Hace diez años el Comandante Hugo Chávez cambió de plano; aún con muchos planes por avanzar de una República Bolivariana de Venezuela que hasta ese momento tuvo que josear su presencia como país libre en el concierto de las naciones; esfuerzo que hoy todavía estamos librando, al punto de contar ya varias victorias no definitivas.
Este momento es válido para recordar los elementos sustanciales de su propuesta y acciones en materia de política exterior, especialmente saliendo al paso a quienes, desde un fanatismo deformante, procuran solapar logros, desviar realidades y verdades para hacer prevalecer farsas discursivas; tratando de quitarle mérito al líder bolivariano en su devenir.
Como buen bolivariano, con la carga histórica que eso contiene de haber dado vida a todo un continente en libertad, Hugo Chávez enfrentó dos temas políticos estratégicos –en materia de relaciones internacionales– desde su llegada a la Presidencia de la República el 2 de febrero de 1999.
El primero de ellos, y tal vez el más urgente, era el desmonte progresivo de la Organización de Países de Petróleo OPEP a partir del desarrollo de una política de maximo volumen de producción e inundación del mercado petrolero mundial, donde Venezuela jugaba un papel de primer orden con su apertura petrolera, produciendo en ello precios bajos del crudo a nivel de regalo, de 6$ a 7$ el barril.
Esta acción, estimulada desde la élite de poder de EEUU con miras a implosionar la organización de países exportadores de oro negro; vino a desplomar la capacidad de negociación de esta instancia, a tal punto que los grandes consumidores en el norte y Europa Occidental se vieron altamente beneficiados de dicho proceso; que sería reversado justo por el accionar político de Chávez y la reconstrucción de un tejido de diálogo y entendimiento, entre todos los países miembros, para rehacer una estrategia que comenzó siendo una especie de banda de precios que tuviera la opción ganar-ganar para exportadores y consumidores de petróleo.
Tal idea le llevó a un periplo por todos los países miembros, incluso llegando hasta Irak donde la guerra ya crujía con fuerza, con una voluntad política inquebrantable como marcador del liderazgo político de Hugo Chávez, al punto de lograr organizar una Cumbre de la OPEP en Caracas, en el 2000, con miras a recuperar el papel de esta organización y la búsqueda de precios más justos, de equilibrio como parte de la estrategia trazada.
Por supuesto, esto rompía de cuajo una estrategia dispuesta desde Washington para pasar a controlar los precios en el mercado petrolero mundial, destruyendo a la OPEP desde adentro, durante el período histórico donde el fin de la historia y la pax americana que derrotó a la Unión Soviética arrollaban todo tipo de pensamiento o acción alternativa. La audacia de Chávez en hacer reflotar a la OPEP como centro de su activa política exterior estaba a contra vía de aquello que pensaban en la Casa Blanca, más con la posterior presencia de un republicano en el poder como George W. Bush.
El Comandante Hugo Chávez abordará el sentido estratégico de revitalizar a la OPEP, en su mensaje durante la Segunda Cumbre de Jefes de Estado de esta instancia el 28 de septiembre de 2000:
«Cuando se forma la OPEP comienza entonces a cambiar de alguna manera la historia, la OPEP es sin duda alguna desde su nacimiento un instrumento de lucha por la justicia y por la liberación, por la transformación, por tanto por la paz, por el desarrollo, por la armonía; trayendo de nuevo a Bolívar para iluminar con su doctrina orientadora la estrategia unitaria. Recordemos alguna frase de Bolívar en algún lugar de su vida huracanada de 47 años de lucha contra la dominación, contra la injusticia y por la igualdad; en alguna ocasión dijo Bolívar: Unámonos y seremos invencibles. Unidos realmente seremos invencibles, porque, además de nosotros, Dios está con nosotros. Hoy, 40 años después, debemos relanzar la OPEP con la misma esencia, ahora en medio de un mundo azotado, hoy mucho más que ayer, por la desigualdad, el subdesarrollo y la pobreza (…) creo que cuando la OPEP llega a sus 40 años, a pesar de las inmensas dificultades, a pesar de las campañas desatadas contra la OPEP en varias épocas de esta historia reciente, a pesar de las incoherencias, de las dificultades internas, a pesar de todos los pesares; nosotros podemos decirle al mundo que la OPEP en estos 40 años, sus primeros 40 años, ha cumplido con sus objetivos y que aquí estamos retomando, relanzando para continuar cumpliendo cada día con mayor eficiencia y eficacia nuestros objetivos; y para retomarlos y para reactualizarlos y para inscribirnos en el nuevo camino de la nueva historia del nuevo siglo, eso es exactamente lo que estamos haciendo, especialmente en los últimos 20 meses, etapa a la que pudiéramos muy bien llamar la resurrección de la OPEP; después de un largo período de grandes dificultades que limitaban muchísimo la coordinación de nuestras políticas y la salvaguarda de nuestros intereses.»
