Por: Francys Mujica
La especie humana está en riesgo, los recursos naturales son cada vez más finitos y las sociedades viven de manera acelerada y con mayor índice de consumo. Sí, sé que se lee como un fatalismo, y algunos pensará n que es una afirmación exagerada; pero es la dura verdad, hemos generado un colapso en la madre tierra con nuestras acciones, estamos acelerando los ciclos del planeta tierra; cuando digo hemos, me refiero al hombre como especie, que lamentable y desafortunadamente vive bajo las formas de consumo impuestas por el modelo capitalista.
Entonces, no se trata de culpabilizar, de señalar con el dedo, porque no es un hecho individual; sino que realmente se trata de un modelo económico que nos adaptó a vivir de forma tal, que creemos en su buena fe. El capitalismo salvaje y atroz, que no solo promueve la discriminación, el odio, la distribución injusta de los recursos; que genera la explotación del hombre por el hombre y la creencia en la riqueza basada en el consumismo, lujo y confort; sin medir el daño ambiental.
Pero eso ya lo sabemos, somos conscientes de que el sistema capitalista, que además está en decadencia, nos ha generado la sensación y la necesidad de consumir a gran escala; conllevando implícitos procesos de industrialización cada vez menos responsables ecológicamente; sabemos que todo se trata de marketing y de generar grandes ingresos a costa de lo que sea; incluso de nuestra propia extinción.
Y como todo parece ser una moda, resulta, mis estimados, que ahora existe el capitalismo verde, sí, así como se lee —capitalismo verde—, que se vende como una nueva forma de consumo; pero que realmente es una nueva forma de camuflaje por la subsistencia de este modelo económico, cuyo fracaso es evidente.
¿Peligroso? Sí, y mucho, porque se trata de una forma de permear a la sociedad con nuevas necesidades, patrones de consumo y de conducta, que simplemente conlleva a la producción masiva de esos rubros; y es aún más complejo porque todo lo orgánico y sustentable se vende a costos más elevados imposibilitando su acceso, entonces; el capitalismo verde no es más que un nuevo mercado para seguir delimitando el estatus social, el poder adquisitivo y generando impacto ambiental.
Si hacemos una evaluación mínima de lo que esto significa, cabe aclarar que no se trata de apartar la idea, necesaria, de convertirnos en una especie responsable del destino de la humanidad; se trata de alertar que eso que nos están vendiendo no es la forma, ni la vía. Las nuevas formas de consumo y de interacción con la naturaleza no pueden nacer de espaldas a las grandes mayorías.
Un ejemplo claro de esto, los nuevos y modernos carros eléctricos, cuyo acceso está restringido a personas con poder económico; qué pasa entonces con los que no tienen la capacidad monetaria para adquirirlos; la construcción de eco-viviendas con energías alternativas incorporadas y que suelen ser bastante costosas, o los alimentos orgánicos cuyo consumo es casi imposible para personas de ingreso medio/bajo. Esto, sólo por referir algunos elementos que el capitalismo verde trae consigo.
La verdadera transformación debe ser masiva, unificada, al alcance de todas y todos los habitantes de este planeta, debe estar ajustada a las realidades culturales, sociales, económicas y políticas de cada región. Repito, una transformación de los modelos y formas de consumo no puede nacer de espalda a las comunidades. Por ello lo alerto, lo denuncio, y lo traigo al debate: el capitalismo verde no existe ni existirá; es solo una faceta más de un modelo nefasto que nos está llevando al fin de nuestra propia especie.