La entrada en el segundo semestre de este 2023, nos enmarca al menos tres cuestiones que resultarán claves para el mediano y largo plazo mundial; en tiempos dónde todo el proclamado y cacareado orden internacional basado en reglas, sencillamente dejó de existir; tanto como la pretensión hegemónica unilateral y su pax americana asociada, con la cual la élite de poder en EEUU trató de imponer al mundo su orden; claro de acuerdo a sus intereses estratégicos y no visualizando otra cosa.
Estos tres elementos son:
- La guerra en Ucrania y su prolongación determinada en el espacio y el tiempo, con los peligros que eso expone, y especialmente para una región, (América Latina) que es un espacio vital rico en recursos, por dónde quiera que se mire.
- El petróleo y su elemento dinamizador de una economía mundial que hoy por hoy encuentra una potente Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP+ ante la posible debacle de la era del esquisto, con los componentes geopolíticos que puede presentar en consecuencia.
- El orden económico internacional marcado por una pugna cuasi existencial entre factores unilaterales y multipolares que han emergido con fuerza y se vienen desanclando, paulatinamente, de un patrón exclusivo de dolarización que marcó las transacciones financieras mundiales de buena parte del siglo XX e inicios del XXI.
Estos elementos, pudiendo incluir otros más, estimulan una velocidad de maniobras en el ámbito mundial que han encontrado diversos escenarios, declaraciones, determinaciones y especialmente acciones que debemos mirar en prospectiva por manera de tener un panorama más claro ante esta ineludible tormenta.
Bien podemos empezar por la Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP+, que en torno a un seminario realizado en Viena dejó entrever que anda promoviendo el ingreso de nuevos países que le den mayor fortaleza a una instancia que, a finales del siglo pasado, parecía condenada a muerte; cosa que no sucedió por la voluntad política impresa por el Comandante Hugo Chávez, quien fue clave en su relanzamiento a partir de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno realizada en Caracas en el año 2000.
El actual secretario general de la OPEP, Haitham Al Ghais deslizó esta posibilidad con la siguiente afirmación: (OPEP+) “tiene que ser un exportador neto [de petróleo], sustancial, debe tener objetivos similares a los de la OPEP. Todo esto se menciona muy claramente en nuestro estatuto. Y creo que muchos países que acabo de nombrar en realidad se ajustan a este perfil. Así que… trabajo en progreso”.
Aseveró, en tal sentido, que se mantienen conversaciones con Azerbaiyán, Malasia, Brunei y México, quienes pudieran pasar a ser integrantes plenos de la OPEP+.
Estas noticias pudieran resultar nada alentadoras para una élite estadounidense que ha hecho lo posible e imposible por derrumbar esta instancia, tratando de influenciar en un viejo aliado histórico como el Reino de Arabia Saudita, que hoy mueve sus fichas tratando de proteger un espacio que con recortes sucesivos viene promoviendo un precio justo del petróleo, más allá de los impactos que pueda generar en el costo y la economía cotidiana del propio país del norte o en una Europa Occidental profundamente dependiente de la referida matriz energética.
Todo ello en momentos cuando se empieza a poner en duda la sustentabilidad real de las afirmaciones que pronostican el fin del oro negro como motor mundial en materia de energía.
Otro escenario de la geopolítica, recientemente observado, fue la 23ª Reunión del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO), dónde el presidente de la República Popular China, Xi Jinping destacó varios elementos durante su discurso:
En primer término, la responsabilidad común de mantener la paz y la seguridad; la necesidad de impulsar el crecimiento económico y el deseo de un desarrollo armonioso entre diferentes civilizaciones. En respuesta a los desafíos sin precedentes de nuestra sociedad, Xi afirmó que el objetivo es la felicidad de las personas; y que la paz, el desarrollo y la cooperación son tendencias imparables.
En segundo lugar, propuso iniciativas como las de Desarrollo Global, Seguridad Global y Civilización Global. Además, abogando por la creación de un banco de desarrollo de la SCO; y la conexión de la cooperación de la Franja y la Ruta con las estrategias de desarrollo de los países, y las iniciativas de cooperación regional.
De igual forma, hizo énfasis en la importancia de «superar diferencias a través del diálogo y reemplazar la competencia con la cooperación», tanto internamente como en las relaciones con el mundo exterior. China, de este modo aboga por la independencia y autonomía; rechazando cualquier intento de una nueva Guerra Fría o confrontación basada en bloques en la región.
Para nadie es un secreto que esta asociación en crecimiento promueve la creación de nuevas bases, principios y valores de un destino común de desarrollo que, quiérase o no, choca de manera frontal con los esquemas tradicionales que hicieron de la hegemonía exclusiva estadounidense, tras la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética, un verdadero poder con una acumulación imperial sin precedentes históricos.
Junto a los BRICS, este espacio viene consolidando y estructurando pasos para el comercio concreto y complementario entre sus integrantes, sin los amarres de las estructuras de Bretton Woods; fuertemente marcadas por el poderío político, económico y militar de EEUU.
Como elementos complementarios a este rol estratégico que viene jugando encontramos en la declaración de dicha instancia cuestiones así:
Rechazo a la “la injerencia en los asuntos internos de los Estados bajo el pretexto de lucha contra el terrorismo y el extremismo, así como es inaceptable la utilización de grupos terroristas, extremistas y radicales con fines egoístas”.
Se pronunciaron por el arreglo pacífico, mediante el diálogo, de los litigios entre Estados; afirmando a su vez que sus acciones como organización no están dirigidas contra otros países u organismos internacionales.
