Cuando la cotidianidad digital compite con la cotidianidad analógica, surgen nuevas narrativas, ahora afectadas por la incursión de la Inteligencia Artificial (IA). Existe miedo, fatalismo, pero también optimismo ante el nacimiento de nuevas oportunidades para enfrentar hegemonías comunicacionales que se pensaban invencibles. ¿Cuánto vives en Facebook, en Instagram, en Twitter; y lo que sucede allí tiene mayor relevancia ante tu existencia de carne y hueso?
Jack Bravo, conductor del programa Atomun que transmite TeleSur, durante el Foro “Retos para la humanidad en la comunicación a través de las plataformas digitales”, realizado por la Universidad Internacional de las Comunicaciones (Lauicom) el viernes 2 de junio de 2023, expuso la necesidad de asumir las posibilidades que ofrecen los entornos comunicacionales emergentes; para lograr ejercer una comunicación de resistencia exitosa.
“Para hacer resistencia en la geopolítica tecnológica, tenemos que dar la batalla desde adentro”, exhortó.
Recordó cuando el presidente Hugo Chávez se atrevió con su cuenta de Twitter: @ChávezCandanga, a ser un David frente a un Goliat, generando una narrativa emancipadora en escenarios hasta entonces dominados por los grandes emporios transnacionales de la comunicación.
El ponente pidió a su audiencia, la VI Cohorte del Diplomado en Comunicación Política de LaUicom, asumir los retos impuestos por el advenimiento de la inteligencia artificial, ante la creciente popularidad del ChatGPT, una iniciativa emanada de las grandes corporaciones.
ChatGPT fue desarrollado por OpenAI, una organización de investigación y desarrollo de inteligencia artificial con sede en San Francisco (California), fundada en 2015 por Elon Musk, Sam Altman, Greg Brockman, Ilya Sutskever y Wojciech Zaremba, entre otros científicos e ingenieros.
Elon Musk, un magnate surafricano, además de fundador de OpenAI, es director general, inversor ángel y arquitecto de productos de la empresa Tesla; también de SpaceX y Neuralink.
Pero no hay que tener miedo —recomienda Jack Bravo— hay que atreverse a empezar a incursionar en estos nuevos escenarios comunicacionales.
Explico cómo la pandemia del Covid 19 generó un cisma que impuso el distanciamiento social, lo que motivó a buscar modos innovadores para mantenernos activos sin violar los protocolos de bioseguridad, entonces se impuso una comunicación a la carta basada en bits, que se propuso compensar las relaciones cara a cara atrofiadas por el aislamiento obligatorio.
Surgió lo que denomina “placebo digital”, que trata de mantenerte conectado, y como ha sucedido otras veces, se decretó la muerte de los “viejos” medios, entonces la radio se convirtió en podcasts, y la TV en transmisiones streaming.
Con la llegada de la IA se ha tratado de llevar el pensamiento humano a un lenguaje matemático, basado en sofisticados algoritmos. En este momento esta propuesta tecnológica está siendo impulsada por los grandes emporios tecnológicos. Es una red neuronal que se basa en el entrenamiento para saber patrones de consumo.
Como en otros momentos, el advenimiento de nuevas tecnologías ha generado una visión fatalista: ¿Las IA me van a quitar el empleo? Llegando incluso a temer el fin de la humanidad.
Jack Bravo no cree en el advenimiento de un futuro posapocalíptico, al estilo de la película Terminator, donde las máquinas subyugan a la humanidad y John Connor es el líder de la resistencia a la tiranía de las máquinas.
“Al final va a depender de cómo mediamos con estructuras de resiliencia comunicacional.
¿Qué nos ha faltado? ¿Qué nos ha fallado? Tener una mayor comprensión de esa realidad.
Cada día incorporamos a nuestro discurso el hashtag (etiqueta) el arroba para decir te estoy hablando a ti, y justamente te estoy dirigiendo mi discurso a ti, porque quiero que captes mi atención. Cuando hablo de una burbuja de ocio, es la individualización llevada a su máxima expresión, es decir, yo soy dueño y señor de mi red, y elijo con quién quiero relacionarme”, reflexiona.
Considera que para poder construir, no solamente una comunicación de resistencia, sino espacios de saber y entendimiento; hay que escuchar al otro.
“También podemos ceder a esa persuasión que pretende hacernos cambiar lo que pensamos, y nos impulsa a renunciar a nuestra identidad, ceder nuestra soberanía, pero la soberanía no puede ser un eufemismo. Tiene que ser verbo, acción. Y para ello hay que romper con este panóptico digital y atrevernos a usar los dispositivos, porque al final son herramientas; y el que piensa que está condenado a perder su empleo, tendría que replantearse el hecho de aprovechar una oportunidad de reaprender”, expone.
Como dijo Aldous Huxley en su libro “Un mundo feliz”: a veces, lo que nos llena de alegría y satisfacción, termina dominándonos y se transforma en un placebo digital.
“Valemos por la cantidad de “likes”, o por cuántos seguidores tenemos. ¿Somos realmente eso como humanidad? Para las corporaciones sí; pero habría que asumir el reto de comunicar desde cualquier tejido humano”, sugiere Bravo.
Y agrega: “Debemos ser conscientes del reto que tenemos ante nosotros. ¿Partimos con desventajas? Sí, pero estamos obligados a, no solamente atrevernos a probar, debemos confrontar y enfrentar estas nuevas hegemonías del capitalismo cognitivo. Hoy estamos sujetos a nuevos espacios de comprensión, porque la comunicación ya dejó de ser el emisor y receptor, porque al final la persona que envía un tuit genera una matriz de opinión, sea verdadera o falsa, ya sembró la idea, la duda. Y nuestro reto es ir a la verdad”.
Finalmente se pregunta, “¿Está en riesgo nuestra soberanía con las nuevas tecnologías? La soberanía no puede ser un eufemismo. No podemos quedamos de brazos cruzados. Tampoco se trata de salir a las calles y protestar sin una razón; es justamente desmontar cualquier ataque comunicacional con argumentos”.
Concluye que ha habido un secuestro del conocimiento y también una discriminación, alegando que la gente del sur no puede crear dispositivos o sencillamente no puede tener nuevas experiencias educativas, porque todo tiene que emanar del establishment, que impone la pérdida de la identidad, desdibujarse.
“Los escenarios son diversos, de resiliencia, emancipación, y usted decide si se rinde, si es fatalista, o asume el reto de ejercer una comunicación de resistencia desde adentro. No hay que olvidar que la comunicación es poder”.