La llegada de la ex Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, al Banco del Grupo BRICS avivó el mensaje del proyecto de desdolarización de las relaciones económicas en el seno de esta instancia; elevando mucho más la apuesta estratégica del gigante Amazónico
Sin tapujos, el Presidente de la República Federativa del Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, marcó la pauta en su propuesta con respecto al uso de otras monedas, comenzando por las nacionales, para el comercio internacional; rompiendo así la dependencia del dólar como exclusivo medio de intercambio financiero.
Tal cuestión fue parte de su propuesta regional, dentro del programa de gobierno que propuso como candidato a la Presidencia del gigante amazónico, con el aliciente de un acercamiento neurálgico a la República Popular China; llegando a firmar su gobierno un convenio con Beijing para empezar el avance hacia la eliminación progresiva del dólar como moneda de uso en los intercambios comerciales chino-brasileños.
Al margen del carácter económico disruptivo de esta propuesta, debemos puntualizar el contexto geopolítico que, sin dudar, también marca esta determinación estratégica del Presidente brasileño. Sus acercamientos a Washington promoviendo una alternativa de paz en torno a la Guerra en Ucrania, dadas las consecuencias globales que impone su desarrollo especialmente en materia social y económica, siendo parte de una recesión económica mundial que impactará con fuerza a nuestra región, no fueron bien recibidos por la administración Biden.
De hecho, y soslayando la experiencia del líder brasileño, la postura de Washington fue ejercer presión abierta para que Brasil formara parte del club de enemigos de la Federación de Rusia ahondando así la crisis propia de la guerra y poniendo un peligroso dipositivo de involucramiento de América Latina, a través de un país de tanta influencia política, en dicho conflicto con las amenazas que ello pueda generar.
Por su lado, la República Popular China desarrollaba una agenda de 12 puntos para la paz, llevada al seno de Naciones Unidas y rápidamente despachada por EEUU; sin que ello signifique su muerte como alternativa a la guerra actual y su prolongación innecesaria. De hecho, el encuentro entre los Presidentes de Rusia y China profundizó el trabajo para hacer permanecer la agenda, como una solución de largo plazo.
Es evidente que el absoluto desinterés de Washington por la propuesta de Lula, sumado a una agenda inexistente para la atención de los intereses nacionales de América Latina (básicamente la Doctrina Monroe sigue gobernando el hacer y pensar de los operadores políticos de la Nación del norte), y el intento de presionar a Lula como si fuese un político bisoño; marcaron distancia al menos en lo estratégico entre Wahington y Brasilia.
Dado el complejo contexto en lo económico y la ineludible existencia de un mundo multipolar, Lula decidió avanzar más allá de una propuesta tenue de moneda regional para el intercambio entre los países de la región latinoamericana, teniendo en cuenta además las complejas situaciones incluso ya pronosticadas por instituciones financieras internacionales, donde por ejemplo el Fondo Monetario Internacional ha dispuesto que, en 2023, las economías que más crecerán serán las de Venezuela y Panamá, por un orden aproximado de 5%; con un clima de recesión mundial impactando en el precio de las materias primas.
En ello, la llegada de la ex Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, al Banco del Grupo BRICS avivó el mensaje del proyecto de desdolarización de las relaciones económicas en el seno de esta instancia; elevando mucho más la apuesta estratégica del gigante Amazónico.
En tal sentido Lula afirmó: «¿Por qué todos los países están obligados a hacer su comercio amarrados al dólar? (…) ¿Quién decidió que el dólar sería la moneda (global)? (…) Hoy un país necesita correr detrás del dólar cuando podría exportar en su moneda propia» (…) ¿Por qué un banco como el de los BRICS no puede tener una moneda que pueda financiar la relación comercial entre Brasil y China, entre Brasil y otros países de los BRICS?»
Esta afirmación, junto a su visita oficial a Beijing donde fue recibido por el Presidente Xi Jinping para afianzar la hoja de ruta bilateral con acuerdos que fortalezcan el intercambio entre ambas naciones, ha terminado por entronizar la idea multilateral de enfocarse en la construcción de nuevas rutas financieras y métodos propios para comerciar; dejando de lado los vetustos dogmas unilaterales del mundo pos Segunda Guerra Mundial y pos Guerra Fría.
Esto se vuelve más exponencial cuando muestra la iniciativa de una de las economías más importantes del mundo y un claro factor de influencia geopolítica en América Latina, papel que siempre ha sido clamado en diversas oportunidades; dada la tradicional cautela de la diplomacia de Itamaratí que parece agarrar nuevos bríos con el impulso de Lula al frente de la Presidencia.
Tanto es así, que las respuestas no se han hecho esperar; sobre todo desde EEUU, donde su élite política se ve cada vez más aislada de una región en la que su influencia ha tenido muy poco de positiva, por privilegiar sus intereses como únicos y exclusivos por encima de los de los pueblos latinoamericanos; cuestión ya inviable en este siglo XXI.
Por ejemplo, la preocupación del Senador por el Estado de Florida Marco Rubio delata claramente las verdaderas causas de la rabia de los operadores políticos de Washington, valorando los acercamientos entre Beijing y Brasilia: «… en cinco años no tendremos que hablar de sanciones porque habrán tantos países que operen en monedas distintas al dólar que ya no podremos sancionarlos».
Dicha afirmación no es poca cosa, ya que la estrategia general de desdolarización del intercambio económico entre varios países, donde Lula da Silva se ha convertido en su vocero principal, tiene en proyección dos cuestiones evidentes:
- Romper en proyección con la estrategia de sanciones o medidas coercitivas unilaterales que como Doctrina viene utilizando la élite estadounidense para tratar de sostener una hegemonía excepcional y exclusiva que hoy no se corresponde con la realidad mundial.
- Fomentar la construcción de una nueva economía mundial a partir de la visión de desarrollo compartido que viene impulsando con fuerza el bloque de poder multipolar encabezado por la República Popular China y la Federación de Rusia, contando ahora con un aliado importante como Brasil que bien puede pivotear en los BRICS la agenda trabajo que se desarrolló en la reciente Cumbre Antiinflacionaria, donde diez países de América Latina buscan juntar esfuerzos sobre un tema que afecta la cotidianidad de nuestras naciones, necesitando palancas alternativas para el desarrollo de políticas de protección para los pueblos de la región.
Entonces, desdolarizar la economía o el intercambio comercial, cuestión que va anclado a un trabajo de mediano y largo plazo por su progresividad táctica; va más allá de un sencillo modo de intercambio comercial y financiero. Se trata de romper las amarras estratégicas que impiden el desarrollo y por ende una América Latina definitivamente multipolar.
Esa es la apuesta de Lula en el largo plazo.