Nunca antes, por lo menos desde la segunda guerra mundial, los ciudadanos europeos habían sido atacados militarmente por Estados Unidos.
¿No? ¿Acaso la destrucción del Nord Stream 2 no es un acto terrorista en contra de la Unión Europea, de Alemania, más directamente?
Más allá del trabajo publicado por el periodista norteamericano, Seymour Hersh, donde muestra serios indicios que de la Casa Blanca planificó y ordenó el ataque, el móvil apunta hacia allá.
Sus presidentes, desde Obama, Trump y Biden, siempre mostraron su oposición descarada, grosera, totalmente injerencista e irrespetuosa con Alemania, con Europa, respecto al gasoducto.
Un gasoducto sumamente beneficioso para los germanos y sus vecinos, un gasoducto que implicaría una alianza estrecha, duradera y beneficiosa entre Rusia y Alemania. Ante esa situación, y dentro de la lógica norteamericana, la solución era volar el Nord Stream 2. Lo hicieron.
Independientemente de que Berlín, presionado por Washington, retrasara la entrada en funcionamiento del gasoducto, donde además había inversión de otros países europeos, atentar contra el gasoducto, según los especialistas en el tema, es un “casus belli”, un motivo de guerra. Se destruyó infraestructura estratégica de un país, se afectó a gran parte de Europa.
Y debe haber certeza en los líderes europeos de que fueron los estadounidenses quienes perpetraron el atentado, porque siempre han impedido una investigación multinacional clara. Hay temor a que aflore la verdad.
Si se confirma la autoría de los norteamericanos, ¿qué harán? Lo más probable: Nada. ¿Cómo quedarán ante la opinión pública, antes sus ciudadanos? Muy mal.
Es más, recurrirán al aparato mediático global para intentar disfrazar la situación, quizá inventarán otros «globos» distractivos.
Además de aquello, nada.
Y volvemos al origen. Luego de la segunda guerra mundial emergió un mundo donde Estados Unidos logró imponer su primacía a gran parte del mundo, pero sobre todo a Europa Occidental.
La del Este era influenciada por la Unión Soviética.
De hecho, Europa es un continente militarmente ocupado. Es la zona del mundo donde existe más bases militares norteamericanas externas. Alemania alberga la base militar exterior más grande del mundo. Según un informe publicado en el portal de la DW, en abril del año pasado, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, «las tropas estadounidenses forman parte del paisaje urbano de distintos lugares de Alemania. Ramstein es solo una de las más de 20 bases militares estadounidenses en Alemania, pero se considera la base europea más importante para el transporte aéreo de las fuerzas estadounidenses. Las fuerzas armadas de otros países también tienen tropas estacionadas en Alemania»
Más adelante, afirman que «en los últimos años se ha abierto un debate en Alemania sobre el estatus legal de Ramstein. Esto se debe a que, a diferencia de las embajadas, la base no se considera una zona extraterritorial. Por lo tanto, el derecho alemán se aplica realmente allí…Sin embargo, los militares estadounidenses gozan de cierta inmunidad: las autoridades alemanas sólo pueden entrar en la base por medio de un permiso, y los propios Estados Unidos ejercen la jurisdicción penal en caso de delitos allí».
Es decir, los soldados norteamericanos gozan de impunidad en suelo alemán, en suelo europeo. No son pocas las denuncias de crímenes cometidos por militares y mercenarios norteamericanos que no han podido ser sancionados por autoridades locales, debido a la inmunidad de la que gozan. Delinquen, se esconden en sus bases militares, y no hay sanción. Reiteramos, es una situación que vive toda Europa.
Esa Europa que hoy se ve involucrada en una guerra proxy por apetencias de la Casa Blanca. Una guerra que no tiene como afrontar.
El brazo armado externo de Estados Unidos, la OTAN, a través de su secretario general, Jens Stoltenberg, dijo que «el ritmo actual de gasto en municiones de Ucrania es muchas veces superior a nuestro ritmo actual de producción… Los pedidos realizados hoy solo se entregarían dos años y medio más tarde… Así que tenemos que aumentar la producción e invertir en nuestra capacidad de producción».
Según el portal informativo Russia Today, un diplomático occidental confesó que «si Europa luchara contra Rusia, algunos países se quedarían sin munición en días».
Las declaraciones son una confesión involuntaria, en esa vorágine de entrevistas, declaraciones, que hacen todos esos funcionarios occidentales tratando de mostrar la mejor imagen posible, tratando de ocultar la realidad. La realidad es que Rusia, con calma, a su manera, está ganando la guerra. Que no ha sido quebrada económicamente, que sus aliados, sus amigos, empezando por China, le han sido leales.
Que sus aliados, sus amigos, saben que de ganar Estados Unidos, con la ayuda de la OTAN y la UE, irían luego por ellos.
No permitirían que la India ocupe el lugar que va obteniendo. Trabajarían para subyugar a Arabia Saudita, como otrora. Intensificarían sus ataques contra Irán. Usarían a Taiwán para atacar militarmente la República Popular de China. Se apoderarían de los recursos naturales de África sin respetar las formas ni normas internacionales. América Latina sería víctima de todas las formas de agresión posible. Venezuela sufriría peores embates.
Una victoria de «Occidente» significaría la vuelta a la abusiva unipolaridad. Sería un retraso en el camino hacia la multipolaridad, hacia un mundo más justo. Afortunadamente, parece que no será así. No tienen, por ahora parece ser así, cómo derrotar a Rusia.
Por eso algunos en la UE hablan de negociar un fin al conflicto.
Mientras tanto, en Washington, quienes están en la sombra, los poderes fácticos, siguen en lo suyo.
Tan es así que, Mick Wallace, eurodiputado irlandés, dijo, en pleno recinto del Parlamento Europeo, que en Ucrania se «está aplicando el programa de privatización más dramático en la historia de ese país, la venta de activos estatales a fondos buitres occidentales».
El mismo Wallace se preguntó más tarde «¿Desde cuándo la transferencia de activos estatales a las grandes empresas ha sido una bendición para la gente de cualquier país?».
Por cierto, los escándalos de corrupción en el entorno de Zelenski han sido constantes en todo este tiempo. No lo han podido ocultar. Así como no han podido ocultar que muchas de las armas enviadas por Estados Unidos y sus aliados se han desviado a organizaciones terroristas y de narcotráfico.
Así se juega la geopolítica en Washington, pero más que nada, así juegan sus negocios los poderes fácticos.