Desde hace cien años, el 03 de mayo tiene una connotación especial. Naciste tú, papá. Cúa, tu tierra natal, se llenó de esperanzas, reverdecieron sus campos, retumbaron los tambores y su gente bailaba al son de un joropo mirandino. La abuela, como lo visibilizaste en tus sueños, te arrullaba y colmaba de besos mientras apretabas con tus labios inexpertos el pezón febril, pleno de amor y dulzura, pleno de savia de hombre bueno, luchador por las causas justas, por un mundo digno para la humanidad. Así creció mi viejo, así se hizo grande y grandioso. Con las manos entrelazadas, Majita y tú bordaron nuestro humilde y acogedor hogar, donde de niños dimos rienda suelta a inocentes travesuras e ilusiones, las mismas que hoy con añoranzas compartimos con nuestros hijos, hijas, sobrinos, sobrinas.
Papá, tu presencia en nuestras vidas es infinita, aún te oímos cantar en nuestra almohada. Como dulce melodía, aún escuchamos el teclear de tu máquina de escribir, donde en ocasiones plasmabas recias disertaciones por la unidad de los pueblos y la clase obrera, y en otras tantas, hermosos poemas y epístolas desbordantes de amor para la mujer amada, compañera de vida, y para quienes tuvimos la fortuna de ser frutos del encuentro mágico de esos robles enamorados: Alicia Margarita, Clarita, Mario, Esperanza, Amazonas, Asia, Vladimir y Ernesto. Es necesario recordar a Armandito, el primogénito de los Villegas Poljak, quien murió de gastroenteritis siendo bebé, producto de la situación económica caracterizada por la precariedad de los primeros momentos de su larga y hermosa unión. Aún recuerdo a papá decir que daría su vida por saber dónde estaban enterrados sus huesitos en el Cementerio General del Sur. Imagino que donde se encuentren, Chipilin estará en sus brazos, recibiendo el calor y amor que siempre guardaron para él y derramaron sobre nosotros y nosotras.
Hoy, ya grandecit@s, con nuestra propia descendencia, ese legado de los viejos, con ese mismo amor, con la profundidad de sus valores y enseñanzas, crecieron y se encaminaron nuestros retoños, de quienes nos sentimos profundamente orgullos@s, al ver en sus rostros, personas de bien, dispuestos y dispuestas a transitar por sus propios senderos, que de seguro, los conducirán a labrarse un porvenir, con la certeza, que desde ya auguro, será maravilloso, como maravillosa es y será su nueva familia, nuestros nietos y nietas y sobrin@s nietos, que enternecen nuestras vidas, llenando de colores nuestra otoñal cabellera y siempre primaveral existencia. Aquí papá y Mami, reside nuestra mayor riqueza. La compartimos con ustedes.
Gracias por tanto.
Amazonas Tatiana