El 18 de mayo de 2001 el Comandante Hugo Chávez hacía una valoración de su visita a la Federación de Rusia. Una jugada estratégica de la República Bolivariana de Venezuela que rompía la tradición de exclusividad en materia de relaciones exteriores con EEUU y Europa Occidental; especialmente en la visión de sujeción o subordinación a los intereses de estos territorios y sus élites; y bien alejados de los intereses de nuestros pueblos, cuestión que hoy sigue siendo una pugna cotidiana.
Lo cierto es que, para llegar a la situación actual, por la presencia del Canciller ruso Seguéi Lavrov en América Latina, fundamentalmente en naciones estratégicas, no solo para Moscú sino además para la agenda multilateral e irrupción del nuevo orden mundial; es ineludible ver la historia y entender lo estratégico de este momento y de esta presencia en nuestra región.
Entonces es bueno recordar las palabras de Chávez, por allá en 2001, durante el cierre de su visita al país eslavo:
«… [ha sido] una visita extraordinaria, una visita del más alto nivel; en verdad se ha consolidado una alianza estratégica entre Rusia y Venezuela, hoy podemos decir al mundo que es una realidad esta importantísima alianza estratégica orientada dentro del proyecto de la revolución bolivariana, recordemos una de las líneas estratégicas de nuestra revolución tiene que ver precisamente con la incorporación de Venezuela en este mundo pluripolar, mundo de libertades, mundo de desarrollo éste que comienza en el siglo XXI, se ha consolidado la visión pluripolar, las relaciones entre Rusia y Venezuela, entre Europa, Asia y América Latina forman parte de esta nueva realidad; déjenme decirles que con mi amigo y hermano, el presidente de la Federación de Rusia, el excelentísimo señor Vladimir Putin, hemos firmado el día 14 de este mes de mayo una declaración conjunta y vaya qué declaración, de verdad es la declaración conjunta más profunda, más amplia y más completa que haya firmado este humilde servidor con Presidente alguno en el mundo; nos hemos comprometido a luchar juntos, el gobierno de Rusia, el gobierno de Venezuela, el pueblo ruso, el pueblo de Venezuela en una serie de diversas actividades en lo político juntos, en lo geopolítico juntos, impulsando esta alianza estratégica del mundo pluripolar, en lo económico.»
Por supuesto si algo ha cambiado en el contexto internacional actual, es la determinación belicista de los poderes agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte ─OTAN─ para frenar en seco cualquier proceso expansivo de ese nuevo orden mundial multilateral, con un polo claramente lanzado en pos de una propuesta de desarrollo compartido, afianzado hacia una nueva escala desde que el Presidente de la República Popular China, Xi Jinping, visitó a Vladimir Putin hace unas semanas.
Ello incluye una visión de trabajo en todo el orbe, posicionando los temas concretos de mutuo beneficio (economía, petróleo, energía, tecnología, desarrollo, lucha contra la pobreza); y no simplemente pretendiendo asuntos de manera unilateral como única, definitiva, exclusiva e incuestionable forma de relacionarse. Parte sin duda de aquella dictadura mundial que el líder bolivariano denunció en 2006 ante Naciones Unidas, bajo la mampara de una supuesta «lucha contra el terrorismo».
En este contexto la visita del canciller ruso por nuestro continente posee al menos tres variantes que es necesario observar; dentro de un proceso propio de pugna entre unilateralismo y el multilateralismo que también encuentra un campo de batalla diplomática:
- Incorpora en su agenda de trabajo a la República Federativa del Brasil, cuyo gobierno encabezado por el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, ha decidido apostar en definitiva por consolidar una visión de mundo multipolar, globalizado, moderno, donde diversas vertientes de relación política, económica y cultural y una determinada ruptura con anquilosadas y atrasadas posturas arrogantes, como el exclusivo uso del dólar como medio de intercambio comercial inalterable, posicionan al gigante amazónico como un actor de revitalización de nuevos esquemas de unión, desarrollo y trabajo conjunto en pro de los problemas concretos propios de los actuales desafíos mundiales.
