El final del interinato muestra todas las llagas del antichavismo
La incoherencia hecha clase política
Las amargas controversias de los dirigentes partidistas y mediáticos de la oposición sobre la eliminación del gobierno interino; son una buena explicación de por qué ese bando no ha podido vencer a la Revolución Bolivariana en casi un cuarto de siglo de combate.
Uno de los rasgos que quedó en evidencia, es que la oposición venezolana ha sido incoherente como colectivo y muchos de sus líderes también lo han sido en el plano individual. Y esa falta de congruencia les pasa factura política cada cierto tiempo.
En términos individuales, casi todos los dirigentes partidistas y mediáticos de la oposición respaldaron, de manera entusiasta, la ficción del gobierno encargado y se mantuvieron en esa postura; algunos durante los cuatro años transcurridos, y otros por menos tiempo. Ahora, la mayor parte de esos líderes actúan como si nunca le hubiesen dado apoyo al despropósito.
Especialmente hipócrita, es la actitud de los tres partidos del G4 que aprobaron el fin del interinato (Acción Democrática, Primero Justicia y Un Nuevo Tiempo); pues intentan desentenderse de Juan Guaidó luego de haber sido cómplices de los gigantescos robos perpetrados por el supuesto mandatario encargado, en perjuicio de los activos venezolanos en Estados Unidos, Europa, Colombia y otras naciones.
Dependencia absoluta de los dictados de Washington
Una segunda característica de la oposición, que quedó expuesta en el episodio del cese del gobierno encargado, es la total subordinación de sus partidos y líderes ante las decisiones emanadas del centro imperial.
Está claro que los dirigentes opositores no asumen ninguna estrategia, o táctica, que no haya sido dictada desde Washington. La instauración del falso gobierno paralelo fue una línea marcada desde Estados Unidos, y su eliminación también.
Por instrucciones de los funcionarios de turno en el norte, se han tomado rutas catastróficas para el país y suicidas para la misma oposición; como los intentos de golpe de Estado, de magnicidio y de invasión; las guarimbas, el sabotaje eléctrico, las medidas coercitivas unilaterales, el bloqueo, los boicots a las elecciones, y las patadas a las mesas de diálogo.
De manera obsecuente los opositores han seguido, a pies juntillas, estos mandatos de Estados Unidos. La defenestración de su propia criatura no es, en ese sentido, nada nuevo bajo el sol.
La división interna
Paradójicamente, aunque todas las facciones opositoras responden a las directivas de Estados Unidos, asumiendo una postura única (o mayoritaria); siempre quedan claras las divisiones internas que tienen que ver con las ambiciones individuales de sus líderes, y con los intereses específicos que cada partido defiende.
En la eliminación del írrito gobierno interino, es evidente que los partidos diferentes a Voluntad Popular se suman con la intención de salvar sus pellejos del desastre encabezado por la organización que lidera Leopoldo López, jefe directo de Guaidó.
Al poner fin al delictual experimento del interinato, se abre la opción de una candidatura presidencial para 2024, y eso significa el pistoletazo de partida en la carrera de los aspirantes opositores, que son muchos; y cada uno cree tener los méritos para ser el abanderado de toda la oposición.
Nadie asume responsabilidades
Otro atributo negativo que ha tenido la oposición venezolana desde sus inicios (cuando enfrentaron al comandante Hugo Chávez), es que nadie parece dispuesto a asumir las responsabilidades y aceptar las culpas de los errores.
La lista de capítulos en los que se aplicó el “yo no fui” es larga, y tiene entre sus momentos más destacados el del golpe de Estado de abril de 2002, el paro petrolero de 2002-2003, la derrota en el referendo de 2004, la negativa a participar en las elecciones parlamentarias de 2005, la salida de 2014; y la segunda y más violenta versión en 2017, la abstención de 2018, el intento de magnicidio ese mismo año; y todo lo ocurrido desde que se asumió el torcido rumbo del interinato, en 2019.
Ahora, cuando se le ha puesto punto final a la inconstitucional aventura, todos los voceros opositores actúan como es típico en ellos: pretendiendo que no tuvieron ninguna responsabilidad en lo ocurrido, escurriendo el bulto.