El 24 de octubre del 2022, en este mismo medio, publicamos un trabajo que decía “Arde Europa”. Fuimos coherentes con lo que venimos diciendo desde hace más de una década. Por lo que vemos, por lo que analizamos; por las declaraciones de sus personeros, líderes; por las reacciones que toman, y sobre todo, por cómo reacciona la gente de carne y hueso, que no es tomada en cuenta por las corporatocracia mediática global; por quienes manejan el negocio de las plataformas digitales, que intentan imponer una narrativa.
Pero, sobre todo, por cómo juegan los otros grandes actores de la geopolítica global. La Vieja Europa, lo dijimos en su momento, hace tiempo que declinó su papel protagónico, se resignaron, o, mejor dicho, sus “líderes” actuales, se resignaron a ser comparsa de Washington.
Se resignaron a ser comparsa en este mundo de las corporatocracias. La realidad actual, los hechos, muestran que no nos equivocamos en octubre de 2022. Aquella vez señalamos: “miles de ciudadanos marchan en todos sus países exigiendo mejoras salariales, controlar la inflación, el desabastecimiento, marchan contra la genuflexión de sus dirigentes respecto a Washington. Ellos, para intentar distraer la atención, juegan a la rusofobia, inventan sanciones contra otros países. Pero parece que ya no les alcanza”.
En otra parte del trabajo referíamos: “el domingo 16 de octubre, miles de franceses marcharon en París reclamando por el alza de los precios, el desabastecimiento que no se detiene, por los menoscabados salarios. Lo mismo ocurre en Inglaterra, Italia, Alemania, República Checa, Portugal, España, en fin, en todos los países que integran la Unión Europea. En todos hay descontento, marchas, represión, violación de derechos humanos”.
Párrafos más adelante manifestamos: “todo tiene un origen común, el alineamiento insensato con Estados Unidos en su guerra proxy contra Rusia, para la que usaron en primera línea, para que ponga los muertos, a Ucrania; pero que también usa a la UE para que ponga los hambrientos, para que al dejar de lado el gas ruso se deterioren sus industrias, se incremente su inflación”.
Claro, Estados Unidos les vende gas licuado al triple del precio, que ya es trágico. Además, Europa no tiene la infraestructura adecuada para almacenar el gas licuado que le envían los norteamericanos. Pero, en todo caso, ese no es problema de ellos.
“El pueblo europeo, pese a lo manipulado que está, se da cuenta, reacciona, por ello sus gobiernos están en aprietos. Los europeos quieren salir de sus gobiernos, quieren salir del yugo norteamericano, incluyendo sus bases militares”.
Todo lo que escribimos por aquellos días, tiene absoluta vigencia. Peor, se agravó. Se agravó porque Europa debió meter mucho dinero para sostener la guerra contra Rusia. Se agravó porque Rusia ya tiene la guerra ganada, dicho por expertos militares occidentales ya citados anteriormente desde este mismo espacio.
Se agravó porque los agricultores de la Unión Europea se cansaron de los privilegios de los que gozan sus “hermanos” ucranianos y que los están perjudicando.
Hace unos días, vimos cómo cientos de tractores atravesaban las principales vías y carreteras europeas en protesta porque están siendo arruinados. Pagan mucho más por combustible, por fertilizantes, los mercados se les achican.
Francia, que es uno de los principales exportadores de productos agropecuarios del mundo, hoy pierde terreno. Igual pasa con Portugal, España, Holanda.
Otros países, desde otras latitudes, emergen con gran potencial productivo. De Eurasia, de América Latina, de África, de la misma Oceanía. Son países con tierras fértiles, con acceso a buena tecnología que, teniendo acuerdos con los países emergentes, con otros actores del Sur Global, acceden más fácilmente a fertilizantes, a mercados emergentes, a combustible seguro.
La UE, mientras tanto, seguirá en su marasmo de sanciones contra Rusia, contra países que le incomodan a Washington, pese a que, ya está demostrado, se les revierte.
Pero, por si fuera poco, operadores políticos, militares de Estados Unidos, del establishment, los llaman bobos. Les enrostran que son unos tontos útiles.