El relanzamiento de la OPEP junto al freno a una política de apertura petrolera que no solo iba en contra de los intereses de la Nación, por su diseño y ejecución, sino además por su irracionalidad absoluta, terminaron por mostrar los verdaderos propósitos, objetivos y formas del ejercicio de liderazgo internacional de Hugo Chávez. Relanzar la OPEP contribuyó por varios años a tener mesura en la oferta de petróleo; así como un boom de crecimiento de precios en las materias primas que apalancó el desarrollo económico y social en nuestras naciones.
Pero el segundo elemento es aún más claro y marcador del tiempo histórico de lanzamiento de una geopolítica bolivariana que efrentase el afán monroista de neocolonizar nuestras patrias bajo los ausipicios del fin de la guerra fría. Traer el proyecto histórico bolivariano, implicó el ineludible desarrollo de un accionar mucho más independiente, soberano; completamente desarraigado de dogmas y especialmente observando los propósitos de cada acción política.
La iniciativa para las Américas de 1990, desarrollada luego como Área de Libre Comercio para las Américas ALCA; fue básicamente una fórmula desequilibrada de negociación de un espacio de libre comercio continental que nos relacionaba, vistos como patrias individuales, con el hegemón estadounidense en pleno proceso expansivo; luego de su presencia exclusiva en el escenario internacional tras la caída del muro de Berlín, así como de la Unión Soviética.
El fin de la historia, el modelo representativo democrático liberal y el neoliberalismo económico, serán los principales referentes de un esquema de libre comercio suficientemente irracional e inequitativo, al punto de dejar vacío de contenido y capacidad de acción a los gobiernos latinoamericanos; sin dejar de lado lo excluyente de imponer un pensamiento único.
Dicho contexto fue clave para que el Comandante Hugo Chávez enfilara hacia los mecanismos y trasfondo de un ALCA bien poco beneficioso para el continente, tal como estaba estructurado, y demasiado cargado en posibilidades de ejercicio hegemónico por la élite de poder estadounidense.
El primer elemento discordante fue el modelo político, ya que nuestra Constitución Nacional expresa que el modelo de democracia nuestra es participativo y protagónico, en sus diversas expresiones. La Cumbre de Quebec, Canadá, será el escenario propicio para que Chávez hiciera la primera reserva de fondo sobre el documento o declaración final de la misma, justo por el tema del tipo de democracia que se instauraba a partir de la nueva Carta Magna venezolana.
Hugo Chávez reflexionará así con respecto a esta Cumbre:
«Pero fíjense, allá en Québec se discutió, bueno, en verdad no se discutió, no se discutió porque el peso del gobierno de Estados Unidos en América es abrumador. Ellos se sienten el imperio pues, y ellos se sienten con derecho a ser los dueños del mundo y vaya que amenaza son para el mundo; una verdadera amenaza para el mundo. El mundo hoy tiene una gran responsabilidad: salvar este planeta de las ansías imperialistas, entonces ese gobierno impone, no pregunta, no discute, ahí no hay debate, no hay discusión. Yo recuerdo que mi humilde mano la levanté en esa ocasión para tratar de debatir, preguntaba por qué razón se establecía esa fecha de primero de enero de 2005, se establecía como la fecha en la cual debería activarse el área de libre comercio para las Américas. Me llamaba la atención, pero por qué esa fecha, yo preguntaba por qué no puede ser el 2008, por qué no puede ser el 2010 quién, dónde se discutió eso.
