El presente se construye sobre las estructuras del pasado. Nada nace por generación espontánea. Todo tiene antecedentes, historias, condiciones concretas para su nacimiento.
Así pasa en el mundo, así se fue generando la historia. La historia, que nos deja lecciones, que nos da ejemplos.
Y decimos todo lo anterior porque, con la Cumbre de los BRICS, con los ecos que ha dejado, sabemos que estamos en un cambio de época.
Se repite mucho esto en los últimos años, a veces suena cansino, pero es verdad. Es verdad, aunque a veces resulte difícil procesarlo porque todos, no se salva nadie de ello, estamos acostumbrados a vivir dentro de paradigmas culturales, económicos, políticos; que se nos dificulta erradicar del todo.
No importa cuán preparados estemos, o deseemos que se produzca un cambio en el mundo.
Para los ortodoxos resulta más complicado verlo. Porque nuestra programación mental, de tantos y tantos años recibiendo conocimientos predeterminados, de recibir estímulos emocionales que potencien los conocimientos, condicionan nuestra forma de ver y sentir.
No es casual que muchos intelectuales, activistas del antisistema, sean tan reacios a entender que los tiempos de la hegemonía se acaban.
Ellos argumentan, con lógica de los hegemónicos, que muchas veces en la historia parecía que Estados Unidos parecía caerse, pero volvía a levantarse.
Por eso hablamos de la historia. Si ese determinismo fuera cierto, todavía España tuviera sus colonias en América Latina, los Países Bajos seguirían con su primacía del florín, el Imperio Británico no habría sido desplazado por Estados Unidos.
Claro, eso requirió de algunas condiciones. Sabemos por ejemplo, que España, cuando perdió sus colonias, había sido invadida por las fuerzas napoleónicas. Las fuerzas liberales fueron erosionando la monarquía, y surgieron poderosos movimientos en las colonias que cuestionaron la Metrópoli.
Además la potencia emergente, Inglaterra, apoyó a las colonias para tratar de sustituir a los ibéricos.
Hoy, el panorama guarda similitudes, pero también diferencias. Hoy, Estados Unidos pierde fuerza a nivel global; también presenta problemas internos graves, pese a que la corporatocracia mediática global, y sus derivados en las llamadas redes sociales, intenten ocultar, o, maquillar la situación.
Cada vez hay más pobres. Ya son frecuentes los saqueos a tiendas de comida, asaltos a transportes de alimentos. Se incrementa la desigualdad social, la tensión racial. Se agudizan sus relaciones con viejos aliados. Ya hemos hablado de cómo perjudicaron a Alemania y parecen pretender lo mismo con Francia.
Es más, con la ley antiinflación de Biden están despojando a los europeos de sus industrias, que los norteamericanos aprovecharán buscando reindustrializar a su país.
Estados Unidos tiene problemas, algunos dicen que viven una guerra civil híbrida, ya está claro que pierde la hegemonía; pero no desaparecerá de un día para otro.
Quizá podría desintegrarse, como en su momento lo hizo el Imperio Romano. No olvidemos que ya existen intentos secesionistas en California y Texas. Tampoco olvidemos que la beligerancia de Trump se les podría salir de control. Lo del Capitolio fue apenas un preludio de lo que puede venir. Todavía hay quienes sostienen que a Trump le robaron las elecciones. Sobre todo, en un país con tantas armas y drogas circulando por las calles.
Pero, de todas formas, quien conserve el control de las finanzas, industrias, tecnología y poder militar, será un jugador importante en el gran escenario mundial.
Europa, que todavía pretende seguir siendo la cuna de la civilización, pese a que el profesor Enrique Dussel ya demostró que eso es una falacia (inclusive en lo que llamaron la edad media ellos fueron los aislados); parece que repetirían esa triste experiencia. No hablamos de bloqueo geográfico, de vías de acceso, no. Hablamos de que en este nuevo orden mundial, donde el centro de gravedad se muda a Eurasia o, como pretenden sus «aliados» norteamericanos, al Indo Pacífico; lo hemos dicho anteriormente, parecen destinados a convertirse nuevamente en periféricos.
