Por: Francys Mujica
Un importante número de personas en distintos países del mundo, manifiestan diariamente su descontento ante el genocidio que ocurre en Palestina, situación que se ha convertido en una siniestra realidad de la actualidad planetaria. Pese a que movimientos sociales de todo el mundo, sectores, especialistas y gobernantes piden a Israel dar un alto a tan repugnante situación, pareciera que no les importa (y de hecho es así) lo que el planeta entero opine y pida sobre ello; pues su objetivo es bastante claro, no se trata solo de la ocupación de un territorio que no les pertenece, sino, de exterminar a la población Palestina.
Tan siniestro es su accionar, que han recurrido al uso de una sustancia que se encuentra prohibida por los organismos internacionales y repudiado por el planeta entero por su alta peligrosidad para la vida humana y por ser un fuerte contaminante; se trata del fósforo blanco.
El fósforo blanco es una sustancia química altamente inflamable, extremadamente difícil de apagar, que puede causar daños catastróficos, las quemaduras generadas por este químico, suelen ser sumamente dolorosas y letales, pues la sustancia se adhiere a la piel, generando quemaduras de segundo y tercer grado, además puede corroer el esqueleto humano. Imagínense entonces el impacto ambiental que causa el uso del mismo.
Aunque existen denuncias por movimientos ecologistas y defensores de los derechos humanos, para evitar el uso de esta sustancia, Israel hace caso omiso de ello sin importar el impacto que genera a corto, mediano e incluso a largo plazo, que dando rienda suelta a su afán por exterminar a la población palestina, principalmente niños y niñas, somete a la humanidad entera a un ecocidio.
Sí, un ecocidio, porque se trata de una destrucción ambiental intencionada, con conciencia y en conocimiento pleno de lo que implica para los ecosistemas el uso de este fatal químico.
Y si te preguntas cuáles son específicamente los efectos ambientales que produce dicha sustancia, comparto algunos: incendios descontrolados, debido a la alta inflamabilidad de la sustancia, resulta complejo extinguir el fuego provocado a partir de fósforo blanco, lo que afecta la capa vegetal que protege el suelo, sus minerales y su biodiversidad, provocando exterminio de especies animales y vegetales.
El fósforo blanco puede permanecer en el agua y el suelo por un tiempo importante, lo que no solo causa contaminación del agua, sino afecta el recurso pesquero necesario para la alimentación, y deteriora la calidad de los cultivos, ya que esta sustancia tiende a propagarse por el aire y adherirse con facilidad, acabando con las potencialidades agrícolas de las poblaciones.
En cuanto a la contaminación del aire, la combustión de fósforo blanco libera gases tóxicos, incluidos ácido fosfórico y fosfina que afecta potencialmente la salud humana y la fauna tanto doméstica como silvestre.
Entonces se trata sí, de un genocidio, pero también de un ecocidio que involucra a toda la población que hoy se encuentra comprometida y luchando para mitigar la crisis climática que se agudiza cada vez más.