En la presentación de las Obras Completas de Simón Rodríguez, editadas en un solo volumen por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez en 2016, la rectora Alejandrina Reyes define al caraqueño, “sin lugar a dudas” como “un maestro de la esperanza, un maestro para formar republicanos, un ser de pensamiento estratégico y complejo adelantado a su tiempo”.
Para Simón Rodríguez, el pensamiento complejo es aquel que relaciona los saberes, no los fragmenta, porque estos forman un tejido social (El filósofo francés Edgar Morin hablará en su libro El método volumen 1, publicado en 1977, ciento treinta y cinco años después de Simón Rodríguez, del término complexus, es decir, lo que está tejido en conjunto).
En 1842, la crítica de Rodríguez a esta fragmentación es sarcástica: “con el mayor descaro se habla ya, en nuestras tertulias, de la llegada de una colonia de maestros, con un cargamento de catecismitos sacados de la enciclopedia por una sociedad de gentes de letras en Francia, y por hombres aprendidos en Inglaterra”. Para Rodríguez, este modo de dividir el campo de los saberes en disciplinas amuralladas y clasificadas tiene por finalidad “no sólo desterrar el castellano, sino quitar a los niños hasta las ganas de preguntar por qué piden pan. Todo ha de ser puro: matemáticas puras, gramática pura, mitología pura, y todo jía y fía… sea el que fuere… puro”.
Simón Rodríguez tiene claridad meridiana de que la complejidad es la condición del universo, integrado y a la vez demasiado rico y variado para que podamos entenderlo mediante los habituales métodos simples mecánicos o lineales. Mediante tales métodos intradisciplinarios podemos entender muchas de las partes del universo, Rodríguez no lo niega, pero los fenómenos más amplios y más intrínsecamente relacionados que repercuten en la conciencia de clase solo pueden entenderse si estos están imbricados a través de principios y pautas; no detalladamente.
En 1843, Rodríguez explica: “Todo es obra de las circunstancias: no hay descubrimiento que no se deba a las circunstancias, ni arte que no tenga su origen en ellas: las ciencias se han formado, enriquecido y perfeccionado por las circunstancias en que se han hallado las cosas; y los que se han aplicado a observarlas, —los principios que reconocemos por generales— no lo son, sino porque gobiernan en todas circunstancias; y no lo son tanto, que no deban acomodarse a las circunstancias, en su aplicación”.