- Aborda una gama de temas que junta preocupaciones sobre como resolver el problema de la pobreza, la desigualdad, el desarrollo científico y técnico, la productividad, la sustentabilidad energética, en un contexto de recesión mundial, pospandémico, de burbuja financiera e inflación en los otrora únicos centros de poder mundial; así como de guerra multiforme donde las sanciones económicas y las provocaciones militares, como la desencadenada en Ucrania y la pretendida en Taiwan, amenazan directamente la paz en el mundo y nuestra propia supervivencia como especie.
- Presencia política de la Federación de Rusia en la región latinoamericana, considerando las posibilidades concretas de avanzar con sus aliados estratégicos en una agenda común de acción, atada a problemas concretos que afectan a nuestros pueblos y no construcciones áereas de filosofía política, aprovechando a su vez el aislamiento y torpeza característica de una generación política estadounidense aislada de la región; sobre la cual, en principio y si no fuera por su ejercicio monroísta, debería al menos haber aprendido a tener una visión más constructiva y menos arrogante.
Sobre estos tres pivotes, Lavrov pisó territorio brasileño; y desde el primer momento las declaraciones y visiones expuestas dejaron claro que la determinación de la diplomacia de Itamaraty, hoy capiteanada por Lula, es hacer retornar ese país a un rol de liderazgo regional; pérdido en todo sentido con su antecesor Jair Bolsonaro.
Lavrov en Brasilia no se guardó nada; afirmando no sólo que ambas naciones estaban en clara sintonía, comprendiendo las verdaderas razones de la guerra en Europa del Este, saludando los esfuerzos de Brasil en la búsqueda de la paz; sino que además afirmó, como lazo de alianza por el multilateralismo; que ambos Estados se encuentran: «… unidos por el deseo de contribuir a un orden mundial más democrático y multipolar, basado en el principio fundamental de la soberanía y la igualdad de los Estados».
En una devolución de gentilezas, irritante para Washington, el canciller brasileño Mauro Vieira complementó: «Hablamos de varios temas relevantes de la agenda internacional y regional, subrayando que los enfoques de Brasil y Rusia sobre las cuestiones que suceden hoy en el mundo son similares».
Las reacciones en el norte no se hicieron esperar, dado el enfoque similar de dos naciones que aproximan sus posturas estratégicas luego de la pretendida y torpe acción de la Casa Blanca de querer tratar a Lula como un político bisoño.
En Washington, funcionarios muy por debajo del Presidente Joe Biden decidieron enfilar infantilmente contra el Presidente brasileño a quien tildaron de «loro» de los enfoques y aseveraciones vertidas desde Moscú, así como en cuanto sus posiciones con su aliada China. Una histeria inútil que aisla más a EEUU del continente, por mucho que intenten hacer presencia en Argentina con la Jefa del Comando Sur, Laura Richardson, mientras nos entregan estas tontas piezas discursivas.
Su paso por Venezuela, donde tuvo encuentros con el Canciller Yván Gil, la Vicepresidenta Ejecutiva Delcy Rodríguez y el Presidente de la República Nicolás Maduro, otorgó varias e interesantes posturas dentro del marco binacional y multilateral.
Lavrov reafirmó la necesidad de avanzar hacia un esquema de batalla contra las sanciones o medidas coercitivas unilaterales, como formas inaceptables para el nuevo orden mundial: «Venezuela, Cuba y Nicaragua son países que eligen su propio camino (…) Es necesario unir fuerzas para contrarrestar los intentos de chantaje y presión unilateral ilegal de Occidente», expresó el canciller ruso en medio de la revisión a varios convenios de cooperación estratégica entre ambos Estados.
Incluso, en el caso venezolano, se llegó a plantear la posibilidad de avanzar aun más en el trabajo de los equipos técnicos del Banco Central de Venezuela y del Banco Central de Rusia para lograr fórmulas de intercambio financiero que nos liberen de los grilletes del dólar, tal como lo confirmó el canciller venezolano en una noticia que bien puede ser otra nueva alianza que vaya en la misma autopista de la suscrita recientemente entre Brasil y China.
