Por: Federico Ruiz Tirado
«En cuanto a mi residencia, me jacto de tener muchas moradas. No solo habito a los `indios´ y `negros´, y a los pardos de toda graduación; sino también a los europeos segundos y primeros de América y, muy especialmente, a los que me odian y persiguen en los otros porque no pueden expulsarme de su propio corazón«, escribió una vez José Manuel Briceño Guerrero.
Este principio de viso filosófico expresado a cielo abierto por el Maestro Briceño Guerrero, lo ofrezco a esa vasta y huérfana comunidad de venezolanos que se quieren perpetuar como estatuas cagadas por los pájaros, apostadas en ese enmarañado costal de la cuna ancestral, como si llevaran a cuesta un «sucio imposible» y apátrida de desmanchar, exhalando pesares, resentimientos rancios y sórdidos a diestra y siniestra.
La patria no está en otra parte
Es hora de que estas gentes asomen sus antenas y reciban señales inconfundibles de que la patria no está en otra parte y tiene historia solar, geo- referencias culturales, espirituales y diversidad de signos: constructos de carne y hueso, como seres vivos que somos.
La crispación política se ha presentado siempre en ámbitos socioculturales diversos; y sus tonalidades suben, bajan, o no prestan suficiente a la ansiada comprensión colectiva de los asuntos que dirime la autoridad democrática con los adversarios históricos, pero ese no es un rasgo definitorio de la identidad: es un elemento que cuece la irremplazable diversidad, sin pérdida del sentido común y comprensión de la identidad como nación, como pueblo y gentes que surcamos el espacio territorial.
Las barajas escondidas
Pero hoy, a las puertas del Referéndum Consultivo en defensa de la Guayana Esequiba, estas gentes quieren imponer matrices distorsionadas para empañar este acto soberano.
Después del acuerdo de Barbados, de la libertad de algunos exponentes de la derecha incursos en graves delitos contra la patria, de los curiosos rictus de la Milei Corina Machado Zuluaga, y más aún cuando en el mantel de la mesa las derechas, o las oposiciones (así, dicho en plural) quieren pero no pueden mostrar las barajas escondidas, entonces se produce un salto atrás peligroso.
Este retrato nos acompaña a veces condenándonos a ser víctimas y victimarios de un malestar de la cultura política que proviene de tiempos remotos. No se trata de una laberintitis grecolatina; sino de una pugnacidad originada en los valores de la sociedad capitalista, de una lucha de clases que se forman alrededor de una lógica perversa emanada de la riqueza: esa suerte de cueva que ha guardado los tesoros ajenos custodiados por el nada pintoresco Alí Babá, y sus cuarenta malhechores que gozan; al saberse incólumes en el reino de las desigualdades sociales.
Integridad y dignidad
Es la hora de que los principios platónicos, socráticos o maquiavélicos, trillados eternamente a propósito del ejercicio puro de la política; se vuelvan, para los apátridas, baratijas de quincallería ofertadas a precios de gallina flaca; y sus preceptos éticos queden pendientes de un pago móvil atascado en el celular de un poeta y exguerrillero que se declara súbdito perpetuo del consignismo «hasta el final»; como lo transmite el tono grave de la voz de Tito Núñez Silva: un eco tan espeluznante como un aullido de Caín, según Saramago, pidiendo auxilio, socorro, el tanque y el chorro; en pleno desierto.
El referéndum consultivo por nuestra integridad territorial y el Esequibo es un acto de plenitud democrática; útil para difundir masivamente la información más amplia y renovada sobre un tema que la población menos sensible, y de algún modo alcanzada por la potencialidad golpista de la derecha opositora, cuyos actos pasaron a otros planos de la contienda; debe asumir con la dignidad que siempre ha mantenido, tal como ocurrió en el 2017 frente al proceso Constituyente que frenó el avance de las guarimbas homicidas y devolvió la paz a las calles de Venezuela.
Por eso, es necesario apoyar con todos los hierros esta iniciativa, que debe acompañarse de mucha movilización popular, cultural, patriótica. Pero la derecha violenta no oculta sus intenciones de quebrantar la vocación de Venezuela, que desde el siglo XIX ha estado a la vanguardia de la emancipación de América y vuelve a estarlo al finalizar el siglo XX; y en el siglo XXI.
A veces, la hora en que los peces gordos se quieren comer a las sardinas se subvierte; y éstas se deslizan entre las olas, para no ser devoradas, buscando a sus iguales en ultramar. Nos toca reforzar la alianza con los actores internacionales.
Así, más o menos, es la historia de la civilización; el relato primordial de la contienda que trazaron Marx y Engels en un manifiesto que vale la pena evocar, un tantico así, para que no se olvide que somos de los que nos resistimos a pertenecer al no-lugar.
El diálogo y la política son dos acciones inseparables, es cierto; pero éstas no parecen estar en la cultura de la derecha venezolana.
El referéndum de diciembre será como la constituyente del 2017, cuando en condiciones difíciles, en muchos sentidos; el pueblo se volcó a votar pacíficamente por encima de todos los obstáculos y la guerra multiforme. Esa actitud pacífica pero firme, estableció orden en el país, y así será el 3-D. Saldremos con voluntad pacífica y de respaldo a la gestiones que hace el gobierno en defensa del territorio.
No quiere decir que vamos a la guerra: significa que estamos unidos por la defensa de nuestro territorio. El RC es una herramienta de paz y no de guerra; lejos del lenguaje tóxico de los belicistas, las amenazas de Guyana y del Comando Sur.