Torneo de hipócritas en plena Semana Santa
Fariseos de la anticorrupción
Al aflorar los detalles de las tramas de corrupción que han carcomido a Petróleos de Venezuela, la CVG y otros entes públicos, salen también a buscar tribuna los fariseos de la lucha contra la corrupción.
En tiempos bíblicos, los fariseos eran un grupo religioso a cuyos miembros les encantaba dárselas de estrictos cumplidores de las leyes de dios. Pero eran más apariencia que fondo y Jesús lo tenía muy claro. Por eso siempre los calificaba de hipócritas, a tal punto que las dos palabras se hicieron sinónimas.
Los fariseos de la anticorrupción se han multiplicado como hongos en el espectro de la sociedad venezolana; luego de que el gobierno tomara medidas inéditas contra altos funcionarios envueltos en delitos contra la cosa pública. Se les oye disertando al respecto, luego de mucho tiempo de silencio e inacción.
La Operación Caiga quien caiga los ha convertido en adalides de la pulcritud administrativa, aunque algunos son definitivamente sospechosos de estar también incursos en irregularidades y deberían, por lo contrario, estar dando explicaciones sobre su propio estilo de vida y acerca de por qué no se dieron cuenta de la clase de pillos con los que venían compartiendo a diario.
Pecadores dándose golpes de pecho
Otro efecto de las medidas tomadas por la policía anticorrupción, secundadas por el Ministerio Público, ha sido la aparición en las ubicuas redes sociales de numerosos pecadores aparentemente arrepentidos o, cuando menos, dándose golpes de pecho y asegurando que ellos (y ellas) no estaban metidos en los grandes y turbios manejos con fondos del Estado, sino que fueron sorprendidos en su buena fe.
Irónicamente, esas mismas redes sociales están llenas de los alegres testimonios previos de dichos personajes acerca de la babilónica vida que llevaban, como parte de una especie de aberrante jet set, mientras el grueso del país sufría las consecuencias del bloqueo estadounidense, de las medidas coercitivas unilaterales y de la desastrosa gestión de las camarillas ahora acusadas, formadas por titulares de puestos clave de la administración pública y supuestos “empresarios” oportunistas.
Ahora, las personas que formaron parte del entorno de esos fanfarrones, las mismas que ostentaban los lujos más desvergonzados en el país y fuera de él, se presentan como inocentes seres humanos que creían estar disfrutando de dineros bien habidos.
Falsos redentores que buscan el martirio
El escenario de la Semana Mayor fue también propicio para que aparecieran los falsos redentores en procura de un martirio que los ponga de nuevo en la cresta de la ola de una popularidad que perdieron hace largo tiempo.
Por ejemplo, el autoproclamado exdiputado Juan Guaidó sabe que sus delitos contra el patrimonio público alcanzan magnitudes comparables o superiores a las de las tramas de corrupción hasta ahora develadas por las autoridades. Sabe que ha estado impune debido a factores extrajurídicos y que en cualquier momento se romperá esa especie de protección con la que ha cometido enormes robos al patrimonio público.
Por ello, comenzó la Semana Santa lanzando alertas sobre su eventual detención, presentándose como un perseguido político hipotético, con el propósito de atizar su muy débil posición entre los precandidatos presidenciales opositores.
En dirección opuesta a la respuesta esperada por él, fueron muchos los venezolanos y las venezolanas (tanto chavistas como independientes y opositores) que aplaudieron la supuesta medida en su contra, pues hay consenso en que merece el mismo trato que los funcionarios judicializados hasta ahora.
Diablos golpistas con ropajes de ONG
Unos días antes de la conmemoración católica, el dirigente político golpista Leopoldo López se presentó ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas con el disfraz de vocero de una organización no gubernamental.
Es una evidencia más que notoria de la falsedad de dichas ONG, pues es claro que López es, sin discusión, el cabecilla de un partido político que se ha caracterizado por sus posturas insurreccionales y que, además, es un prófugo del sistema judicial venezolano.
Esa impostura es una manifestación extrema de la manipulación relativa a las supuestas ONG, que operan en Venezuela con financiamiento directo o indirecto de agencias oficiales estadounidenses o europeas, con el abierto propósito de derrocar al gobierno actual e imponer uno que se ajuste a las necesidades de las élites del capitalismo global.
La presencia de semejante sujeto con ropajes de líder de ONG es una prueba más de la necesidad de establecer claramente la normativa para que este tipo de entidades opere en el país.