La geopolítica mundial sigue mostrando las consecuencias de haber cruzado líneas en torno a pretender sostener un planeta unilateralmente gobernado por el denominado occidente hegemónico; a pesar de las diversas advertencias lanzadas precisamente para evitar una escalada que hoy ha hecho emerger, precisamente, aquellos peligros.
Básicamente en tres planos se observa esta situación:
- Una crisis económica crónica avivada por querer desmontar el esquema globalizador de intercambio económico mundial, como fórmula para tratar de frenar el poderío de potencias como la República Popular China y la Federación de Rusia.
- Un proceso expansivo de la conflictividad propia de la guerra en Ucrania, con zonas determinadas como la península de Taiwán, que pretende ser una nueva carnada estilo Kiev, o las amenazas recurrentes de intervención militar en territorio africano.
- Las tensiones y eventual socavamiento de instancias internacionales existentes, a lo cual sumamos el fortalecimiento de otras organizaciones alternativas y con la capacidad de interpretar un tiempo histórico muy anclado a la irrupción del multilateralismo como lógica hacia el futuro, y la ruptura de mecanismos vigentes que privilegian, en mucho, intereses hacia un solo punto y la imposición de acciones a las cuales todos debemos estar sujetos sin siquiera opinar; muy parecido a la dictadura mundial que denunció en su momento el Comandante Hugo Chávez.
Es evidente que todo este contexto ha sido generado por la provocación de guerra hoy existente en territorio ucraniano, y estancada en el terreno militar ante el poco avance de una contraofensiva proclamada como vital para hacer retrogradar a las Fuerzas Armadas de Rusia, bajo la demencial percepción de una victoria definitiva en ese campo.
En su momento la República Bolivariana de Venezuela, a través de su representación en Naciones Unidas, advirtió la necesidad de avanzar en acciones pacíficas y de resolución de este conflicto cuyo crecimiento y prolongación nada ha beneficiado al mundo, bastante a los perros de la guerra, y ha causado daño directo e indirecto a los pueblos del mundo.
Advirtió nuestra patria, al exaltar el papel de Naciones Unidas: “Enfatizamos que ésta es la única institución en el mundo con la capacidad, la experiencia y los instrumentos necesarios para alcanzar el arreglo pacífico de las controversias en la magnitud que enfrentamos hoy; cual es, la creciente amenaza de un conflicto mundial entre potencias nucleares (…) rechazamos la aplicación de medidas coercitivas unilaterales y de retaliación, bajo su forma económica, comercial o financiera, pues intensificarán la crisis y prolongarán el conflicto. Cuando la humanidad sigue sintiendo los efectos de la pandemia de la COVID-19, se va a imponer —por diseño— una nueva crisis económica global; con el expreso propósito de generar sufrimientos sobre centenares de millones de personas en todo el mundo. Una crisis generada deliberadamente, para desestabilizar a una potencia nuclear. Ese, no es el camino a la paz”.
En la actualidad tres hechos políticos plantean los actuales movimientos mundiales, muy propios de la situación que hemos observado arriba y que por supuesto también impacta en la posibilidad de escalamiento, o no, de las maniobras ofensivas y defensivas en torno a la guerra, al conflicto abierto entre unilateralismo y multipolaridad, así como la expansión de la misma y sus consecuencias negativas para la humanidad.
El primer hecho es la reunión llevada a cabo en Sochi, Federación de Rusia, entre el presidente de ese país, Vladimir Putin, y el Presidente de la República de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, la cual transcurrió en un ambiente constructivo y que tuvo como centro el tema del gas y del suministro de grano por parte del país eslavo al mundo; luego de la reciente ruptura del acuerdo correspondiente en la materia y que Moscú ha afirmado como condición para su continuidad; el levantamiento de las restricciones a la exportación de productos agrícolas rusos.
Putin, al respecto le ha confirmado a su par Turco: “Me gustaría reafirmar nuestra posición de principios; estaremos dispuestos a considerar la posibilidad de reanimar el acuerdo de cereales. Hoy se lo dije al presidente nuevamente. Y lo haremos tan pronto como todos los acuerdos registrados en él se cumplan plenamente (…) Occidente, por decirlo suavemente, nos engañó sobre los objetivos humanitarios de la iniciativa del mar Negro destinados a brindar asistencia a los países en desarrollo; ya que, de los 32,8 millones de toneladas de carga exportadas desde Ucrania, más del 70%, quiero enfatizar esto, se fueron a los países ricos y, sobre todo, a los países de la Unión Europea. Mientras que la proporción de países que necesitaban asistencia alimentaria representó solo el 3%, es decir, menos de 1 millón de toneladas».
En medio de esta declaración, el Mandatario ruso ha hecho hincapié en la necesidad de avanzar en un acuerdo hasta con seis estados africanos para el suministro de granos con lo cual logrará cumplir los objetivos esenciales plasmados en la iniciativa del Mar Negro y sobre los que Putin ha puntualizado el incumplimiento y beneficio para los países de Europa Occidental.