Un detalle, pero de gran carga simbólica, fue la impertinente petición de Emmanuel Macron, presidente de Francia, de ser invitado a la Cumbre de los BRICS. El desaire fue monumental, motivo de burla global.
Pero más allá de los chascarrillos eso muestra desesperación. Está quedando lejos de los nuevos centros de poder, por su genuflexión con Washington.
En todo caso, lo cierto es que Europa ya no está entre los protagonistas del gran tinglado geopolítico global. Están en medio de vaivenes que ellos no controlan, son movidos como hojas de débiles árboles por fuertes vientos. Van a merced de la confrontación entre Eurasia y Estados Unidos. Aunque algunos hablan de la lucha Washington y Pekín. Los norteamericanos intentan forzar una lucha oriente y occidente.
Barıs Adubelli, analista político turco, experto en países asiáticos y profesor de la Universidad de Dumlupınar (Kütahya), tiene una apreciación similar.
Desde su perspectiva, «EEUU está intentando activamente exacerbar la ruptura entre Occidente y Oriente. Biden ha declarado abiertamente la aparición de un nuevo orden mundial. En el contexto de la crisis ucraniana esta retórica es aún más clara. Estados Unidos insiste constantemente en que la guerra, tras haber comenzado en Ucrania, continuará en la región de Asia-Pacífico».
Abudelli refiere que la guerra OTAN versus Rusia, en Ucrania, fue pensada por Washington como plataforma para un nuevo orden en la región Asia-Pacífico.
No le salió tan bien el intento, así lo reflejan las votaciones en la ONU, los pronunciamientos de países en todo el mundo. Más allá de Estados Unidos, la Unión Europea, y uno que otro incondicional a la Casa Blanca, no ha existido la condena que ellos esperaban contra Rusia.
Aquí es donde entra en escena, o donde se hace más notorio el rol de los BRICS. Este grupo que no va a reemplazar al hegemón, que apuesta por la multipolaridad, que es la variante histórica a la que aludíamos líneas arriba.
De acuerdo al citado analista, se está estableciendo un nuevo orden mundial que se apoya principalmente en una base económica.
«Como parte de este proceso, los países están empezando a agruparse en torno a los BRICS. Estados Unidos intenta unir a 13 países de la región en el marco de la plataforma económica Indo-Pacífico como contrapeso a los BRICS. India forma parte de esta estructura, pero también es miembro de la OCS y de los BRICS», aseveró.
Es que la mayoría de los países, sobre todo los que se mantienen soberanos, no están dispuestos a dejarse arrastrar en una vorágine de violencia, de confrontación militar, como en Ucrania, porque ya están viendo los resultados.
Los europeos, bastante golpeados, como ya hemos señalado, no quieren una escalada norteamericana contra China. Pekín es un socio comercial importante para la disminuida Europa. Los europeos, aunque tarde, parecen haberse dado cuenta que cayeron en una trampa.
Abudelli observa que «la retórica de Washington sobre esta cuestión es bastante preocupante. La UE no quiere entrar en conflicto con China. Los europeos son partidarios de resolver la crisis ucraniana lo antes posible porque les interesa satisfacer las necesidades energéticas básicas de Europa. En este sentido, las críticas contra Estados Unidos están aumentando en Europa. La crisis energética ha tenido un rápido impacto en los costes de producción en Europa. Además, las cadenas de suministro establecidas se han visto interrumpidas y se ha hecho imposible el envío seguro de mercancías desde Asia y China a través de Rusia».
Todo esto perjudica a Europa. En contraparte, otros países, los BRICS, aprovechan las estructuras que han venido construyendo, pero, también la coyuntura actual.
La coyuntura que Estados Unidos creó en Ucrania. Una coyuntura, una realidad, en la que se vislumbra un mundo sin hegemón, donde exista respeto al derecho internacional, a lo plasmado en la Carta de las Naciones Unidas, a relaciones comerciales más justas, más equitativas.
Por eso el mundo ve con expectativa los BRICS, este bloque cuya cumbre finalizó el 24 de agosto.