El documento alerta contra el creciente peligro de una guerra nuclear, reclamando: “el cumplimiento irrestricto del Tratado de no proliferación del arma atómica, a través del equilibrio multifacético y de la promoción de todos sus objetivos y principios (…) [Utilizando] el régimen global de no proliferación del arma atómica y continuar el proceso de desarme nuclear”.
Así mismo, el documento de declaración se pronunció enérgicamente contra las sanciones o medidas coercitivas unilaterales, las cuales calificó de incompatibles con el derecho internacional y contrarias a las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU; haciendo un llamado profundo a “nuevos y complejos enfoques en la promoción de una eficiente y justa cooperación internacional”.
Finalmente acordaron la creación de su propia institución financiera lo que viene a confirmar la voluntad política de sus asociados, y futuros ingresos, de comprometerse a una visión y construcción multilateral en cuanto a mecanismos de intercambio económico, financiero y comercial se refiere, con una visión de respeto a la determinación interna de cada uno de sus miembros, y sin pretensiones de imposición hegemónica no compatible con el tiempo histórico que venimos transitando.
Otro elemento de las actuales maniobras es la Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, llevada a cabo en Vilna, Lituania, donde tres aspectos de peligro han saltado a la luz.
La elevación de compromisos para que Ucrania sea finalmente parte de esta Alianza, aunque es evidente que ya forma parte acoplada en cuanto a apoyos militares, lo cual confirma la escalada bélica y su prolongación como decisiones tomadas y en plena ejecución estratégica y táctica; y ahora más envalentonados tratando de promover maniobras a lo interno de la Federación de Rusia para desestabilizar a esa nación.
En segundo lugar, seguir elevando el tono de posicionamiento de la República Popular China como amenaza real, lo cual pudiese conllevar a configurar una escalada bélica utilizando a Taiwan, tal como han hecho con Ucrania, un estilo de carnada de provocación.
Finalmente, la legitimación de posibles nuevos ingresos, especialmente los tradicionalmente neutrales Suecia y Finlandia, para abrir un nuevo frente territorial de conflicto, lo cual se suma al posible suministro a Kiev de bombas de racimo, maniobra abiertamente violatoria del derecho internacional, cuya muerte se viene a confirmar por la imposición de la lógica de guerra total; con consecuencias incalculables.
Como otro escenario de geopolítica, Venezuela participó el 5 y 6 de julio en la Reunión Ministerial del Buró de Coordinación del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) que se realizó en Bakú, Azerbaiyán, representada por nuestro Canciller, Yvan Gil, en el marco de una agenda de fortalecimiento del multilateralismo y sus diversas instancias para edificar y consolidar un orden internacional más justo y de visión compartida de desarrollo.
Debemos destacar, entre sus decisiones, que 120 naciones que integran el MNOAL expresaron su pleno respaldo a la República Bolivariana de Venezuela; lo cual vuelve a romper con la narrativa de aislamiento político de nuestro país.
Así se desprende de la declaración conjunta que hizo circular el organismo multilateral, tras realizarse la referida reunión ministerial.
En el documento final el MNOAL condena y repudia el magnicidio en grado de frustración ocurrido el 4 de agosto de 2018 en territorio venezolano; e insta a que los responsables de este hecho criminal sean llevados ante la justicia.
Asimismo, el bloque no alineado valoró los esfuerzos emprendidos para el diálogo y compromiso entre todos los sectores vivos de la sociedad venezolana, lo que ha generado estabilidad en el país suramericano.
En esa línea, el MNOAL rechaza todo intento de cambiar, por vías inconstitucionales, el gobierno legítimo de la República Bolivariana de Venezuela.
Los Ministros de Relaciones Exteriores del MNOAL repudiaron las medidas coercitivas unilaterales, impuestas por el Gobierno de Estados Unidos en contra de Venezuela, que han tenido un impacto directo en el pueblo venezolano; afectando el pleno disfrute de sus derechos humanos incluyendo el derecho a su desarrollo.
El jefe de Estado, Nicolás Maduro, agradeció “… a los pueblos del mundo por su apoyo a la firme determinación de los venezolanos y las venezolanas a construir su propio destino de respeto y dignidad. ¡Un nuevo mundo está surgiendo!”.
Este espaldarazo político del MNOAL a la República Bolivariana de Venezuela se da en un contexto donde las maniobras no se harán esperar en torno a este contexto internacional violento. Quien pueda considerar que las sucesivas elecciones que, con fundamento en la Constitución Nacional de Venezuela se deben llevar a cabo en los próximos años, no van a venir barnizadas de este conflicto geopolítico, básicamente está en la nada.
Cómo podemos observar, estos escenarios de la geopolítica están extremadamente movidos en torno a sucesos que están aconteciendo o por ser puestos en escena.
América Latina sigue, en este momento, pendiente en la tarea de avanzar en consensos necesarios para preparar las baterías de defensa ante la clara intención, y acción, de ser involucrada por ser parte del Hemisferio Occidental en el conflicto actual en Europa del Este.
Quienes, posiblemente, excluyan todas estas cuestiones que hemos observado, y no identifique peligros y amenazas para el continente; sin duda puede encontrar en su camino errores a futuro.
La prolongación en el tiempo y el espacio de la lógica de guerra total, apresurará las maniobras tanto alternativas a esa lógica como de quienes procuran meternos en los vientos de la guerra. Por ejemplo la Operación Unitas 2023, que tal vez valoremos más adelante, hoy se llevan a cabo valorando todas estas perspectivas dejando al lado tradicionales subterfugios.
En mundo está en tiempos violentos. Dormirse es perderse.