Para 11 y 12 de marzo se prepara un gran congreso para fundar la Gran Misión Juventud Venezuela; que tendrá el fin de «hacer más» en materia de educación, economía, vivienda, deporte, emprendimiento y cultura. El presidente Maduro lo anunció el 12 de febrero, Día de la Juventud, en el 209° aniversario de la Batalla de la Victoria,
Una tarea que estará a cargo del vicepresidente de gobierno para el Socialismo Social y Territorial, Mervin Maldonado, y de la Diputada Grecia Colmenares, quienes definirán los temas fundamentales del próximo encuentro. Dos líderes juveniles, en un país donde el 60% de la población es joven, y desde la adolescencia muchachas y muchachos ocupan puestos importantes en todos los niveles del poder político y en las estructuras del poder popular.
A ellos les tocará organizar la convocatoria para el gran congreso, que tendrá que ser lo más amplia posible, y abonará el terreno para la generación de puestos de trabajo para los jóvenes, apoyo a los emprendimientos, y respaldo a los talentos. Apegándose a una “consciencia superior”, cultivando los valores fundamentales, con amor y rebeldía, la juventud patriótica tiene la gran tarea de luchar contra flagelos como la corrupción.
Tal nivel de participación juvenil en la vida política no se ve en Europa. Por cierto, los jóvenes no expresan apoyo a los gobiernos europeos que, más allá de los pronunciamientos, les ofrecen muy poco espacio. Las carencias estructurales de países como Italia facilitan la ralentización de la independencia socioeconómica de los jóvenes y, por tanto, su integración en el mundo social y laboral, condición indispensable para el pleno y consciente ejercicio de los derechos políticos y civiles. La adquisición tardía de estabilidad social y económica incide en la constitución de la identidad de los individuos, y en la escasa propensión a participar a una política donde pueden votar, pero no decidir.
En Italia, la difusión de formas atípicas de trabajo ha contribuido a un empeoramiento de la calidad general del empleo, lo que también ha dado lugar a niveles salariales medios más bajos. La combinación de bajos salarios por hora y contratos de empleo intensivos a corto plazo, da como resultado niveles salariales anuales significativamente más bajos. Según el “Informe Istat 2022”, alrededor de 4 millones de empleados del sector privado (con exclusión de los sectores de la agricultura y el trabajo doméstico) son mal pagados, es decir, reciben un salario bruto anual teórico inferior a 12.000 €, que no alcanzan frente a los altos costos de la vida.
Alrededor de 1,3 millones de empleados reciben un salario por hora bajo, de menos de 8,41 €. Para 1 millón de empleados, los dos elementos de vulnerabilidad se suman. Entre los más penalizados, jóvenes menores de 34 años, mujeres y extranjeros, con baja calificación educativa, residentes en el sur, y empleados en el sector servicios. Los salarios bajos, el deterioro de la calidad del empleo, la fuga de cerebros; caracterizan tanto a la UE como a la Eurozona. En noviembre de 2022, la tasa de desempleo entre los menores de 25 años alcanzó el 15,1%.
La generación de más y mejores puestos de trabajo para los jóvenes, es un desafío importante también en América Latina y el Caribe. La crisis por Covid-19 en los mercados de trabajo elevó la tasa de desocupación entre los jóvenes por encima del 20 por ciento, una proporción que triplica la tasa de los adultos y es más del doble que la tasa general de desempleo promedio en la región. En números absolutos, son más de 10 millones de jóvenes que buscan empleo sin conseguirlo. Por otra parte, 6 de cada 10 jóvenes que si consiguen ocupación se ven obligados a aceptar empleos en la economía informal, lo que en general implica malas condiciones de trabajo, sin protección ni derechos, y con bajos salarios y baja productividad. Se estima que unos 20 millones de jóvenes en la región no estudian ni trabajan, debido en gran parte a la frustración y el desaliento por la falta de oportunidades en el mercado laboral.
Por el contrario, Venezuela cuenta con 92% de escolaridad y un 85% de la juventud estudia en universidades públicas. A pesar del bloqueo criminal, no se ha privatizado ni la educación, ni la salud, ni los servicios públicos; y sigue vigente la ley de inamovilidad del trabajo. Sabemos que Venezuela había cumplido siete de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuando se desató el cerco multifacético para evitar que el ejemplo del socialismo bolivariano inspirara a la juventud de los países capitalistas: para acabar y destruir el Estado de Bienestar Social que el socialismo fundó con las Misiones y las Grandes Misiones.
Todavía, a pesar del asedio y de la propaganda injerencista del imperialismo y sus títeres locales que les atacó especialmente, las y los jóvenes han sido –y son– el centro de la resistencia, en economía, educación, política y cultura, con un espíritu de rebeldía permanente para avanzar hacía lo nuevo. Gracias a la importancia atribuida por el proceso bolivariano a la transmisión de la memoria histórica, las y los jóvenes saben que viven en una condición muy diferente a la que enfrentaron las generaciones anteriores en los años de la IV República.
En aquellos años marcados por la corrupción y el abuso hacia los derechos humanos, el joven era criminalizado y considerado como amenaza política y social. La figura del estudiante y del joven profesional comenzó a proyectarse como la de un luchador social victimizado por un Estado que llegó incluso a aplicar mecanismos como las desapariciones y la tortura para garantizar la continuidad del sistema político.
Algunos espacios como las universidades, barrios populares y caseríos rurales; se convirtieron en focos fundamentales que el Estado debía intervenir, para frenar la amenaza “comunista” representada en sus jóvenes estudiantes, intelectuales progresistas y luchadores sociales, algunos de los cuales se inscribieron dentro de la lucha armada revolucionaria.
Así que ha sido de gran importancia la referencia a la Batalla de la Victoria –en 1814–, cuando jóvenes estudiantes y seminaristas sin experiencia acudieron al llamado del General José Félix Ribas, impidiendo que el ejército realista tomara la plaza de la ciudad de Victoria, en el estado Aragua. Y este es también un mensaje para los jóvenes de Europa, para que puedan inspirarse en sus raíces y en los ideales de quienes han intentado cambiar las cosas en el siglo XX, pagando altos precios.