La hegemonía, herida de muerte, ataca con furia
Jornada laboral pre-Chicago 1886
El Parlamento de Grecia aprobó una reforma legal que permite a las empresas imponer un sexto día semanal de trabajo y autoriza jornadas laborales de hasta 13 horas diarias, lo que implica una regresión histórica a tiempos previos a las icónicas protestas de finales del siglo antepasado por el tope de 8 horas de trabajo.
Se entiende que este «logro» del gobierno del derechista Kyriakos Mitsotakis es el preludio de reformas similares en la normativa laboral del resto de la Unión Europea, donde ya se han dado pasos en eso de despojar de derechos adquiridos a los trabajadores activos y jubilados.
Se trata de una jugada más de las tantas que están haciendo las élites hegemónicas para preservar su poder aunque sea parcialmente. Las grandes corporaciones estadounidenses y europeas están siendo desplazadas por las empresas de las potencias emergentes y, en su afán de mejorar su competitividad, intentan redoblar la explotación de los trabajadores, llevándolos a niveles de semiesclavitud.
Las nuevas reglas van, por supuesto, acompañadas de disposiciones represivas para impedir que se ejerza el derecho a huelga ante tales condiciones de trabajo.
Adicionalmente, la maquinaria mediática al servicio de la hegemonía utiliza todos sus recursos para legitimar lo que, a todas luces, es un retroceso en las conquistas sociales de las clases populares. Una de esas tretas es afirmar y repetir machaconamente que la flexibilización aprobada en Grecia “permitirá” a los trabajadores tener un segundo empleo de cinco horas diarias de labor. El uso del verbo permitir da a entender que esa es una aspiración de los trabajadores y no una consecuencia de su dramática depauperación, que los obliga al doble empleo.
Demás está decir que el ejemplo griego es tomado como referencia por las derechas y ultraderechas latinoamericanas para sus planes de permanecer o retornar al poder político. Advertido.
El Esequibo, como en 1899
Otra demostración de que la hegemonía decadente intenta retornar a tiempos en que ejercía pleno dominio sobre el resto del mundo es el ataque orquestado de la potencia imperial, sus corporaciones y ciertos organismos multilaterales con la finalidad de despojar a Venezuela del territorio Esequibo, que reclama con justicia desde más de un siglo.
La controversia bilateral entre Venezuela y Guyana, que se rige por el Acuerdo de Ginebra de 1966, ha sido llevada a un terreno de confrontación en el que se evidencia, de manera descarada, el injerencismo estadounidense.
Washington se lanza de frente a apoyar a Guyana en su decisión írrita de hacer concesiones en áreas petroleras y gasíferas submarinas aún sin delimitar. Lo hace porque, en realidad, no apoya a Guyana sino a la ExxonMobil, la corporación estadounidense que sale favorecida. Y lo hace también para seguir hostigando a Venezuela, robando sus recursos y frenando su recuperación económica.
Deplorable es acá el papel del siniestro secretario de la OEA, Luis Almagro, quien actúa como el genuino lacayo a cargo del Ministerio de Colonias de Estados Unidos. También es muy triste y digna de reflexiones y debates la actitud de la Comunidad del Caribe (Caricom), que se ha ubicado contra Venezuela, seguramente víctimas de las más terribles presiones “diplomáticas” gringas.
Canadá retrocede al Tercer Reich
Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial ha habido muchas señales de que el capitalismo reinante nunca fue realmente antinazi. De hecho, se sabe que las grandes corporaciones estadounidenses se enriquecieron durante la conflagración, vendiendo armas y otros productos al “enemigo”. Y se sabe que luego de la guerra, los ganadores reclutaron a muchos de los científicos y tecnólogos alemanes para aprovechar sus talentos y saberes.
La crisis del imperialismo estadounidense, acentuada por la guerra de Ucrania, ha resaltado estas verdades. Queda claro que el fascismo alemán tuvo y tiene notable apoyo en Estados Unidos y en la Europa que Hitler quiso demoler. Se demuestra que modelos como el del Tercer Reich no son otra cosa que la expresión extrema del capitalismo, la respuesta a sus crisis estructurales.
A veces, esa relación natural queda en evidencia mediante gestos inesperados. Por ejemplo, el Parlamento canadiense aplaudiendo con gran furor a Yaroslav Hunka, un nazi que formó parte de la 14 División de Granaderos SS, también conocida como la División Galitzia (región entre Ucrania occidental y Polonia), formada por ucranianos bajo comando alemán, acusada de graves crímenes contra los ucranianos y polacos judíos.
Hunka, de 98 años, ha vivido exiliado en Canadá desde el final de la guerra. Fue homenajeado durante la sesión del Parlamento en la que se recibió con honores al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. En el aplauso participó, de manera entusiasta, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Luego de ese gran “papelón”, como se diría en criollo, Trudeau se excusó diciendo que no sabía quién era Hunka. Así andan las cosas en el norte global.
Argentina a punto de la regresión
Mientras tanto, los planes de la corporatocracia y sus oligarquías locales están en marcha en los países del sur. En cada uno de ellos hay “políticos” que, jugando a no serlo, pretenden llegar al gobierno y desarrollar el mismo tipo de estrategias que ya avanzan en Grecia y otros países.
De momento, el lugar donde el proyecto retrógrado está en marcha con más posibilidades de imponerse es Argentina. El troglodita Javier Milei avanza sobre un terreno preparado por las dificultades económicas y por el desencanto del electorado con las opciones partidistas. Es muy posible que gane las elecciones y que empiece a ejecutar el programa más regresivo en lo social y político que sea posible imaginar.
Los conocedores del país sureño vaticinan que, con Milei, Argentina retrocederá a sus peores tiempos, una mezcla de la voracidad depredadora de Macri y Menem; la inestabilidad de la era de los cinco presidentes en once días; y la intolerancia de las dictaduras a las que el abanderado y su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, defienden con dientes y uñas.