El canciller ruso cerró lanzando una perlita en forma de piedra a las vidrieras de la Casa Blanca: «Haremos todo lo posible para que la economía de Venezuela dependa cada vez menos de los caprichos y los juegos geopolíticos de EEUU o de cualquier otro actor del campo occidental».
Luego sostuvo reunión con el canciller del Estado Plurinacional de Bolivia, Rogelio Mayta, donde abordaron entre otros temas, la invitación al Presidente Luis Arce para hacer una visita oficial en Moscú a su par Vladimir Putin, al tiempo de trabajar un asunto de acercamiento conjunto, como lo es el grupo BRICS, explorando las posibilidades de un apoyo de Rusia para que la nación del altiplano ingrese a este grupo de carácter eminentemente multipolar.
La llegada de Lavrov a la República de Nicaragua signa un nuevo momento de relación con una Nación estratégica, si apenas consideramos los proyectos suficientemente factibles de abrir un canal interoceánico que pueda conectar el caribe y la fachada atlántica con el océano pacífico sin depender exclusivamente del canal de Panamá, con las consecuencias geopolíticas de ello.
Reunidos en Managua el Presidente Daniel Ortega no se anduvo con rodeos con respecto a caracterizar la guerra en Ucrania; saludando los esfuerzos de Rusia por preservar algo más que su propia existencia como Estado:
«La Federación Rusa está librando una batalla por la paz, no es contra una nación, es contra los fascistas, los nazis que hace 16 años dieron el golpe de Estado ahí en Ucrania (…) y son los hijos de Hitler los que están ahí gobernando», expresó Ortega en su encuentro con el canciller; donde dieron valor estratégico a la multipolaridad como medio de hacer la paz y ratificaron una alianza para el trabajo conjunto en energía atómica con fines pacíficos.
A esto suma la relación de intercambio militar que incluye el ingreso de tropas y elementos bélicos del país eslavo en Nicaragua, cuestión que ha sido vista con preocupación desde Washington, donde se han fraguado todo tipo de agresiones en contra del Gobierno de Daniel Ortega, promoviendo una especie de Revolución de colores al estilo de Ucrania, y Venezuela en 2018, que resultó derrotada por el pueblo y, evidentemente, alejando toda posibilidad de buenas relaciones con el país del norte.
El final de la gira de Lavrov fue la República de Cuba, donde fue recibido por el Presidente Miguel Díaz Canel Bermúdez y por el Comandante Raúl Castro, momento donde se abordaron varios temas de la agenda bilateral incluida la posibilidad de elevar la escala de intercambio militar entre ambos pueblos.
En el marco de su rueda de prensa en la Isla el canciller reafirmó la nueva concepción en materia de política exterior hacia América Latina, que implica elevar los niveles de acercamiento y cooperación sin que ello implique la imposoción de recetarios de ningún tipo.
Al mismo tiempo, e interrogado sobre el tema militar entre los ámbitos de cooperación rusa-cubana, Lavrov expresó: «Nuestra cooperación militar con Cuba se desarrolla con éxito, de conformidad con los acuerdos entre ambas partes y entiendo que las formas de esa cooperación militar convienen tanto a la parte rusa como a la cubana».
Es muy claro que esta gira nos deja un nuevo nivel de escala en las relaciones del gigante euroasiático con un continente que hoy juega un papel clave en la pugna mundial que estamos presenciando.
Una gira geopolítica que impacta duro en las costillas del imperio estadounidense, cuya agenda se que ha quedado a la zaga de los problemas latinoamericanos y anclada en cuestiones que lejos de ayudar en sus propósitos lo aisla de manera creciente, como pretender ganar adeptos a su visión belicista no solo para el tema de Ucrania; sino para su plan global de freno al mundo multipolar que avanza con paso indetenible.
Rusia les ha sacado varios cuerpos de ventaja a partir de esta gira.