Una cumbre en la que se acordó la incorporación, a partir del 1 de enero del 2024, de Argentina, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía.
Una cumbre en la cual, en su documento final, se reitera que los países miembros reiteran su compromiso con el multilateralismo y la defensa del derecho internacional.
·En dicho documento manifiestan su preocupación por el uso de sanciones unilaterales y sus efectos negativos en los países en desarrollo.
Señalan su oposición a las barreras comerciales, incluidas las impuestas por los países desarrollados, so pretexto de luchar contra el cambio climático.
Un punto importante, porque manifiesta su deseo de fortalecer la buena convivencia en la comunidad internacional, es cuando reconocen a la ONU como piedra angular del sistema internacional, pero resaltan la necesidad de adecuarla a los tiempos actuales, dándole una mayor representación de los países en desarrollo en el Consejo de Seguridad de la Organización.
Igualmente, pidieron mayor representación de los Estados en desarrollo en las organizaciones internacionales y los foros multilaterales.
Otro punto que se esperaba, y que genera muchas expectativas y preocupación en occidente: es la disposición a usar las monedas nacionales en el comercio internacional y en las transacciones financieras entre sí. Los mandatarios y dignatarios de los BRICS se comprometieron a reforzar la coordinación macroeconómica y a profundizar la cooperación económica.
Otros puntos aprobados tienen que ver con apoyar el desarrollo de una convención internacional sobre la lucha contra el uso de las tecnologías informativas y de comunicación con fines delictivos. De apoyar el fortalecimiento del régimen de la no proliferación de armas de destrucción masiva. De reforzar la cooperación en materia de seguridad alimentaria entre los países de la agrupación y fuera de ella. Además, subrayó la importancia del G20 como foro internacional de primer orden.
El documento, redactado cuidando las formas diplomáticas, que puede ser suscrito por cualquier país soberano, tiene algunos aspectos que impactan y preocupan a occidente, principalmente a Washington.
El primero, la voluntad para desterrar el dólar en el comercio entre los BRICS. El otro, la insistencia en que países del llamado Sur Global se incorporen al Consejo de Seguridad de la ONU, ese es un anhelo de Brasil, principalmente.
Y, claro, la nueva conformación, los nuevos integrantes. Causó sorpresa para muchos, por los recientes acontecimientos políticos, la incorporación de Argentina. Es que la derecha política manifestó su disconformidad con la incorporación, aunque no así los sectores empresariales.
La mayor parte de la exportación argentina, de carne y soya, por ejemplo, va hacia China. ¿Van a perder un mercado como ese por posturas ideológicas? ¿De sometimiento absoluto a Washington? Deberían aprender algo de lo que les está pasando a los europeos.
Ahora, lo de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, aunque era un secreto a voces, siempre existía una duda, por lo que significan en el nuevo orden mundial.
Ambos, junto a Rusia, están entre los principales productores y comercializadores mundiales de petróleo. Si ya está claro que los BRICS están resueltos a comerciar con sus divisas, de hecho, ya lo vienen haciendo, eso significa que el uso del dólar disminuirá considerablemente en el comercio mundial. Eso sí es trascendente. Eso sí debilita al hegemón. Pero es que además repotencia a los BRICS.
Es importante anotar que seis de los principales actores en el mercado petrolero global, Arabia Saudita, Rusia, China, Emiratos Árabes Unidos, Brasil e Irán, son miembros del bloque.
Por eso el temor previo, y posterior, entre los factores de poder en el establishment. Más allá de las cifras harto conocidas respecto a lo que significan los BRICS en cuanto al PIB global y su peso demográfico, a lo que significan sus posibilidades comerciales, rutas incluidas, ahora potenciadas con Egipto y Etiopía.
Lo más importante es que otros países, la mayoría en el planeta, ven con esperanza al bloque, como un grupo que desplaza al poder emergido luego de la Segunda Guerra Mundial.
Un poder que los expolió, que ocasionó millones de muertos en medio de sus ambiciones y fines perversos. Ya se ven mejor los contornos del nuevo orden mundial.