El 1° de mayo de 1810, varios músicos recibieron de Rodulfo Basalo, administrador de fábrica de la catedral de Caracas, 20 pesos por haber interpretado el Jueves Santo de aquel año, junto con la capilla catedralicia, la Misa en Re del compositor caraqueño José Ángel Lamas (1775-1814). Para comprender a profundidad el significado y la trascendencia del 19 de abril de 1810, debemos entender que el rey de España era, desde el 6 de junio de 1808, José Napoleón I, hermano del emperador Napoleón Bonaparte. Los patriotas españoles le llaman el «Rey Intruso» y se oponen a éste desde Cádiz, ciudad española que funge de capital patriótica defensora de Fernando VII.
Para el momento que, en Caracas, un grupo de venezolanos dan un golpe de Estado a la Casa de Los Borbón, el jueves santo de abril de 1810, el rey, considerado cobarde, cruel y falso; vive a sus anchas en el Château de Valençay, donde Bonaparte lo ha confinado en medio de un clima difuso. Los patriotas, es decir, los súbditos borbónicos, desconocen que Fernando VII y Carlos IV, su padre, entregaron el reino a Napoleón en las llamadas «Abdicaciones de Bayona».
El 15 de marzo de 1810, Sebastián Francisco de Miranda publica en Londres el periódico «El Colombiano», trabajado en la imprenta de R. Juigné, de carácter anti-bonapartista. Con este medio comunicacional, Miranda intentó ganarse el favor de los británicos para conseguir aliados que coadyuvaran en la independencia americana, difundiendo las ideas de libertad, justicia e igualdad, de las que eran privadas las colonias de la Abya Yala, en un intento por cambiar la opinión pública en Europa, a través de los atropellos que el reino de España cometía en sus colonias.
Por otra parte, Miranda, que anhelaba hacer de la América hispánica una confederación llamada Colombia, pretendía enterar a las provincias ultramarinas de lo que sucedía en España en materia política y militar, relacionadas a su propia situación, a fin de ponerlas en estado de juzgar y decidir sobre su suerte. A pesar de los esfuerzos de Miranda, los ingleses le negaron su apoyo, argumentando que la libertad sólo era causa de los Reinados Colonialistas.
El 2 de mayo de 1808, a primera hora de la mañana, grupos de madrileños comenzaron a concentrarse ante el Palacio Real. La muchedumbre conocía la intención de los soldados franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula —último miembro de la familia real que permanecía todavía en Madrid.
Benito Pérez Galdós describió estos sucesos: «En el Pretil de los Consejos, por San Justo y por la plazuela de la Villa, la irrupción de gente armada viniendo de los barrios bajos era considerable; mas por donde vi aparecer después mayor número de hombres y mujeres, y hasta enjambres de chicos, y algunos viejos; fue por la plaza Mayor y los portales llamados de Bringas. Hacia la esquina de la calle de Milaneses, frente a la Cava de San Miguel, presencié el primer choque del pueblo con los invasores, porque habiendo aparecido como una veintena de franceses que acudían a incorporarse a sus regimientos, fueron atacados de improviso por una cuadrilla de mujeres ayudadas por media docena de hombres».
¿Qué ocurrió en Caracas al conocerse estos sucesos? Se intentó formar una Junta autónoma similar a la de Cádiz, la cual había asumido la Casa Borbón en España. El 28 de julio de 1808 y en atención a un oficio del Capitán General, el Cabildo caraqueño se reunió a fin de pronunciarse sobre el proyecto de constituir una Junta de Gobierno como en la Península. El Cabildo acordó tomarse el tiempo necesario para estudiar la materia y elaborar el proyecto, nombrando una comisión para ello. El documento estuvo listo para el día siguiente: Integraban la Junta el capitán general, don Juan de Casas, que sería su Presidente y 17 vocales representativos de las autoridades de la provincia de Caracas.
La Junta no contempló desconocer a las autoridades constituidas, pero aunque no se lo propusiese, el espíritu del prospecto y los términos en que se sugiere su aprobación, constituyen la introducción inequívoca de una novedad en el gobierno de la provincia al crear una instancia deliberativa y con poder de decisión distinta a las constituidas, la cual debía ser reconocida, acatada y reverenciada por todos los cuerpos civiles, políticos y militares de la provincia.
