El poco tiempo que en 1881 José Martí vivió en Venezuela, fue suficiente para que conociera las potencialidades y fortalezas de nuestro país. En su viaje de vuelta a Estados Unidos escribió un ensayo llamado Viaje a Venezuela, en el que afirma: “Venezuela es un país rico, más allá de los límites naturales. Las montañas tienen vetas de oro, y de plata, y de hierro. El suelo, como una doncella, se despierta a la más leve mirada de amor. No hay sobre la tierra un país tan bien dotado como este para establecer en él toda suerte de cultivos. Existen todos los climas, todas las alturas, todas las especies de agua; las orillas del mar, las orillas del río, las llanuras, las montañas; la zona fría, la zona templada, la zona tórrida. Los ríos son grandes como el Mississippi; el suelo, fértil como las faldas de un volcán”. Tan claro estaba Martí, que hoy Venezuela posee 17 de las 19 materias primas más importantes del mundo y, además, la mayoría de los elementos de la tabla periódica están en nuestro subsuelo. Esto explica la sed insaciable de riqueza que tiene Estados Unidos por nuestro subsuelo.
Venezuela es territorio libre de analfabetismo. Nuestro Gobierno Bolivariano entregó la vivienda número 4.600.000. El pueblo resiste. Nuestro pueblo es honrado, abnegado, solidario y decoroso. Augusto Mijares, en “Lo afirmativo venezolano”, nos dice: “La verdad es que, aun en los peores momentos de nuestras crisis políticas, no se perdieron totalmente aquellos propósitos de honradez, abnegación, decoro ciudadano y sincero anhelo de trabajar para la patria. Aun en las épocas más funestas puede observarse cómo en el fondo del negro cuadro aparecen, bien en forma de rebeldía, bien convertidas en silencioso y empecinado trabajo, aquellas virtudes. Figuras siniestras o grotescas se agitan ante las candilejas y acaparan la atención pública; pero siempre un mártir, un héroe o un pensador iluminan el fondo y dejan para la posteridad su testimonio de bondad, de desinterés y de justicia”.
Este gran país tiene una bandera. El 3 de agosto de 1806, el Generalísimo Francisco de Miranda junto a su Expedición Libertadora; al tocar tierra venezolana la izó en la Vela de Coro. Allí ondeó por primera vez en Suramérica el tricolor nacional. El amarillo es el color de la felicidad. Es excitante, es el color del sol, por lo que se relaciona con la energía. El azul es el color de la libertad, la lealtad, la armonía y la verdad. El rojo representa el fuego, el amor, el poder, la fuerza, la emoción y la pasión. Venezuela es la Patria que debemos amar y defender.