Cada sociedad, cada modo de producción en la historia occidental y oriental, del norte o del sur, ha construido en cada tiempo y espacio la cultura y por tanto los patrones de conducta que rigen la ética y moral de sus modos de vida.
En términos generales, la cultura ha operado como dotadora de sentido al mundo, haciéndolo comprensible para los sujetos. La cultura, entendiendo esta como la producción y reproducción espiritual, inmaterial, subjetiva e ínter-subjetiva de los seres humanos; opera en contextos histórico-sociales determinados como legitimadora y reproductora de las lógicas de acumulación y dominación de las clases que detentan el poder.
La ética que actualmente existe, en la sociedad capitalista, en su más reciente versión neoliberal y más reciente aún el capitalismo de vigilancia e hiperconexión digital, está cargada de infinita cantidad de fuentes históricas y filosóficas por ejemplo la ética de Aristóteles es teleológica, es decir, que identifica el bien con un fin. El filósofo defendía esta idea porque entendía, en su interpretación, que cuando los hombres actúan es porque buscan alcanzar un objetivo concreto, principalmente, la felicidad en la vida.
Por otro lado y época, en el prólogo a su libro ‘Contribución a la crítica de la Economía Política’, Carlos Marx afirmó que: «en la producción social de su vida, los hombres, –hoy diríamos y las mujeres– contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones que corresponden a una determinada fase del desarrollo de las fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.»
Es preciso tener en cuenta que moral y ética, aunque referidas a un mismo asunto, no resultan sinónimas. Como señaló Federico Engels, «hasta hoy toda teoría moral ha sido, en última instancia, producto de las condiciones económicas de la sociedad (…) Las ideas del bien y del mal han cambiado tanto (…) que no pocas veces hasta se contradicen abiertamente.
Por ejemplo, si nos venimos a nuestro continente, para no tener siempre visiones eurocentristas del tema, el aspecto del código moral y los valores de la sociedad Inca, estaban fundados en el trabajo y el buen comportamiento de su población. Las leyes básicas para mantener el orden social eran: no robar, no mentir y no ser ocioso.
La ética, ha sido para los pensadores de la modernidad, e incluso de la posmodernidad; la disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano.
Comprendiendo esto, surgen varias preguntas: ¿Cuál es la ética de la Revolución Bolivariana?, ¿cuáles principios éticos rigieron estos primeros años de la revolución?, ¿en que hemos avanzado, en que tenemos deudas?, ¿es necesario construir una nueva ética luego de 24 años de Revolución?, ¿qué riesgos tenemos con el bloqueo y el asedio, con la nueva época y reinterpretación del momento histórico?.
Durante los siglos XVIIII y XX, (DC), las luchas anticolonialistas, independentistas; y revolucionarias antiimperialistas y anticapitalistas, han dejado al mundo una gran cantidad de referentes, mujeres y hombres, que han servido de ejemplo generación tras generación para continuar luchando por un mundo más justo, equitativo y en armonía entre los seres humanos y con el planeta: Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Sucre, Manuela Saenz, Bartolina Sisa, Carlos Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo, Clara Zetkins, Antonio Gramsci, Mao Tse Tung, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Gandhi, Eva Perón, Malcom X, Jorge Rodriguez, Fabricio Ojeda y por supuesto Hugo Chávez; son algunos de los más resaltantes.
El Libertador Simón Bolívar percibe la ética como una versión de la “legitimidad”, entendida como adhesión al Estado (polis), donde el Poder Moral actúa a modo de la “paideia” (la formación de los niños) para modelar la moral social y política conforme al proyecto colectivo de nación.
En Venezuela, la ética es un principio rector de la actuación del Estado venezolano, consagrada así constitucionalmente. No en vano el Estado venezolano, a partir de la llegada del chavismo al poder, se inspira en la doctrina del Libertador Simón Bolívar, cuyo pensamiento y postulados influyeron en el constituyente de 1999 al concebir el Poder Ciudadano, pionero de los derechos humanos en el mundo.
