El diálogo fue un factor clave en la historia de 2023, a pesar de que los escépticos puedan decir que sus frutos han sido precarios.
El año estuvo signado por el empeño de Estados Unidos de recuperar a Venezuela como proveedor seguro de petróleo, para lo cual hizo ciertos gestos de disposición a negociar, aunque sin dejar a un lado sus hipócritas argumentos de preocupación por la democracia y los derechos humanos y sin renunciar a su típica arrogancia imperial, que le obliga a un estira y encoge permanente.
Por ejemplo, en 2023 quedó ya definitivamente echado al olvido el supuesto gobierno interino de Juan Guaidó, personaje nefasto que terminó por radicarse en Miami, trastocado en multimillonario y «profesor». Sin embargo, Washington ha pretendido empoderar a una sustituta, la exdiputada Dinorah Figuera, para poder sostener el tinglado de la apropiación indebida de Citgo y otros activos venezolanos en Estados Unidos. En el país, muy poca gente tiene alguna idea de quién es Figuera, pero a los perpetradores del saqueo sólo les interesa que alguien ponga las firmas con una apariencia de legalidad.
Acicateados por la necesidad de energía, han aliviado las medidas coercitivas unilaterales para permitir específicamente que corporaciones petroleras estadounidenses reanuden operaciones en campos venezolanos. Esa ha sido la mejor demostración de la verdad: lo que ha estado en marcha ha sido una gran extorsión, han tenido al país como rehén. Pese a ello, sigue habiendo gente que niega el peso de las mal llamadas sanciones y del bloqueo en la dramática crisis económica y social que hemos padecido desde la década pasada.
Otra prueba irrefutable de la operación extorsiva fue la descarada confesión del expresidente estadounidense Donald Trump, quien, con el desparpajo propio de un psicópata, expresó que todo lo ejecutado durante su gobierno tenía como objetivo robarse el petróleo de Venezuela, y acusa a Joe Biden de bobo, por no haber seguido en esa línea.
Dispuestos al diálogo
La disposición al diálogo se mantuvo, a lo largo del año, del lado del gobierno bolivariano, que recibió en Caracas a enviados especiales de Estados Unidos y también aceptó la iniciativa del presidente de Colombia, Gustavo Petro, para buscar puntos de acuerdo en un encuentro en Bogotá.
Petro, dicho sea de paso, ha tenido un comportamiento encomiable en lo que toca a la relación con Venezuela. Ha marcado una sustancial diferencia con respecto a los gobiernos precedentes de Colombia y eso se ha reflejado en la distensión política y en la mejoría demostrable de las estadísticas económicas.
El momento estelar del diálogo resultó ser la firma del Acuerdo de Barbados, que logró cristalizar, a diferencia de intentos en años anteriores, cuando fueron abortados por órdenes de las camarillas de Washington.
Noticias electorales
Ese acuerdo ha sido el marco de varias acciones desarrolladas luego, tanto en el escenario interno como en el externo. Una de ellas fue la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral, el que ha de regir los comicios presidenciales de 2024.
En el ámbito electoral, una de las noticias tristes del año fue el fallecimiento de Tibisay Lucena, la indoblegable rectora del CNE, que dirigió los procesos electorales del país en momentos de alta conflictividad y debió soportar las peores campañas difamatorias de las que han sido capaces los enemigos del voto, los partidarios de las salidas violentas.
El nuevo CNE entró rápido en controversia interna porque el sector opositor, que decidió escoger candidatura en elecciones primarias, estuvo deshojando la margarita en torno al punto de solicitar o no el apoyo del organismo especializado. Primero dijeron no; luego sí; y luego no, de nuevo. Nada inusual entre “líderes” egocéntricos y caprichosos.
Al organismo electoral, con su nueva composición le correspondió el trabajo de organizar una primera consulta popular: el referendo consultivo sobre la Guayana Esequiba, que se efectuó sin inconvenientes en todo el país y derivó en un resultado vinculante que marca el horizonte de la reclamación venezolana por el territorio del que fue despojado el país en 1899; mediante el írrito Laudo Arbitral de París.
La Guayana Esequiba en primer plano
El referendo fue un momento estelar del año 2023. Marcó pauta en materia de temas, alrededor de los cuales se puede generar un consenso político amplio; y dejó aislados a los sectores opositores más retardatarios y antinacionales. Reivindicó ante el mundo una verdad incuestionable: Venezuela es, casi con toda seguridad, el país que ha realizado más elecciones y referendos de alcance nacional en lo que va del siglo XXI.
La consulta pública fue determinante para pasar a la ofensiva ante lo que, a todas luces, es una confabulación internacional de Estados Unidos, Reino Unido, Guyana y ExxonMobil para despojar a Venezuela de su territorio y de las riquezas que están en este y en las aguas marinas aún sin delimitar.
El asunto estuvo presente a lo largo del año, siendo muy digno de recordar el alerta que emitió en julio el ministro de la Defensa, Vladímir Padrino López, sobre las abusivas maniobras militares del Comando Sur de Estados Unidos en una región neurálgica para Venezuela, como lo es el delta del Orinoco y la salida al Atlántico.
Primarias opositoras
Barbados implicó el compromiso de la oposición para cuestionar las medidas coercitivas unilaterales (MCU), lo que para unos cuantos dirigentes ha implicado negarse a sí mismos, a sus todavía frescas ejecutorias y opiniones.
Entre los virajes más notorios ha estado el del gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, quien luego de apoyar al “gobierno interino” y usufructuar recursos de Monómeros y otras empresas nacionales en el extranjero, ha asumido una actitud de cuestionar el bloqueo y las MCU y también de apoyar abiertamente la estrategia gubernamental sobre la Guayana Esequiba.
