Por: Francys Mujica
A pocos días de culminar un 2023 cargado de convulsiones climáticas, en el que vivimos la ola de calor más acentuada de los últimos tiempos, incendios forestales, catástrofes, sequías y fenómenos naturales que nos hicieron sentir verdadero terror ante la idea del fin de la humanidad.
Como especie en peligro de extinción, nos ocupa enormemente todo lo que vivimos en este año, en donde los incrédulos y hater ambientales vivieron en carne propia las consecuencias de la triple crisis climática que no solo amenaza a la humanidad, sino, a todas las especies y ecosistemas del planeta tierra.
Haciendo un recuento de lo mucho que se debatió en el mundo sobre cómo solucionar la gran catástrofe que pudiera vivir la humanidad si no damos un alto a este estilo de vida; resalto los esfuerzo y el interés de los países que integran la Conferencia de las Partes por sentarse a pensar en conjunto la vía más expedita para resolver un problema que nos involucra a todos y todas. Destaco la valentía del Cuerpo de Bomberos Forestales del Instituto Nacional de Parques de Venezuela, que como parte de la política de solidaridad y Diplomacia Bolivariana de Paz, trascendió fronteras para ser parte de la solución ante eventos forestales que ocurrieron en países hermanos.
Rescato y resalto la constancia de los muchos movimientos ecologistas venezolanos que se mantienen firmes en la defensa de los derechos de la madre tierra y han impedido que minorías capitalistas acaben con flora y fauna de bosques venezolanos para satisfacer gustos y malcriadeces deportivas de pequeños grupos, que por las razones que sean, cuentan con ventaja financiera y se sienten dueños de los ecosistemas.
Del 2023, abrazo la iniciativa de los jóvenes ecologistas que se congregaron en un encuentro nacional, para debatir, aprender y profundizar en conocimientos necesarios sobre la crisis climática y que luego se convirtieron el multiplicadores de lo aprendido; esa es la real misión, la de promover conciencia sobre un tema que nos afecta como especie.
En definitiva ha sido un año convulso pero en el que creció la conciencia mundial, en donde la preocupación por lo que estamos viviendo se está convirtiendo en accionar, desde pequeños colectivos, hasta grandes grupos en todo el mundo están pensando de manera más sostenible.
Y ante ese incremento de conciencia mundial ¿qué nos queda por hacer? La respuesta a esa pregunta es muy sencilla: nos queda mucho, muchísimo por hacer, por transformar, por trascender, por aprender, nos queda un montón de gente por sumar para que la causa de salvar nuestro planeta esté en la conciencia de cada ser humano.
Por ello, este 2024 pido un planeta sostenible, que lo construyamos juntos y juntas, entendiendo que la lucha es contra un modelo depredador, el modelo capitalista, al que no le importan las vidas ni las causas comunes, rompamos la cadena de lo individual, porque solo pensando en colectivo lograremos dar un pequeño paso por y para nuestro planeta.
Me despido por este año, esperando que logremos profundizar la lucha ecologista en el 2024 y deseando para todos y todas felices fiestas.