Por: Federico Ruiz Tirado
El texto de Ochoa Antich Enriquito contra Diosdado es mediocre en esencia. Cuarenta minutos de diván, bastarían para un diagnóstico consagratorio de ese síndrome que lo ha penetrando hasta la médula y aún sigue inexplorado.
Un desvarío que ha operado como una esponja de otros complejos anidados en las otrora huestes de los 80, esas del Triángulo de las Bermudas y de algunos virreyes de la República del Este que se acobijaron en la modernidad poética francesa pero escribían en trujillano: la década de la agonía latente del «Si podemos, somos MAS», de las nobles causas por «nuestros viejitos» del seguro social, de los derechos humanos de los insurgentes del 4F, de El Nazi-onal y su página editorial, del Ateneo privado de los Oteros, de las jaculatorias de Teodoro Petkoof sobre el destino del país de CAP, de las malacrianzas de los corderos disfrazados de lobo y del deambular de tantos iconoclastas que, como tú, se pasaban la vida del timbo al tambo, hasta caer en el Mazo Dando por pendejos y jalabolas de nadie.
Más Fascista serás tú
¿Fascista de izquierda? Vaya categoría, seguramente licuada con el zumo del señor Ecarri y de lo aprendido de la sabiduría del Dr Uslar, el padre, junto a Rómulo Betancourt, de frases que enamoraron tanto a la izquierda con «visión de futuro», como al conservadurismo de los representantes de Dios en la tierra y a los terratenientes andinos de apellidos pero sin una locha debajo de sus añejos cobertizos.
A Ochoa le habría ido mejor si hubiera rebuscado en la historia de Fernando, el general fascista, su gran hermano, un arquetipo del fenómeno acariciado por Mussolini o Hitler: ejemplos sobran. Pinochet o Videla, tan fatalmente familiares para los latinoamericanos.
Antich ahora usa lápiz
Debo decir que a mí me gustó siempre la definición de fascismo de Nikos Poulantzas sobre el estado fascista, según la cual el aparato determinante es el partido y el mejor ejemplo sería AD en su ADN (años 80). Anótalo, Antich, para eso tienes lápiz. Aunque no te sirva para nada.
Sabemos que el PSUV es una organización que el mismo Chávez la alertaba. Es un partido de gobierno y no de Estado. Cuando el aparato político hegemónico es el ejército, entonces podria ser una dictadura, y de eso estuvimos cerca si tu hermano el General hubiera dado el zarpazo que tú omites. ¿Una “dictablanda” como la de López Contreras? Seguro piensas eso.
Hasta aquí Poulantzas y los estados de excepción. Ahora yo creo que lo que puede ser combatido es el populismo. Y no teorizaciones tan firmes como el fascismo. El tiempo dirá si somos peronistas, antiimperialistas como los sandinistas, socialdemócratas como Lula o Petro, o comunistas como los cubanos. Y me refiero al Estado y no a las personas. Yo soy comunista pero desde pequeño, y en un partido policlasista como el Psuv, milito a mi modo. Hasta ahora es revolucionario. Y creo que Maduro también es medio comunista y Diosdado no piensa en eso. Pero ambos son revolucionarios como Emiliano Zapata o pancho Villa. Y lo que importa es ser revolucionario, lo otro son adjetivos. Y tú, Ochoa Antich eres tan contrarrevolucionario como tu hermano, el general fascista.
Diosdado es revolucionario. Y un fascista es contrarrevolucionario. El fascista de izquierda si eso es posible, lo eres tú mismo y lo que escribes es tu autorretrato.
Alguien dice que socialismo es lo que el pueblo dice que es socialismo, y Diosdado es un vocero del pueblo, en ese sentido primordial es socialista. Socialista y no comunista fascista.
Pero frente al fascismo de izquierda (Ochoa Antich) o de derecha (MCM) , socialistas y comunistas se unen dentro del PSUV. Y el PCV imagino que es una ONG.
La unión cívicomilitar está simbolizada en la unión controversial de Diosdado y Maduro. Esos dos políticos dan las coordenadas de este proceso. A veces me identifico más con uno, otras veces más con el otro. Son los jefes. Y recordando al Manuel Caballero que citas, Antich, Diosdado sería nuestro gurú en el sentido de político de nación, en el buen sentido de la palabra. La comparación con AD debe ser permanente (así como ellos se comparaban con los comunistas adecos).
Nosotros debemos diferenciarnos esencialmente de los adecos y esa es nuestra garantía de futuro.
Tú, Enrique, serás siempre un Antich que alguna vez te mordió el gusano de la envidia.