronavirus que gestionó la Comisión Europea en nombre de todos los Estados miembros. Esta situación pone en duda a la presidenta, Ursula von der Leyen, quien fue la que negoció y firmó el contrato con la finalidad de lograr un precio más favorable y evitar la competencia entre los socios, dicen los medios europeos, entre ellos la WEB del periódico Debate en su edición del 19 de octubre del 2022.
Bruselas firmó contratos de compra conjunta para adquirir miles de millones de dosis con nueve farmacéuticas, seis de las cuales (Pfizer-BioNTech, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson, Novavax y Valneva) han logrado el visto bueno a su fórmula. Otras tres aún no han conseguido el aval de la Agencia Europea de Medicamentos (Sanofi-GSK, CureVac y la española HIPRA).
Der Spiegel, un importante medio alemán, recuerda que Ursula von der Leyen negoció un acuerdo de vacunas por valor de miles de millones a través de mensajes cortos. Ella no quiere divulgar el SMS; la ley no lo exige. El defensor del pueblo de la UE encuentra esto «increíble».
No es la primera vez que la «Baronesa» está involucrada en un caso de corrupción, siendo ministra alemana de Defensa, con Angela Merkel, fue interrogada por la designación de asesores, saltándose el ordenamiento jurídico.
El año 2020 su situación se complicó al hacerse público que los dos teléfonos móviles que von der Leyen usara cuando ejercía como ministra fueron devueltos al abandonar el Gobierno alemán con los datos borrados. El asunto es que, durante su ejercicio, especialmente entre el 2015 y 2016, se adjudicaron contratos a dedo por 200 millones de euros.
Según publicó el semanario Der Spiegel, el artículo 247 del Código Penal alemán señala que cualquier persona que «borre, suprima, altere o convierta en no utilizable los datos (de una investigación) puede ser perseguida» penalmente.
Aparentemente, como en el caso de las vacunas para UE, la señora también negoció vía mensajes de texto y vía telefónica, contratos irregulares como ministra de Defensa.
Su historial no queda ahí. Según denunció El País de España, el 27 septiembre del 2015, Ursula von der Leyen fue denunciada por el portal Vroniplag de irregularidades al momento de obtener su doctorado en medicina.
Ursula von der Leyen obtuvo su doctorado en 1991 en la Universidad de Hannover, gracias a un trabajo de investigación sobre los efectos de la proteína C en el diagnóstico de un “sindroma de infección amniótica, con ruptura prematura y la relajación terapéutica del parto”.
Según Vroniplag, que revisó 62 páginas del trabajo de doctorado de la entonces ministra, la aspirante al título de doctora en Medicina plagio 23 observaciones en su trabajo sin citar las fuentes.
“La ministra no ha desmentido la acusación, pero ha solicitado a la Facultad de Medicina de Hannover que deje analizar su trabajo de disertación por medios independientes”, dijo un portavoz del ministerio de Defensa.
En ese tiempo El País y otros medios de la gran corporatocracia mediática hablaban con más libertad sobre la «Baronesa», hoy la protegen.
La señora von der Leyen es un ejemplo de cómo actúa y como se maneja la élite mundial, como trabajan quienes están al servicio de los poderes fácticos, como negocian. Ella es asidua al Foro de Davos, que como hemos dicho anteriormente, reúne a los CEO de las grandes corporaciones, a quienes manejan las finanzas y el poder militar en el mundo.
Ella no piensa en el pueblo europeo, piensa en los negocios que favorecen a las corporaciones, y, claro, a sus intereses de «Baronesa».