Existe un canal de televisión donde la oposición venezolana siempre ha sido bastante bien recibida, en el que los gobiernos de Israel son considerados inocentes querubines, en el que los mandatarios colombianos Uribe, Santos y Duque no son paracos, ni promotores del falsopositivo, sino decentes representantes de la comunidad internacional y en el que mande quien mande en Estados Unidos siempre parece tener la razón.
En esa planta, recientemente, en dos programas distintos, un par de personajes que camina en una tenue frontera entre la comunicación, la farándula y el circo, pontificaron una serie de absurdas tesis ante las víctimas que tienen la paciencia y el estómago suficiente para ver sus espacios.
El primero, un locutor histriónico y curero, el mismo que dijo el 13 de abril de 2002 que aquí no estaba pasando nada, afirmó a gritos que el expresidente Rómulo Betancourt, uno de los fundadores de Acción Democrática, fue algo así como un Sir Lanzarote de la defensa de los derechos humanos y como un arcángel Gabriel en la lucha por la libertad de expresión.
Y el segundo, luego de una larga perorata, abogó por que la República Bolivariana de Venezuela le venda sus hidrocarburos casi que con exclusividad a los “americanos” (no entiende aun el señor que debería decir estadounidenses) porque están cerquita, es decir, ahí mismito de nuestros puertos y porque su infraestructura está hecha a la medida de nuestros crudos.
Sobre el primer caso bastaría revisar en una hemeroteca virtual, si es que están digitalizados, los titulares de los diarios de los años en los que gobernó Betancourt directa o indirectamente, como lo hizo cuando Raúl Leoni ocupó la silla presidencial en Miraflores. La suspensión de las garantías constitucionales, la violación de los derechos humanos, desapariciones y asesinatos como política de Estado y cierre y atentados en contra de diarios opositores fueron una constante. Amén de su vergonzosa entrega a los intereses de Estados Unidos y especialmente de los Rockefeller y su empresa Creole Petroleum Corporation.
Sobre el otro tema no hay mucho qué decir, además no me da el espacio. Solamente vale recordar que hay algo que se llama diversificación de las fuentes de ingresos y de la disminución de los riegos y dependencias de un sólo mercado o cliente. Pero claro, eso pasa por pensar en la soberanía nacional.