Arrancó el pintoresco torneo interno opositor
El Registro Electoral del CNE, pero sin CNE
La facción opositora que acordó realizar las primarias, decidió, luego de deshojar la margarita, que el proceso electoral interno sería sin el apoyo del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Se impuso de esa forma la postura de los extremistas, pues los moderado-taimados eran favorables a que se aceptara el respaldo técnico del organismo especializado.
Pues bien, ahora, cuando faltan pocas semanas para la consulta, la muy publicitada Comisión Nacional de Primaria anunció la apertura de una plataforma o aplicación mediante la cual los electores pueden ver en qué centro y mesa le corresponde votar. Y entonces quedó claro que esa comisión está utilizando el Registro Electoral del CNE.
Muchas personas partidarias del gobierno o independientes, metieron sus datos y encontraron que están incluidos en el listado de electores asignados a un determinado centro. Y pusieron el grito en el cielo porque nunca se inscribieron para participar en ese proceso. Para los más recelosos, esa es una señal de que los organizadores de las primarias tienen previsto inflar las cifras de votantes al incluir a gente que no va a concurrir ese día a las urnas.
El potencial fraude no podrá ser luego investigado porque las reglas de juego de la comisión electoral incluyen la destrucción inmediata de todo el material de votación. Además, como son elecciones sin el CNE (aunque con el registro del CNE), no habrá ante quién reclamar.
Los generales de la estrella tachada
Luego de las “revelaciones” de Antonio Ledezma sobre los contactos militares de María Corina Machado, se llevó a cabo un acto en el que aparecieron algunos de los supuestos participantes en ese diálogo.
Resultaron ser unos oficiales retirados con la figura marcial ya bastante desdibujada, quienes colocaron en el lugar una bandera nacional a la que le tacharon la última estrella del lado derecho del arco con tinta negra.
Por supuesto que su oposición a la octava estrella no tiene razones históricas. Sólo se trata de llevarle la contraria al comandante Hugo Chávez, quien reivindicó el deseo del Libertador Simón Bolívar de honrar el papel desempeñado por Guayana en la gesta independentista.
Fue, sin lugar a dudas, una demostración del deplorable nivel político de la extrema derecha venezolana, tanto civil como militar, un episodio que hizo recordar el triste circo de la plaza Altamira, en 2002.
El acuerdo de los mariscales derrotados
El clima interno de la oposición previo a sus primarias tuvo otra incidencia significativa: un pacto firmado entre dos dirigentes que fueron candidatos presidenciales opositores en un total de tres oportunidades. Se trata de Manuel Rosales (rival derrotado por Chávez en 2006) y Henrique Capriles Radonski (vencido por Chávez en 2012 y por Nicolás Maduro en 2013).
De la posibilidad del pacto se venía hablando desde que el partido de Rosales, Un Nuevo Tiempo (UNT), inscribió un falso candidato a las primarias (un señor desconocido, llamado José Hernández), en lugar de anotar a Rosales. Cobró fuerza la tesis cuando ese personaje de relleno fue retirado de la contienda.
El acuerdo parece darle oportunidad a Capriles de ganar las primarias, a pesar de la pregonada ventaja que (según ciertas encuestas) habría logrado Machado, pues une los caudales de las militancias de Primero Justicia y UNT (este último, sobre todo en Zulia). El hecho de que esté inhabilitado conduciría —según lo que parece ser el plan— a que Capriles, en ese escenario, asuma el rol de gran elector y designe a Rosales como el abanderado.
Los acuerdos políticos por arriba no son nada extraños en el campo opositor. De hecho, en 1998, en un último y fallido esfuerzo por impedir la victoria del Comandante Chávez; Acción Democrática y Copei lanzaron del tren en marcha a sus abanderados (Luis Alfaro Ucero e Irene Sáez) para apoyar a la opción con más chance (Henrique Salas Römer). También han llegado a pactos para boicotear las elecciones, como ocurrió en las parlamentarias de 2005 y en las presidenciales de 2018.
El espectro y el bailarín
Mientras tanto, en uno de los bandos de Acción Democrática hacen enormes esfuerzos para posicionar a su candidato, Carlos Prosperi, quien está lejos en la carrera de acuerdo a los sondeos. Para ello, hasta se atrevieron a utilizar la inteligencia artificial para poner al fallecido expresidente Carlos Andrés Pérez a hacer campaña a favor del abanderado blanco.
Esta osadía, por cierto, fue rechazada por familiares de Pérez, quien murió en 2011 y fue convertido en un espectro shakesperiano por los genios publicitarios de la campaña de Prosperi.
También reapareció en los medios el veterano dirigente Henry Ramos Allup, cuya estrategia parece ser que Prosperi logre un tercer lugar, detrás de Machado y Capriles (o de Capriles y Machado) y le corresponda entonces asumir la candidatura presidencial opositora por el descarte de los dos primeros.
Ramos Allup luce muy confiado en que funcione esta maniobra política, al punto que se presentó públicamente muy eufórico, bailando y sonriendo.
Sin embargo, esa jugada está lejos de tener un camino allanado, pues incluso dentro del propio partido AD hay muchos cuestionamientos a la figura de Prosperi y ya se habla de otras posibles candidaturas, por fuera de las primarias.