No se discutió en ninguna parte, fue una imposición y lamentablemente me quedé solo con mi mano levantada y Venezuela dejó una reserva en el documento aquél en el cual los presidentes de entonces se comprometieron, a que para el primero de enero de 2005, el ALCA debería ser una realidad. Afortunadamente y esta es una de las cosas interesantes que están ocurriendo en América Latina, afortunadamente, amaneció el primero de enero de 2005 y el ALCA no existe, el ALCA no está, el ALCA murió para bien de nuestros pueblos porque el ALCA no es sino una propuesta imperialista, el ALCA no es sino una propuesta neocolonialista; y no sólo contra la América Latina, es contra Europa también, es contra Europa. El gobierno de Estados Unidos quiere adueñarse definitivamente de aquellos pueblos, de aquellos territorios, de aquellos recursos que son incalculables, de aquél mercado, gigantesco mercado, de aquellas economías. Afortunadamente se impuso, bueno, la resistencia de los pueblos y la conciencia de la mayoría de nuestros gobiernos, no fue posible que nos impusieran el ALCA y nuevos mecanismos de integración se están fortaleciendo en América Latina; no el mecanismo colonialista del ALCA y que es parte de nuestra modesta propuesta. Yo le he dicho siempre a los colegas latinoamericanos: bueno, pero ven acá, por qué nosotros no aceleramos primero, primero la integración nuestra. No nos dejemos atropellar, no nos dejemos imponer los tiempos vamos a imponer nosotros los tiempos, vamos a imponer nuestro propio ritmo. No nos dejemos arrastrar más, ya nos han arrastrado bastante en mi criterio, vamos a acelerar la integración de América Latina y el Caribe primero que nada, vamos a acelerar los suramericanos la integración de Suramérica primero que nada…»
El fin del ALCA sería sellado en noviembre de 2005 en la Cumbre de Mar del Plata, tomando las consideraciones geopolíticas del Comandante Hugo Chávez como elementos clave. De su mismo verbo observamos el no negarse a discutir de igual a igual con EEUU condiciones económicas que promuevan el desarrollo de nuestras patrias, pero no bajo los métodos de un ALCA cuyo sentido era erosionar nuestros intereses nacionales al punto de entrega absoluta a las determinaciones de factores fuera de nuestro control o influencia.
Hemos visualizado estos dos aspectos centrales ya que en ambos se encuentra la clave de la construcción de instancias multilaterales, multipolares. No se trata solo de la relación estratégica que la República Bolivariana de Venezuela tiene con poderosos actores del bloque multipolar que se levanta en el hemisferio oriental (China, Rusia, Irán, Belarus, Turquía), sino la configuración de esquemas nuevos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), como instancias nuevas sobre las que la actualidad regional bien puede retomar un sendero de trabajo mancomunado para la atención de temas que siguen vigentes en función del bienestar de los pueblos, como la pobreza y la desigualdad.
También abrieron las puertas del impulso de una Diplomacia Bolivariana de Paz, caracterizada por una visión soberana y antiimperialista, que desde la República Bolivariana de Venezuela se ha sabido desplegar en defensa de la paz y estabilidad de la Nación; justo con los cimientos del accionar político del Comandante Hugo Chávez quien no tuvo reservas en defender una América Latina con visión propia; reclamando respeto y construyendo lazos nuevos adapatados al tiempo histórico actual para hacer frente a la pretendida dictadura mundial que hoy subyace el conflicto mundial que estamos presenciando.
Apenas pinceladas breves de una geopolítica regional que cambió con la presencia de Hugo Chávez en el escenario político, y que de cuando en cuando vale mucho recordar y evocar en especial para las nuevas generaciones.