El aparato ideológico intenta sostener un orden mundial colapsado
Quién tiene derecho a atacar y quién debe tolerar agresiones
La hegemonía de Estados Unidos y sus aliados está en pleno colapso real. Hay síntomas claros en las esferas de la economía, la diplomacia, y el dominio militar. Pero esa estructura de poder mundial todavía conserva, casi intacto, su aparato ideológico, una compleja amalgama de religión, educación, medios de comunicación convencionales y de nuevo cuño, redes sociales, publicidad, mercadeo y la todopoderosa industria del entretenimiento.
Esa maquinaria trituradora de verdades, le permite al imperio en declive seguir siendo imperio o, al menos, tratar de sostener el orden mundial que se desploma.
El aparato ideológico ha tenido el monopolio global del relato sobre la violencia, sus causas, sus autores y sus víctimas. Eso le ha permitido a Estados Unidos y sus aliados erigirse en policía, tribunal y cárcel del mundo. A través de su hegemonía mediática y cultural han impuesto al resto de los países su visión sobre quién tiene derecho a atacar y quién debe tolerar las agresiones.
Ese monopolio del relato sobre la violencia, les ha permitido a las potencias llamadas “occidentales”, y autodenominadas “del mundo libre”; invadir y saquear países, perpetrar genocidios, guerras civiles, guerras entre naciones, rebeliones militares, golpes de Estado y otra larga lista de barbaridades; todas ellas ejecutadas con el sello de legitimidad otorgado por su propia maquinaria ideológica y mediática.
En la reciente escalada del conflicto palestino-israelí esto puede verse de un modo muy claro. Hay una violencia, la de Israel contra el pueblo palestino, autorizada, justificada, legitimada por el aparato hegemónico; y hay una violencia, la del pueblo palestino contra la agresión israelí, que se califica de terrorista, injustificada e ilegítima.
Solidaridad automática o forzosa
El aparato ideológico que ostenta el monopolio sobre el relato de la violencia entiende que para imponer el sentido no basta con sus propios recursos, sino que debe procurar el apoyo de terceros que influyan en la formación de matrices y tendencias.
Buena parte de este apoyo es producto de la solidaridad automática. El adoctrinamiento previo realizado por la religión, la escuela, los medios y las redes; hace posible que personas y grupos con capacidad para terciar la opinión pública, se abonen voluntariamente a la consolidación del relato hegemónico.
Otra parte de ese respaldo se logra de manera forzosa, mediante la coacción, el chantaje y la extorsión. Por ejemplo, cuando un medio, comentarista o periodista intenta ser equilibrado respecto al conflicto del Medio Oriente, es sancionado por el poder hegemónico con ostracismo, retiro de apoyo económico o amenaza de acciones contra su integridad física o moral.
Victimización de los verdugos
La estrategia para imponer el relato sobre la violencia tiene uno de sus puntales en la victimización de los verdugos, algo que se hace simultáneamente a través de las líneas editoriales e informativas de los medios y de los mensajes de la industria cultural (cine, televisión, música, libros, etc.).
Esto se ha aplicado en todas las guerras causadas, fomentadas y desarrolladas por el imperialismo contra regiones y países de su interés geopolítico: Corea, Vietnam, Medio Oriente, Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia y numerosas naciones africanas. En todas esas conflagraciones, la agresión sistemática y atroz de las fuerzas invasoras es legitimada por la maquinaria ideológica, mientras cualquier respuesta de los pueblos invadidos es utilizada para presentar a los asaltantes como víctimas y mártires.
El conflicto palestino-israelí es un ejemplo vivo de esto. La incesante violencia que durante décadas se ha ejercido contra la población civil y desarmada, ha sido ignorada, silenciada, relativizada y hasta convertida en objeto de burla por el aparato ideológico dominante; pero lo ocurrido el sábado 07 de octubre, cuando una acción sorpresiva volteó momentáneamente la tortilla, ha recibido la condena “unánime” (la unanimidad, también falsa, creada por el hegemón) del mundo occidental.
Tergiversación de la historia
La llovizna ideológica, que en ocasiones como la actual se convierte en un poderoso aguacero, va conformando una visión completamente tergiversada de la historia. Esta, a su vez, sirve a los fines de legitimar las acciones del momento presente.
En el caso de Palestina, el aparato ideológico ha logrado, a través de los años, que buena parte de la población mundial crea que la conducta de los israelíes es justa, pues se trata del sufrido pueblo que fue casi exterminado en el Holocausto nazi.
La historia real de cómo las potencias occidentales ganadoras de la Segunda Guerra Mundial resolvieron implantar el Estado de Israel en un territorio que de ninguna manera estaba vacío, es una parte del relato que ha sido suprimido o retorcido según los intereses del imperialismo estadounidense y europeo y los del sionismo (que son, esencialmente, los mismos).
Cualquier intento de difundir un enfoque histórico más cercano a la realidad es también despachado por los temibles lobbies que coaccionan, chantajean y extorsionan a los investigadores y docentes. En eso seguimos.