Las primarias opositoras constituyeron otro de esos intentos de cierto segmento opositor, de lavarse la cara y presentarse como factores democráticos y pacíficos; en contraposición con una hoja de vida que dice exactamente lo contrario.
El proceso, que había generado expectativas desde comienzos del año, terminó siendo un traje a la medida para una de las candidatas, María Corina Machado, la misma que impuso la exclusión del CNE y la realización de una votación manual y arcaica, cuyos resultados han sido puestos en tela de juicio, incluso por los mismos miembros de la comisión electoral privada que dirigió la consulta.
Inhabilitaciones y órdenes imperiales
Por supuesto, porque no podía ser de otra forma, las primarias opositoras fueron presentadas ante el mundo por la maquinaria mediática global como una suprema expresión de democracia que surge en medio de una dictadura feroz. Se magnificaron las cifras de votación y se elevó a Machado a la categoría de virtual presidenta electa, a pesar de que es público y notorio que ha sido inhabilitada por decisión de la Contraloría General de la República.
Pero, aquí aparece de nuevo el Acuerdo de Barbados, en el que se contempló la creación de una hoja de ruta para que sean revisadas las inhabilitaciones políticas. Este mecanismo se dio a conocer a finales de noviembre y consiste en elevar la consulta ante el Tribunal Supremo de Justicia de manera individual y voluntaria.
Para variar, Machado se negó a realizar ese trámite pues, según ella, no está inhabilitada y, además, no reconoce la autoridad ni de la CGR ni del TSJ (como tampoco el del CNE ni de ningún poder público).
En este punto pudo observarse, con especial crudeza, una de las características más deplorables de una buena parte del sector opositor: su dependencia absoluta de lo que digan sus jefes estadounidenses.
Cuando ya estaba por expirar el plazo para presentar la solicitud de revisión ante el máximo juzgado nacional, todo indicaba que Machado seguiría clavada en su postura de no hacerlo. Pero, entonces, apareció un significativo mensaje público de Francisco Palmieri, quien funge como embajador de Estados Unidos para Venezuela, despachando desde Bogotá. En ese breve texto, aplaudía a Machado por haber comparecido ante el TSJ, algo que aún no había ocurrido. Todo indica que no fue un comentario de Palmieri ante un hecho consumado, sino una orden que le impartió a Machado, quien tuvo que cumplirla sin chistar. Para no quedar tan mal parada, ella y sus partidarios se inventaron una narrativa acerca de cómo habían sorprendido al “régimen”, pero lo cierto es que tuvo que ir porque la mandaron.
Palmieri por Story
Por cierto, otra de las novedades de 2023 fue la salida de escena del anterior procósul gringo, James Story (jefe de todas las conspiraciones de los años previos, incluyendo el intento de magnicidio, el gobierno interino, los apagones, el fallido golpe de los plátanos verdes, la Operación Gedeón y otros intentos de invasión) y su reemplazo por Palmieri, un texano con apariencia latina (lo apodan “Paco”), formado en la Escuela Nacional de Guerra de Estados Unidos.
Caiga quien caiga
La otra noticia que estremeció al país durante 2023 fue la Operación Caiga quien Caiga, dirigida por la Policía Nacional Anticorrupción y que, en principio, significó la detención de un lote de jerarcas de diversos poderes públicos.
Signada por la espectacularidad, esta operación tocó principalmente tramas de corrupción que se llevaban a cabo en Petróleos de Venezuela y alrededor de la moneda digital Petro, aunque también abarcó a funcionarios presuntamente corruptos del Poder Judicial.
A estas alturas del año, las expectativas siguen candentes en torno al desenlace que puedan tener las causas judiciales abiertas a estas personas. No es el propósito de esta nota hacer pronósticos, sino un balance, pero está claro que lo que ocurra en torno a este tema será crucial en el desenvolvimiento político de 2024.
En la misma órbita pueden ubicarse las operaciones realizadas por el Ministerio de Interior Justicia y Paz y otros entes y organismos del área de la seguridad para desarticular las bandas que controlaban varias cárceles. Estas acciones han comprobado situaciones realmente graves que eran secretos a voces, como el funcionamiento de estructuras irregulares dentro de dichos centros penitenciarios, que expandían su poder en las regiones donde se encuentran ubicados.
Y si de desmontar estructuras enquistadas hablamos, hay que anotar entre los avances de 2023 la renovación de autoridades en la Universidad Central de Venezuela. Más allá de que los nuevos integrantes del rectorado, los decanatos y las direcciones de escuelas sean, en su mayoría, militantes opositores, ha sido muy promisorio el hecho de haber extirpado de la Casa que vence la sombra a personas que habían hecho de ella su coto privado.
Retrogradación en el vecindario
En la arena nuestroamericana, el año cierra con las primeras consecuencias prácticas de una retrogradación política: la de Argentina con el gobierno del ultraneoliberal Javier Milei, quien ganó las elecciones disfrazado de enemigo de las “castas” políticas, pero ha llegado a la presidencia para gobernar al lado de la peor de ellas, la del expresidente Mauricio Macri.
La derecha continental en líneas generales (y la venezolana en particular), celebró la victoria del hombre que se califica como libertario, anarcocapitalista y paleoliberal. Aplaudieron a rabiar la derrota del peronismo. Pero, apenas unas horas de gobierno han bastado para que ese éxito se perfile como una de las peores propagandas para los abanderados derechistas y afines. Tristemente, es el pueblo pobre y las muy engañables clases medias argentinas quienes van a pagar las consecuencias de este nuevo experimento macabro de la oligarquía y sus aliados globales.