Dicho encuentro también sirvió de eje para ratificar los esfuerzos de Turquía en pro de la paz, posición recurrente de Erdogan que se fortaleció políticamente a partir de su victoria electoral; y la imposibilidad de EEUU y sus socios europeos de tener un aliado belicoso y contrario al país Eslavo.
«Estamos decididos a seguir haciendo esfuerzos para establecer la paz, estabilidad y prosperidad duraderas en nuestra región. Anteriormente actuamos como país anfitrión de negociaciones directas entre las partes en conflicto. Como antes, estamos dispuestos a hacer lo mejor que podamos en este asunto», expresó el mandatario turco.
El segundo hecho es la reunión en Yakarta, Indonesia, de los líderes de Japón, Corea del Sur y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático ASEAN, compuesta por Birmania, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam. En dicho encuentro también participan delegaciones de China, Rusia y EEUU, en un evidente momento para ganar adeptos a las diversas posiciones sobre las actuales preocupaciones globales.
La República Popular China, por medio del primer ministro chino, Li Qiang advirtió en dicho encuentro sobre la necesidad de evitar la reproducción de una nueva Guerra Fría, mientras denunciaba las provocaciones en torno a Taiwán y alianzas observadas como amenazantes, como AUKUS, que reúne a EEUU, Australia y Reino Unido.
“Pueden surgir desacuerdos y disputas entre países por malentendidos, intereses divergentes o interferencias externas (…) Para mantener estas disputas bajo control, lo esencial ahora es no tomar partido, oponerse a la confusión entre bloques y evitar una nueva Guerra Fría (…) Todos tenemos una búsqueda persistente de la paz, todos tenemos un fuerte deseo de desarrollo y también tenemos acciones más pragmáticas para mantener la estabilidad regional (…) La razón importante por la que China y la ASEAN han logrado los resultados de cooperación de hoy, es que todos tenemos una comprensión más profunda de las dificultades”; aseveró Li Qiang en un contexto donde es evidente la intención estadounidense de procurar mayores apoyos, ahora desde la ASEAN, a sus procesos de escalamiento no sólo en torno a la guerra de Ucrania sino favorables a plantear esquemas y maniobras similares en el continente asiático.
Esta acción, vista en torno a la ASEAN, nos recuerda los esfuerzos en la Cumbre de Bruselas entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), de procurar acercar las posturas del bloque regional latino con las determinaciones geopolíticas en torno a la guerra de Ucrania, cuestión que básicamente resultó infructuosa.
La postura de China es observada en el momento que EEUU afianza su acercamiento hacia los diez Estados de la ASEAN, mientras un aliado estratégico de Washington en Asia, Corea del Sur, por intermedio de su Presidente Yoon Suk Yeol ha advertido la inconveniencia de contribuir con Corea del Norte, ya que según ha afirmado está muy cerca una alianza de Pionyang y Moscú para un supuesto suministro de armas.
Finalmente la Cumbre del G20 en La India, se realizaba con dos notorias ausencias, tanto de la República Popular China como de la Federación de Rusia.
Recientemente hemos visto el fortalecimiento del Grupo BRICS a partir de su ampliación con seis nuevas naciones, y la confirmación con mucho tiempo de antelación por parte de Moscú de la no presencia de Putin en la reunión de La India, afirmando que la misma responde a tener una agenda básicamente centrada en la situación propia de la Operación Militar Especial en Ucrania.
Es muy evidente que estas relaciones se han venido resquebrajando aún más en la medida que EEUU y Europa Occidental, agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte OTAN, siguen escalando e intentando conseguir una victoria militar en contra de Rusia.
Es lógico en tal contexto, y dadas las declaraciones de varios personeros del gobierno de Putin, que no estén dadas las condiciones para ningún encuentro fructífero en el seno de estas instancias; marcadas por la actualidad geopolítica.
Por otra parte, la mediática mundial ha enfatizado la no presencia de la República Popular China por las diferencias existentes con La India, que se han tensado más por los conflictos fronterizos que se han agudizado; incluso con enfrentamientos como el ocurrido en el Valle de Galwan hace tres años.
Pero en realidad todo parece apuntar a no adelantar las posibilidades de un encuentro con el Presidente de EEUU, Joe Biden, especialmente considerando que la escalada en torno a Taiwán no ha cesado un instante, asunto que lejos de acercar posturas las aleja, más si añadimos las diferencias en torno a la guerra de Ucrania.
Estos tres momentos nos hacen ver que el proceso de escalamiento y expansión del conflicto empieza a tocar la puerta con fuerza telúrica en las instancias internacionales creadas en el escenario previo, de hecho en algún momento la no presencia de varios presidentes en recientes asambleas generales de Naciones Unidas nos avizoraban esta posibilidad.
El pulseo seguramente se moverá hacia Nueva York, y posiblemente lo haga con la misma fuerza con la cual irrumpen nuevos actores geopolíticos y cosmovisiones distintas, en un contexto donde la prolongación de la guerra de Ucrania no hace sino incrementar las amenazas de peligro para la humanidad; socavando aún más una arena internacional donde tercamente el unilateralismo pretende imponerse.
Una cuestión imposible que se expresa en estos movimientos de la geopolítica mundial.