En los primeros 14 años de Revolución Bolivariana en el poder, la Patria se convirtió en una escuela, el líder se transformó en maestro y director de la escuela al mismo tiempo y los principios del patriotismo, los símbolos patrios, los principales referentes históricos del país, se hicieron cotidianos, ya no éramos “un reguero e ́gente” como decía el Comandante, empezamos después de 200 años a beber de la misma fuente histórica, con consciencia y además a tener un proyecto común, nuestros próceres dejaron de ser bronce o lienzo y comenzaron nuevamente a cabalgar junto al pueblo, sobre todo con los más desposeídos, eso aún prevalece; y si no fuera así al presidente Nicolás Maduro, le hubiese sido imposible resistir la arremetida imperial de los últimos años. A esta forma de lucha y vida la acompaña una ética, del amor, de la honestidad, del desprendimiento, de la humildad, la disciplina, la solidaridad, la lealtad; profundamente democrática y participativa, llevada adelante por cientos de millones de compatriotas que llevan la espada de Bolívar y el morral de Chávez; pero ahora sabemos que al mismo tiempo –pero por otro canal–, corre libre una cultura hegemónica distinta, a veces más rápido y otras más lento, corren los valores del capitalismo, no solo en los enemigos de la Patria o en la industria cultural del sistema, sino a lo interno de la propia revolución y ha dejado heridas sensibles en proceso de sanación.
Veamos que decía el Comandante Chávez al respecto, en el temprano año de 2004, durante la presentación de su Mensaje Anual a la Nación: “…tenemos que despojarnos del individualismo, del egoísmo, de la ambición rastrera; y poner por delante los supremos valores del ser humano, ese es el camino de la salvación de nuestros pueblos, no hay otro. (…) A nosotros, como generación, nos atropellaron duro, muy feo, en la mente. Nos bombardearon, y en el siglo XX se fueron conformando, férreamente, en millones de seres humanos, los antivalores, el antihumanismo, el egoísmo; primero yo en la puerta del cielo y los demás al infierno, se oía decir. Ta’ barato, dame dos. Con los adecos se vive mejor, porque ellos roban pero dejan robar”, agregaba: “Los antivalores, el egoísmo, el consumismo, hacen estragos, ¿saben? Siguen haciendo estragos. Uno conoce familias a las que el gobierno les paga tres meses de aguinaldos haciendo un esfuerzo sobrehumano y más de la mitad de ese dinero lo dejan en una tienda comprando juguetes, el más moderno, la muñeca que da vueltas así, de carnero, y si no es esa, entonces el niño se siente mal, la niña se siente mal porque el vecino sí la consiguió. ¡No chico!, agarra tu niña y aunque tenga cinco años, comienza a explicarle la verdad del mundo; háblale, como padre, como madre, en vez de dejarte llevar por las corrientes que a ti te sembraron de niño y transmitírselas a ellos”, sentenciaba.
Con el bloqueo, el asedio, la persecución económica, la gigantesca campaña psicológica, se ha intentado vulnerar el tejido social construido en todos estos años. Y hoy lo dicen más abiertamente, cuando la OTAN declara la “Guerra Cognitiva” al mundo: el objeto de la guerra se reduce siempre al enfrentamiento de las voluntades humanas y por lo tanto, lo que define la victoria es la capacidad de imponer un comportamiento determinado al oponente, afirma transparentemente un estudio titulado Cognitive Warfare, del coronel francés de la OTAN, François du Cluzel, si esto lo publicaron en 2021 es porque desde hace mucho rato ya se venía aplicando.
Con esta guerra, provocaron que esa gran escuela patria de valores y principios éticos, se viera vulnerada en un sector de la población y replegada a la búsqueda de sus necesidades más básicas, de su yo más animal, del 2015 al 2019 vivimos un período complejo que llevó a la dirección político-militar de la Revolución a la defensa y contraataque permanente y a millones de militantes del núcleo duro bolivariano a atrincherarse para la defensa del legado de Chávez, el presidente Nicolás Maduro y la Patria. En este camino pasaron muchas cosas, millones de venezolanos y venezolanas se reafirmaron en su humanidad, en su solidaridad, organización, desprendimiento; también a lo interno surgieron las ratas que abandonan barcos en la primera tormenta o trataron de raspar ollas; y por otra parte un sector, el pro imperial, que necesitaba el sufrimiento del pueblo para lograr levantarlo y derrocar los sueños de Chávez de poder.
Todo esto ha generado grandes retos en materia formativa, educativa y de transformación cultural; cuando un país va pasando de la guerra a la vida necesita un nuevo método de interpretación de la realidad, una nueva forma de hacer las cosas; la victoria sobre los planes de muerte contra el pueblo venezolano, aunque no es definitiva, se convierte en una oportunidad de oro para la construcción de lo nuevo.
