Cada acción de apoyo a Kiev ha resultado infructuosa para cambios dramáticos en la situación bélica, entonces se posicionan nuevos elementos tratando de justificar dar un paso más, como el ingreso de Suecia a la OTAN
Ya parece retórica repetida una realidad enorme en la actualidad mundial. La arena internacional se ha convertido en una selva convulsa donde los regímenes internacionales han caído en su inutilidad y la pugna entre el viejo orden mundial unilateral, de pensamiento único liberal, y un nuevo orden mundial en irrupción y expansión se presenta de manera abierta.
Sin embargo, y a pesar del estancamiento de la guerra de Europa del Este, así como la prioridad actual en la situación de tensión en Oriente Medio donde se lleva a cabo una masacre al pueblo de Palestina, en pleno siglo XXI y en nuestras narices, aparecen el horizonte escenarios de peligro que parecen ubicar nuevos puntos de inflexión bajo premisas ilusas.
Una de estas demenciales afirmaciones, proviene de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), brazo de seguridad y defensa de las determinaciones estadounidenses, que de manera continua ha afirmado su objetivo estratégico de garantizar ni más ni menos que la derrota en el campo de batalla de la Federación de Rusia, cosa imposible en el terreno y menos en las condiciones actuales.
Preocupa el escalamiento verbal proveniente de la República Francesa, cuyo Presidente Emanuel Macrón se ha puesto a la cabeza de una narrativa donde procura justificar acciones de mayor grado hacia Moscú
Y es que para intentar esto, se han decantado en la actualidad por suministrar financiamiento, logística, armamento y tecnología al régimen nazi de Ucrania que llegó a instaurarse en 2014 a partir de la revolución de colores de ese año, y que desde entonces ha servido de pie de apoyo a las provocaciones del denominado “occidente colectivo” en contra de Moscú.
Todo este apoyo no ha hecho más que mantener en situación de estancamiento una situación de guerra donde cada intento contraofensivo del régimen ucraniano resulta en pérdidas dolorosas para sus fuerzas, sin mayores avances que no sea la tozudez que ha determinado la OTAN en todas sus declaraciones y a la Federación de Rusia repeliendo cada ataque, especialmente en las zonas que fueron hostigadas permanentemente desde 2014 y que ya forman parte del Estado ruso por voluntad de sus ciudadanos y ciudadanas al declararse independientes de una Ucrania en ofensiva y agresión constante contra esas poblaciones.
Ahora bien la actualidad nos muestra dos elementos nuevos que no parecen otra cosa que la evidencia del desarrollo de algunos planes que de suyo alteren el escenario actual en el campo de batalla, sin medir al parecer los peligros de introducir nuevos dispositivos como punto de inflexión de una situación que desde el inicio ha puesto en vilo a la paz mundial, por los desequilibrios estratégicos que se vienen generando.
Por un lado, la reciente adhesión de Suecia como miembro pleno de la OTAN, que se concretó con una ceremonia en Washington DC, en la que participó el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson.
Sobre el particular el propio Primer Ministro posteó en la red X: «Suecia es ahora miembro de la OTAN. Gracias a todos los aliados por darnos la bienvenida como el miembro número 32. Nos esforzaremos por lograr la unidad, la solidaridad y el reparto de cargas, y nos adheriremos plenamente a los valores del Tratado de Washington: libertad, democracia, libertad individual y estado de derecho. Más fuertes juntos».
Tal postura básicamente saca de la histórica neutralidad que ha caracterizado a este tipo de países, ubicando más cerca de la provocación y hostigamiento a Rusia a un nuevo Estado que parece bastante cómodo en asumir el testigo que exhibe Kiev en la actualidad.
La segunda cuestión tiene que ver con el escalamiento verbal proveniente de la República Francesa, cuyo Presidente Emanuel Macrón se ha puesto a la cabeza de una narrativa donde procura justificar acciones de mayor grado hacia Moscú, incluso coqueteando con la presencia militar de efectivos de ese país en el terreno.
No han sido pocos los analistas que han despachado estas declaraciones como bravatas en tiempos donde la Federación de Rusia llevó a cabo elecciones para renovar el cargo del presidente de la República, con la reelección de Putin, cuestión que podría afirmarse en algunas posturas tenues por parte de autoridades europeas que parecen dejar solo a Macron.
Sin embargo, no podemos descartar que todo esto sea una puesta en escena narrativa de cara a posibles escalamientos que vayan incrementando su paso con los días y establezca nuevas líneas rojas en esta guerra.
Es decir, en la misma medida que cada acción de apoyo a Kiev ha resultado infructuosa para cambios dramáticos en la situación bélica, entonces se posicionan nuevos elementos tratando de justificar dar un paso más, como ha sucedido con la presencia de Suecia en la OTAN, a la cual ya el año pasado se sumó Finlandia, con propósitos no precisamente pacíficos para quienes estratégicamente mueven sus fichas.
Justamente en torno a esto llama la atención las reiteradas posturas del presidente francés, a pesar de un primer rechazo de sus pares europeos que parecía definitivo. Lejos de amilanar sus palabras las han elevado más en tono, lo que deja ver la existencia de algo más allá que simples bravatas.
En su más reciente declaración, Macron dejó abierta aquella afirmación de que en la guerra todo se vale, reclamando posturas más fuertes de sus socios:
“Si decidimos ser débiles frente a alguien como Putin que no tiene límites, si le decimos de forma ingenua que no superaremos este o ese límite, no sería buscar la paz, sería asumir la derrota (…) desde hace dos años vivimos en un mundo en el que lo que creíamos imposible ha ocurrido (…) la paz no es la capitulación ni la amputación de Ucrania (…) Tenemos un objetivo. Rusia no puede ni debe ganar la guerra”, ha advertido el mandatario francés, mientras afirma la situación existencial, tanto para su país como para Europa Occidental si la solución de esta guerra pasa por un triunfo de Moscú, o una situación donde Ucrania quede minusválida.
Por lo general, advertencias o aseveraciones así vinieron acompañadas de nuevos hitos de escalamiento, lo cual nos vuelve a colocar en las miras de un conflicto cuya prolongación contiene más amenazas a la paz mundial que soluciones concretas que pasan por aceptar algo que aún ni EEUU ni la OTAN están dispuestos a sostener.
Es imposible derrotar a Rusia en el campo de batalla, sin poner en riesgo total a la humanidad.
Sin embargo, parece que hay algunos estrategas militares jugando con candela.