Luego de grandes movilizaciones el 24 enero contra el gobierno de Javier Milei en Argentina, y también en muchos otros países, que respondieron al llamado de organizaciones sindicales y movimientos sociales, dialogamos con Carlos Aznárez, director de Resumen Latinoamericano y militante de larga data; sobre los recientes acontecimientos en el país sudamericano y el genocidio contra el pueblo palestino.
─¿Qué análisis haces de la situación a dos meses de la llegada de Javier Milei a la presidencia?
─A menos de dos meses de instalarse en su cargo, Javier Milei y sus planes “motosierra” han comenzado a generar serias dificultades en la situación económica de la población. En realidad, su decisión de avanzar a golpe de megadevaluaciones ha provocado una mayor profundización de la pobreza; afectando a los sectores que ya venían siendo castigados por los planes inflacionarios del anterior gobierno, y sumando de forma casi masiva a la clase media.
La implantación del decreto de necesidad y urgencia (DNU), realizado en las primeras horas de su gobierno, ha provocado un fuerte impacto destructivo en todos los sectores de la sociedad, desde trabajadores, inquilinos (fue derogada la ley específica), desocupados ligados a la economía popular, estudiantes, científicos, el mundo de la cultura. Todos ellos y ellas fueron embestidos por alguno de los tentáculos del dichoso DNU.
Esta escalada que muchos analistas calificaron de “criminal” por los efectos nocivos que genera con total impunidad, fue respondida de varias formas, por un lado con recursos de amparo por parte de cada sector afectado, entre ellos los más notorios son las centrales sindicales, por el otro, la pelea se está dando en el ámbito parlamentario, al que el Gobierno no solo envió el DNU (que ya se está aplicando por encima de la futura resolución del Congreso) sino también una denominada “Ley Ómnibus”, que comprende un paquete con 300 leyes, una peor que otra para gran parte de la población.
Y por supuesto, la otra gran reacción que enfrenta Milei y su banda de secuaces, es la reacción popular, grandes manifestaciones de repudio, cacerolazos, marchas. Todo ello desafiando a los protocolos “antiprotesta” implantados como maniobra de provocación por la nefasta ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
─Ya la calle se ha pronunciado tres veces. ¿Con cuáles fuerzas y programas?
─Así es, una parte importante del pueblo ha salido a la calle con mucha fuerza. La primera vez se dio solo diez días después de que Milei asumiera. Fue el 20 de diciembre cuando la izquierda rompió el fuego, marchando a la Plaza de Mayo, desafiando toda una campaña de amedrentamiento y decenas de controles policiales que acosaron a la multitud a lo largo de todo el recorrido de la movilización. Esa pequeña victoria, de salir airosos de todo un operativo para sembrar el pánico entre quienes salieran a manifestarse, tuvo su efecto inmediato esa misma noche, cuando las cacerolas sonaron en todo el país, reproduciendo la consigna de “Fuera Milei”.
Días después se dio la primera marcha unitaria, con la participación de la CGT y las otras dos centrales de trabajadores, más los movimientos sociales. Y la tercera fue este pasado 24 de enero, donde la CGT declaró un paro activo y se produjo en todo el país una serie de imponentes manifestaciones de repudio al DNU y a la “Ley Ómnibus”. Se calcula que un millón y medio de argentinos y argentinas salieron a demostrar su rabia por las políticas agresivas del presidente proyanqui y proisraelí, amigo de las corporaciones e ideólogo de una versión renovada del fascismo.
Hay que destacar que, en poco tiempo, se logró unir fuerzas muy diferentes de sectores que ─incluso durante años no se vieron las caras en la calle─, pero esta vez se trata de enfrentar a un enemigo de clase y a un plan de colonización compulsiva que busca destruir las organizaciones sociales y aplastar los reclamos populares. El programa para lograr esta unidad en la acción tiene tres o cuatro puntos mínimos, como son: defender la soberanía, repudiar las medidas económicas, abogar por el respeto a los derechos humanos, y tener las calles, plazas, centros sociales y hasta las juntas vecinales como trinchera de la batalla que ya se está dando.
─¿Qué fuerza tiene la organización popular?
─Toda la fuerza que se puede ir gestando sobre la marcha. Cada sector que se moviliza representa a cientos, miles y hasta decenas de miles; pero también hay que reconocer falencias como la falta de experiencia en la confrontación, falta de formación política y estar viviendo cotidianamente al borde de la hambruna o estar muy castigados por la falta de trabajo, la miseria o la represión policial.
─Milei prometió represión y leyes anticonstitucionales para respaldar la violencia. ¿Cómo se están materializando esas promesas?
─Milei es especialista en caminar sobre la ilegalidad y no respetar las leyes constitucionales. Actúa mediante golpes de impulso y muchas veces choca contra una pared, pero no cede y duplica la apuesta amenazando a quienes quieren hacer valer sus derechos.
Para reprimir y generar microclimas ultraderechistas contra aquellos que se rebelan, está la ministra de Seguridad, una personalidad con rasgos muy autoritarios y que pretende asustar masivamente a la población. Lo que queda claro es que tanto el protocolo que emitió Patricia Bullrich como las amenazas de Milei, que muchas veces suenan a disparate, dan luz verde para que las fuerzas policiales se sientan más empoderadas, y salgan a “cazar” militantes que pegan carteles o pintan la protesta en los muros. Si llegado el caso, Bullrich pasa de la provocación a la acción, es muy probable que el pueblo agredido se crezca y enfrente a quienes quieren aterrorizarle.