¿No? Claro que sí. Días antes de que publicáramos este material, la última semana de enero, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que el apoyo militar a Ucrania en medio del conflicto con Rusia beneficia económicamente a Estados Unidos, que eso fortalece la industria de defensa estadounidense.
«La mayor parte del dinero que se le proporciona a Kiev, en realidad se invierte aquí en EE.UU., comprando equipos estadounidenses que enviamos a Ucrania. Así que esto nos hace a todos más seguros y hace que la industria de defensa estadounidense sea más fuerte«, expresó.
Luego, sin inmutarse, les dice que «los aliados de la OTAN están fortaleciendo la industria de defensa estadounidense y haciendo que todos nosotros estemos más seguros porque la OTAN está creando un gran mercado para Estados Unidos, para la industria de defensa estadounidense«.
En otro momento de la entrevista recordó que «sólo en los últimos dos años los aliados de la OTAN han acordado contratos de defensa por más de 120.000 millones de dólares. Por lo tanto, es en interés de la seguridad, es un interés económico, es bueno para EE.UU.«.
Bien elocuentes las declaraciones del secretario general de la OTAN. Sobre todo cuando en Europa hay una corriente de opinión muy fuerte que rechaza los gastos militares para apoyar a Ucrania y descuidan a agricultores, obreros, a los jóvenes europeos, a la seguridad social.
Sobre todo, porque ya se sabe que mucho del dinero de las armas, que les están entregando a los ucranianos, termina en los bolsillos de la corrupta cúpula que rodea a Zelenski, que las armas terminan en el mercado negro.
Porque, además, las sanciones contra Rusia han terminado perjudicándolos a ellos mismos. Porque Ucrania es un feudo neonazi, que los europeos, en su mayoría, repudian.
Por eso la coporatocracia insiste en robustecer la rusofobia. Por eso vuelven a insistir en que Rusia tiene un plan para invadir países de la OTAN. Claro, no han dicho para cuando, ni que países serían, no, el asunto es crear animadversión contra Rusia.
La cuestión es romper los vínculos, impedir que renazcan. La cuestión es implementar lo que en estos momentos ya toda Europa comenta, la militarización. Militarización de la economía, militarización de lo social.
Claro, hay una crisis económica, entonces militarizas la economía. Como la crisis lleva a protestas, militarizas la sociedad para intentar silenciar las protestas. La corporatocracia se encargará del relato, de la narrativa.
La disidencia será tratada como traición. Quienes se opongan serán acusados de agentes rusos.
Así viven los europeos. Eso les toca en estos tiempos, con dirigentes mediocres, algunos con muchos indicios de corrupción, sobre todo la “baronesa” Von der leyen, la misma que ha sido propuesta por Biden, así lo filtraron desde la comunidad de inteligencia norteamericana, para liderar la OTAN; la misma que está ligada, a través de su familia, a grandes laboratorios; la misma que en plena pandemia del Covid 19, negoció con las vacunas.
Como es lógico, mucha, muchísima gente en Europa, se molesta, se indigna, se sienten burlados. Lo manifiestan.
Así lo hizo ver, el primer día de febrero, en el portal de Sputnik, el analista Javier Benítez. Él reconocía que después de montar una guerra en el corazón del continente, para lo cual se sirvió de Ucrania como agente proxy con el objetivo de asestar una derrota estratégica a Rusia, EEUU obligó a la Unión Europea a cortar cualquier lazo comercial de recursos energéticos provenientes de Rusia, de esa manera volvió al viejo continente absolutamente dependiente del gas natural licuado (GNL) de EEUU, y también de sus precios desorbitados.
“Para asegurarse de que no hubiera marcha atrás, tal como hacen algunos soldados ucranianos cuando disparan por la espalda a sus compañeros que se rinden, EEUU, de acuerdo a las investigaciones del periodista Seymour Hersh, reventó los gasoductos Nord Stream: no fuera cosa que, en un futuro, el que fuera, cercano o lejano, se les ocurriera retomar el gas barato y limpio de Rusia”.
Según Benítez, «ahora Washington sabe que tiene agarrado por el cuello a Bruselas». Para reforzar su posición cita un comunicado de la Casa Blanca que dice: «Durante este período, echaremos un vistazo a los impactos de las exportaciones de GNL en los costos de la energía, la seguridad energética de EEUU y nuestro medioambiente. Esta pausa en las nuevas aprobaciones de [suministros de] GNL, ve la crisis climática por lo que es: la amenaza existencial de nuestro tiempo«.
