Por: Carolys Pérez .- Hace algunos años, cuando solo era una niña leí la historia de Ariadna, el personaje mitológico que enamorada del héroe griego Teseo, le ayuda a vencer al minotauro que tenía asediada a la ciudad de Creta; y que se dedicaba a secuestrar, violar y matar a las mujeres de la región. De este cuento nace la expresión el hilo de Ariadna para referirnos a una serie de observaciones, argumentos o deducciones que, una vez relacionados, nos llevan con mucha facilidad a la solución de un problema planteado que parecía no tener salida.
Me gusta mucho esta historia, debe ser básicamente porque me gusta conseguirle solución a las cosas que parecieran imposibles, pero ¿acaso esta no ha sido siempre la tarea invisible de las mujeres?
Últimamente me he encontrado debatiendo –incluso conmigo misma–- sobre el rol que hemos asumido en la historia y que hoy en día hemos decidido deconstruir para sentar las bases de un tiempo nuevo.
Las mujeres nos propusimos un reto: Acabar con el paradigma que nos estanca en roles históricamente femeninos. Ya han pasado varios años desde que nos planteamos un escenario que fue creciendo hasta hacerse indestructible, comenzamos exigiendo nuestra participación intelectual, electoral, sexual y el cierre definitivo y definitorio de los privilegios históricos otorgados para los hombres.
¿La razón? Es que vale la pena y más que la pena, vale la alegría indagar en el legado que contiene la historia, descifrar el binomio de la dicotomía y abrir una brecha que nos acerque más que distanciarnos. A esto quiero convocar hoy, a irnos a las calles que componen nuestra psiquis y armar un nuevo tiempo para el encuentro.
En algún momento, la escritora neozelandesa Katherine Mandsfield en su diario señalaba que las mujeres de algún modo escribían para reunir fuerzas y darle lugar de ser a todo aquello de lo que somos capaces; es lo que hoy nos trae aquí a darle entrada, no solo desde lo simbólico, sino desde lo razonable, al mes en el que gracias a Clara Zetkin rendimos homenaje a las mujeres caídas en la huelga de 1908 y que hoy están representadas por todas las fuerzas motrices de las mujeres en Venezuela y en el mundo.
Es hora de comprendernos como un territorio único y potente que es capaz de albergar una revolución que nos involucra a todas y a todos.
Estos territorios hoy se ponen en marcha para accionar conectadas con el presente, dibujando en colectivo el mañana para nuestros cuerpos como extensión geográfica de la Patria/Matria.
Es el momento de tejer nuestro propio hilo, de ser nuestras propias Teseo y nuestras propias Ariadnas, vencer al minotauro, descifrar la salida de lo imposible y abrir las puertas de esta historia que nos convoca.
¡Bienvenidas a marzo mujeres trabajadoras, hombres con ganas de hacer historia!
¡Solo juntas y juntos venceremos!