El proyecto fue aprobado por el Ayuntamiento, pero no por el Capitán General quien recibió instrucciones de la Junta Suprema de España y las Indias en las que se le confirmaba como máxima autoridad de la Capitanía General y se le exigía mantener la fidelidad a la monarquía de los Borbón y al orden establecido. El Ayuntamiento tuvo que aceptar a la Junta de Sevilla, pero los vecinos principales (miembros de las principales familias criollas; y comerciantes peninsulares y canarios ricos) decidieron elaborar un proyecto de Junta a fin de adelantar alguna iniciativa que les permitiera atender el vacío de poder y la inestabilidad política, como lo habían hecho las provincias de España. El Capitán General recibió el documento el 24 de noviembre de 1808, pero lo rechazó y ordenó el arresto de los mantuanos conjurados.
El concierto sacro de aquel Jueves Santo, bajo la égida de Cayetano Carreño, hermano de Simón Rodríguez, servía de señuelo ideal para el inicio del movimiento independentista de Venezuela por las ventajas que las actividades eclesiásticas proporcionaban para la difusión de la información en torno a los hechos políticos que se buscaba alcanzar.
El musicólogo de la Camerata Barroca de Caracas, David Coifman Michailos, nos cuenta en su artículo El «concierto sacro» del 19 de abril de 1810: 0 la conjura eclesiástica de Andrés Bello (1781-1865): “Las prescripciones de las Reglas de coro de la Iglesia Metropolitana de Caracas para el Jueves Santo, 19 de abril de 1810, se acataron de manera inexorable. A las seis de la tarde del día anterior, Miércoles Santo, se cantaron las tres Lamentaciones del profeta Jeremías con las que se iniciaba de manera oficial el Triduum Sacrum: tres días de luto por la crucifixión y muerte del hijo de Dios. A las siete de la mañana sonó la campana del Santísimo Sacramento para llamar a la feligresía caraqueña a asistir al Oficio de Prima, a la Misa de las ocho y a la procesión por parte de la cofradía catedralicia del Santo Sepulcro. Con la doxología final de la plegaria eucarística se inició la prohibición de doblar las campanas hasta la entonación del Salve a las seis de la tarde del Sábado Santo. A las dos y media de la tarde, sonó el Chripitúsculo para llamar a la asistencia de la Seña, y a las tres al Mandato, hasta concluir las ceremonias en el rezo de las Completas. Se escuchó de nuevo el Chripitúsculo, durante media hora hasta las cinco de la tarde, cuando se celebró la Seña y los miembros de la Tribuna interpretaron las tres Lamentaciones de Viernes Santo. Con el toque de Queda por el Chripitúsculo, a las nueve de la noche, se llamó a la prohibición del libre tránsito por la ciudad, con penalidades que incluían prisión. Fue un día de duelo catedralicio, verificado en el recibo de pago a los músicos extraordinarios que cantaron y tocaron la Misa matutina y las Lamentaciones vespertinas de aquel memorable Jueves Santo”.
El 19 de abril de 1810, el Ayuntamiento caraqueño desconoció al capitán general Vicente Emparan y Orbe y lo sustituyó por la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, iniciando el proceso que condujo a la declaración de Independencia el 5 de julio de 1811.
El cronista de Caracas, Mario Sanoja Obediente, señaló que la Venezuela de 1810 tenía un 95% de población que vivía en la miseria. Este sector social formado mayoritariamente por el pueblo originario y personas africanas esclavizadas no se sumó a este golpe de Estado contra la corona española. Pero sí lo hizo, en un primer momento, para alcanzar la libertad bajo la conducción del resentido, José Tomás Boves, desconociendo sus nefastos objetivos; y luego formaría el Ejército de Pueblo comandado por Bolívar que derrotaría a España.
La clase social formada por los pardos, constituía un polémico sector de la sociedad colonial de la Capitanía General de Venezuela, y representaba la mezcla del blanco, indio y negro. A diferencia de la conspiración de los mantuanos de 1808, que fue fallida porque no contó con la ayuda de los pardos, el proceso independentista de 1810 fue sostenido por los pardos con las armas en la milicia. El capitán general Emparan fue despojado del poder con el rechazo rotundo que se escuchó de una multitud que se encontraba frente al balcón del Ayuntamiento, y que abrió paso para la conformación de una Junta Suprema de Caracas. Los pardos, armados de bayonetas, fusiles y sables, sometieron por la fuerza a las autoridades coloniales.
Tan importante es esta fecha, que el 19 de abril de 1820, nuestro Libertador Simón Bolívar dijo en San Cristóbal: “El 19 de abril de 1810 nació Colombia”.