─¿Qué puede hacer Milei a nivel internacional?
─Milei, a nivel internacional tiene aliados en la extrema derecha, en el fundamentalismo blanco de EEUU, en el espacio representado por Trump y en el sionismo más duro (el de la secta judía Lubavitch). Con sus políticas de ultraderecha neoliberal pueden coincidir otros como él, o como el expresidente de Brasil, Bolsonaro. También la internacional de la ultra encabezada por los españoles de Vox, y poco más.
En realidad, es un perro faldero de las corporaciones yanquis, del FMI, el Banco Mundial, etc. Ahora bien, todos esos organismos son los que al primer amague de no cumplir con lo pactado, lo sacan fuera del tablero. Por ahora, se da el lujo de rechazar la entrada de Argentina a los Brics, o de tratar de “neo marxistas” a los dinosaurios de Davos, también de no poner fichas en el Mercosur o situarse junto a Israel, avalando el genocidio en Gaza y el resto de la Palestina ocupada.
─El año en curso va a ser escenario de elecciones a nivel mundial. ¿Cómo ves la situación geopolítica frente a los conflictos en desarrollo?
─La elección en los Estados Unidos, donde el guerrerista Biden puede ser derrotado por Trump, podría provocar un barajar y dar de nuevo en la política internacional. Trump, como se sabe, en su primer mandato trató de cuidar más el patio interno, las dificultades que viven grandes sectores de la población, y no intervenir en varias guerras. Biden, por el contrario, ha metido sus narices en Latinoamérica a través de misiones permanentes del Comando Sur (la señora Richardson se pasea por nuestros países como si fuera el salón de su casa) y también en el resto de los continentes. No obstante, coincide con Trump en la idea de aniquilar al pueblo palestino, y por supuesto ha sido factor clave utilizar a la OTAN para hostilizar primero, y luego hacerle la guerra a Rusia, con la excusa de defender a Ucrania.
Como dije antes, un triunfo de Trump, podría favorecer a Milei y a otros como él. También seguiría la política agresiva contra Venezuela, Nicaragua y Cuba, pero la verdad es que tampoco con Biden a estos países les ha ido nada bien.
Hoy por hoy, hay dos batallas estratégicas librándose, y en ambas está metido EE.UU. La primera se da alrededor de la idea rusa de desnazificar a Ucrania, la segunda se libra en tierra palestina ocupada por los sionistas. Pero esa batalla heroica de la Resistencia se ha ido sumando a otros países, todo ellos en lucha contra la soberbia criminal israelí: Yemen, Irak, Líbano, Siria e Irán son, junto al conjunto de las facciones palestinas, la vanguardia de la revolución antiimperialista mundial.
Estar atentos a lo que de allí derive es fundamental, lo mismo que los avances de los acuerdos surgidos al calor de la guerra en Ucrania, con las grandes potencias como China, Rusia, Irán, India y otros, avanzando en acuerdos económicos desdolarizadores. Por allí, también se siguen construyendo vínculos para frenar la agresión del Norte contra el Sur.
─La Corte Internacional de Justicia acaba de pronunciarse sobre la demanda de Sudáfrica contra Israel por “actos de genocidio en Gaza”, y ordenó al régimen sionista tomar “todas las medidas a su alcance” para impedir “posibles actos de genocidio” contra los palestinos, y permitir la entrada de ayuda humanitaria. Sin embargo, no ordenó un alto al fuego, que era una de las principales peticiones del país africano. ¿Qué valoración tienes de esta medida preventiva?
─Me parece de suma importancia que gracias al esfuerzo de Sudáfrica y otros países sensibles con lo que está ocurriendo en Palestina, donde Israel practica un verdadero Holocausto contra el pueblo de Gaza y la Cisjordania ocupada, se haya podido sentar en el banquillo de los acusados a la entidad sionista. Sin embargo, luego de leer las decisiones del tribunal no puedo ser más que escéptico. Pedirle a Israel que, entre otros puntos, “debe tomar medidas para prevenir todos los actos estipulados en la Convención sobre Genocidio”, y que “debe garantizar que el ejército no cometa ninguno de los crímenes que marca esa Convención”, suena a amonestación simbólica, pero de resultados reales poco efectivos.
Israel nunca ha aceptado recomendaciones, resoluciones e imposiciones de la ONU, y mucho menos cuando todo el mundo sabe que ya se está cometiendo un genocidio de proporciones gigantescas contra la población civil. Por otro lado, si bien fue abrumadora la posición de los jueces de reconocer que Israel está hostigando al pueblo palestino, no hubo una decisión inmediata de alto al fuego, que es uno de los aspectos fundamentales en este caso. Y, además, se habla de liberar “a los rehenes de Hamas” pero no se dice una palabra de los miles de rehenes presos en las cárceles tumbas de la entidad sionista.
Por último, darle un mes de plazo al ocupante para informar si cumple con las “recomendaciones”, es sencillamente otorgarle 30 días más de luz verde para que el genocidio continúe, para que los drones y aviones israelíes sigan masacrando a quienes están inermes frente a sus asesinos.
Repito, la sensación de este tipo de declaraciones tienen un efecto agridulce: bien porque permite mostrar a Israel más asediado internacionalmente por los crímenes que comete a diario, y mal porque no ponen con todas las letras que se trata de una entidad terrorista que ya ha asesinado a 26 mil palestinos y palestinas. No hay coraje suficiente en esos jueces para poner blanco sobre negro.
*Al Mayadeen/Cuatro F