Pero, mientras en el Viejo Mundo, en otros tiempos autodenominado “cuna de la civilización”, se cumple lo que se veía venir; en la mayor parte del mundo se reactivan procesos, agrupamientos. Se acelera la reconfiguración del nuevo orden mundial.
Por ejemplo, la directora del Banco Central ruso, Elvira Nabiúlina, recordó que la participación de los países del grupo BRICS en la economía mundial aumentó al 35% en 2023; superando a la del Grupo de los Siete (G7).
Al incorporarse nuevos miembros, esta participación de los BRICS creció de 31% a 35%; según los resultados de 2023 en paridad de poder adquisitivo. Y estas cifras superan ligeramente la participación de los países del G7.
Recordemos que el grupo BRICS en sus inicios estuvo integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, definiéndose como una asociación de mercados emergentes y países en desarrollo.
El año pasado se amplió con Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Todos ellos ya confirmaron su adhesión.
Sólo revirtió su incorporación Argentina, por taras ideológicas de su actual presidente, Javier Milei.
Pero siguiendo con las declaraciones de Nubiulina, la funcionaria señaló que el uso de las monedas nacionales en el comercio de Rusia con los BRICS aumentó a 85%.
“El peso de las divisas nacionales en el comercio con los BRICS ronda el 85%, hace dos años era 26%«, expresó.
Informò que la cuota de los BRICS, en la matriz del comercio exterior ruso, actualmente alcanza el 40%, 10 puntos más que en 2022 y 20 más que en 2021.
Es importante reiterar que, tras la suma de los nuevos cinco Estados, los BRICS representan casi la mitad de la población global, más del 40% de la producción mundial de petróleo y alrededor del 25% de las exportaciones mundiales.
No olvidemos que el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, ya había dicho que, desde este 1 de enero de 2024, con la incorporación de Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía, se percibe un impulso global para el uso de monedas locales, acuerdos financieros alternativos y sistemas de pago alternativos. «Como BRICS, estamos listos para explorar oportunidades para mejorar la estabilidad, confiabilidad y equidad de la arquitectura financiera global«, mencionó.
Mientras eso sucede en esas latitudes, en América Latina, donde existen ingentes cantidades del tan apreciado litio; donde está la mayor reserva probada de petróleo; donde hay mucho oro y mucho gas; donde hay un gran potencial agropecuario; el panorama político se torna interesante.
Lo dicho, Estados Unidos pierde la hegemonía, pero sigue teniendo mucho poder, sigue dando batalla. Por eso mueve sus fichas, las activa para impedir la unidad; para crear rencillas por diferencias ideológicas entre los gobiernos, para revivir diferendos fronterizos, para incrementar su presencia militar con bases militares encubiertas.
No es casual la campaña interna y externa que se viene desarrollando contra Gustavo Petro. Recordemos que Colombia es el país con más bases militares formales en Sudamérica.
No olvidemos la atención que se le da a las próximas elecciones en México. Las fuerzas del hegemón anhelan que la oposición a López Obrador retome el poder; aunque parece que no será posible.
No olvidemos las nuevas amenazas contra Venezuela. El problema con Venezuela, para ellos, es que en la patria de Bolívar se ha desarrollado una capacidad inusual de resistencia ante los embates de Washington. Allá en el norte, hoy, pudieran preferir las rutas de la negociación.
Más sanciones no aseguran el éxito de sus objetivos. Además, el mundo desde el decreto de Obama, ha cambiado. Allí están los BRICS más fortalecidos, allí están nuevas opciones para el comercio internacional, nuevas alianzas. El gobierno venezolano ha sabido manejarse en este nuevo orden mundial que surge. El actual contexto global le favorece, más aún, si como se viene deslizando, el país caribeño se incorpora en breve a los BRICS.
En contraparte, los lazos con China crecen en todo el hemisferio. Hay una disputa por influencias, en nuestras manos está elegir cuál es la más conveniente para nuestros pueblos. Sobre todo, porque Latinoamérica, en el actual contexto, está en condiciones únicas en su historia, de poner condiciones. Esperemos lucidez y honestidad de sus líderes.