Con el presidente Nicolás Maduro guiando estos nuevos tiempos, es indispensable que las nuevas generaciones se sostengan sobre sólidas bases éticas para construir el socialismo y defender lo logrado y lo que está por lograrse, para ello debemos afirmar, sin duda, que es indispensable una nueva ética y aquí les dejamos una especie de decálogo práctico de acciones para su consolidación:
1. La formación tecno-política es clave para la consolidación de nuevas generaciones de revolucionarios y revolucionarias, a veces pensamos que esto es solo leer y parafrasear libros; cuando en realidad, además de estudiar, es indispensable entender que Bolívar, Miranda, Sucre, Zamora, Robinson, Fidel, el Che, Marx, y muchos otros y otras; son fundamentalmente referentes éticos concretos; los seguimos porque hicieron con sus acciones lo que afirmaban con su pensamiento y palabra.
2. Con Fidel decimos: “El ejemplo es una forma de aplicar la teoría, el ejemplo es una forma de educar a las nuevas generaciones, tiene una importancia enorme… El ejemplo crea virtudes, crea espíritu”. Si las nuevas generaciones miran vicios y desviaciones consumistas o prácticas políticas antidemocraticas, o elitistas, eso reflejarán; si ven desprendimiento, compromiso, honestidad, lucha y trabajo eso reproducirán.
3. Trabajando y aprendiendo de nuestra querida camarada María León decimos con ella: el Comandante Hugo Chávez es la suma de todos los sueños, el teórico y práctico fundamental del socialismo del siglo XXI, su aporte es incalculable y el “chavismo” se transforma en el pensamiento y método de lucha de los pueblos excluidos y explotados del mundo en el siglo XXI; así como el marxismo lo fue en el siglo XX, por ello debemos no sólo estudiarlo, sino practicarlo día a día; como el máximo referente ético concreto.
4. El proceso de reinterpretación del momento histórico lleva consigo peligros y oportunidades, la revolución cultural y ética necesaria para la construcción de una nueva Venezuela, pasa por la identificación de ellos en materia ecológica, económica, política, social, militar, internacional; el Comandante Chávez repetía en cada acción: ¿dónde está el socialismo?, hoy debemos decir en cada acción: ¿dónde está Chávez?
5. El Presidente Nicolás Maduro, se ha transformado en un referente ético, por su resistencia, coherencia y lucha hoy reconocida, dentro y fuera de Venezuela; él nos llama diariamente a luchar contra los vicios del burocratismo, la corrupción y la flojera, esta batalla tiene que ser de principios básicos y cada venezolano debe luchar por derrotar a esos vicios; no en abstracto o con discursos, sino en el día a día, como pueblo o como dirigente.
6. En medio de las batallas más duras de la última década en Venezuela, surgió una consigna en calles y pueblos: ¡Leales siempre, traidores nunca!. Esta resume un valor ético fundamental para futuras batallas: Lealtad a la Patria, al Pueblo, a la Revolución y su dirección político-militar para seguir soñando.
7. Hay algo básico para la interpretación de la realidad y la acción de cualquier revolucionario o revolucionaria: la conciencia de clase, la nueva época viene cargada de oportunidades económicas que buscan romper el bloqueo y derrotar la guerra, el objetivo de toda política bolivariana, debe ser empoderar a los más pobres y recuperar su calidad de vida; seamos veedores de esto permanentemente.
8. La solidaridad debe ser un valor intrínseco de la revolución, y comprender que esto no tiene fronteras es un legado chavista fundamental; donde haya una necesidad, donde haya un vulnerable; allí debe estar la mano solidaria de la Revolución Bolivariana.
9. Antidogmáticos, la nueva época nos convoca a pensar flexiblemente, la realidad de la hiperconexión y la virtualización de la vida, nos deja una urgencia, o nos adaptamos permanentemente o nos quedamos rezagados, no hay nada más contrarrevolucionario que el dogmatismo, revolución es cambio permanente, dialéctica, movimiento y transformación.
10. Finalmente todo se resume al valor fundamental que mueve las luchas más hermosas de la humanidad desde que surgieron las primeras diferencias de clases hasta nuestros días; y es el amor al prójimo el sentimiento más poderoso, su cultivo derrota el individualismo, el ego, la vanalidad; cuando nos mueve el amor, no hay barrera para llegar a la vida de un pueblo feliz y libre; será el amor quien mueva los escombros de la guerra y la muerte, y florezca de sus cenizas el mundo nuevo que sí, es posible, y antes que nada urgente.
Comunicador militante