Después de seis meses de introducción de algunos alivios al bloqueo, lo restablecieron a 100 días para las elecciones presidenciales con el único propósito de ejercer la máxima presión sobre el gobierno, el pueblo y el país
El gobierno de Biden ha decido establecer las sanciones neocoloniales en toda su rigurosidad y brutalidad, luego de haber incorporado algunos alivios al bloqueo como resultado de negociaciones con el gobierno bolivariano.
Negociaciones y acuerdos
No podemos olvidar que a esas negociaciones llegamos después de importantísimas victorias de la revolución bolivariana sobre el imperialismo y sus piltrafas locales. La historia indica que los gobiernos imperialistas solo se sientan a negociar en medio de conflictos ocasionados por su voracidad insaciable; cuando sufren una derrota que los obliga a otorgar concesiones. Esto fue precisamente lo que ocurrió en nuestro país. El imperialismo fue derrotado en su pretensión intervencionista y tuvo que sentarse a negociar, lo cual implica a una capitulación de su parte.
En esta negociación se acordó, a partir de las demandas estadounidenses, el establecimiento de un acuerdo migratorio, el cual venía funcionando de manera fluida desde su aprobación. Asimismo, se acordaron “garantías electorales” que, por cierto, siempre hemos otorgado en los procesos electorales, pero que ellos quisieron exigir. Estas también se cumplieron con la apertura del REP (con más de 600 mil nuevos electores), la aprobación de una ruta electoral saludada por todos los actores políticos, la fijación de las elecciones para el segundo semestre…
Cese al criminal bloqueo económico
De nuestra parte, se exigió el cese de las sanciones neocoloniales por su ilegalidad (se encuentran abiertamente reñidas con el derecho internacional), por su inmoralidad y su brutal impacto en la población del país. Para darnos una idea de la colosal agresión contra nuestro pueblo, en siete años de sanciones hemos dejado de percibir más de 180 millardos de dólares y el daño a la economía supera los 300 millardos de dólares.
De tal manera que, no hay un solo problema que esté sufriendo nuestro pueblo o que haya impactado en su calidad de vida durante los últimos años, como los ingresos, el empleo, la protección social, las pensiones, los servicios públicos, la salud, educación…; que no esté determinado por los brutales efectos del bloqueo económico yanqui. El bloqueo es la principal causa de la terrible situación que atravesó el país en los últimos años y de la cual ya nos recuperamos progresivamente.
Los EEUU incumplieron los acuerdos desde el inicio, pues solo aplicaron una flexibilización de un reducido conjunto de sanciones al petróleo, gas, algunas actividades financieras, minas y las líneas aéreas. Posteriormente, revirtieron estos alivios hasta suprimirlos definitivamente la semana pasada.
La esencia del imperialismo y la lucha antimperialista
Más allá de la indignación que causa esa bajeza e inmoralidad de faltar a la palabra y de intensificar las sanciones con toda su fuerza destructiva, no extraña esta conducta. Ese tipo de actuaciones se corresponde plenamente con la naturaleza del imperialismo.
El imperialismo es, de acuerdo a su esencia, un poder expansionista, que aplica los mecanismos de guerra y terror más despiadados en función de la dominación, de la imposición de sus intereses a otras naciones, de la explotación de los pueblos y sus recursos. Para ello se valen de la mentira, la traición y las tropelías más espantosas.
Desde mediando del s. XIX, la región latinoamericana y caribeña fue tratada por los EEUU como su patio trasero. Intervenciones militares, magnicidios, guerras civiles, desestabilización económica…, fueron los métodos empleados para someter a los países de la región con un saldo terrible de muertes y desastres.
Sin embargo, en el s. XX hubo importantísimas victorias populares. En Nicaragua con Sandino, en la revolución cubana en Playa Girón (año 1961) y resistiendo décadas de bloqueo. Más recientemente, en el s. XXI la Revolución Bolivariana le ha provocado las mayores derrotas al imperialismo yanqui en su antiguo patio trasero. Dentro de los 25 años de grandes batallas y fulgurantes victorias bolivarianas, destaca la resistencia heroica frente a la mayor agresión sufrida por la patria desde la epopeya independentista de nuestros padres Libertadores. Lo que hemos alcanzado con el presidente Nicolas Maduro al frente e inspirados en el comandante Chávez durante los últimos ocho años constituye una gigantesca victoria antimperialista.
Se intensifica el bloqueo económico a 100 días de las elecciones
En el caso venezolano aplicaron todos los expedientes de las agresiones imperialistas: golpe de Estado, invasión de mercenarios, intento de magnicidio, usurpación del poder, aislamiento diplomático…, y, en cuanto al bloqueo económico, después de seis meses de introducción de algunos alivios, lo restablecieron penamente a 100 días para las elecciones presidenciales con el único propósito de ejercer la máxima presión sobre el gobierno, el pueblo y el país.
Frente a las terribles e inocultables debilidades de la oposición; divisiones, su traición a la patria, escandalosa inconsistencia en sus estrategias, desconexión con la inmensa mayoría del pueblo (lo cual no puede llevarnos en ningún momento a subestimarlos), el imperialismo apela a las sanciones como uno de los poquísimos instrumentos que les quedan para hacerle daño a la revolución y poder avanzar en sus propósitos miserables.
Al respecto, podemos decir que efectivamente esta nueva agresión yanqui va a causar problemas, significa obstáculos y restricciones a nuestro accionar. Se trata de un poder imperial de inconmensurable fuerza actuando despiadadamente. Sin embargo, después de siete años de sanciones, de históricas victorias populares, de avance de la clase obrera, de esfuerzo productivo de todos los sectores nacionales, la nación se ha fortalecido lo suficiente para seguir avanzando a pesar del nuevo zarpazo. La economía viene recuperándose a lo largo de los últimos tres años, la estabilidad macroeconómica continúa consolidándose, la producción de petróleo se estabiliza, la agricultura avanza con fuerza… Todo ello conforma la base para reducir nuestra vulnerabilidad frente a los ataques imperialistas y también para imprimirle dinamismo y fortaleza a la recuperación del bienestar de nuestro pueblo, destruido por el brutal bloqueo yanqui.
Finalmente, solo nos queda recordar que si en las complejísimas condiciones del pasado reciente en medio del aquelarre contrarrevolucionario de los años 2019-2020 no pudieron derrocar al presidente Nicolas Maduro, no pudieron incendiar el país; en esta coyuntura de ofensiva y unidad revolucionaria, de fortalecida unión cívico-militar, de resurrección económica, les será imposible alcanzar ese propósito.
Al frente de la batalla electoral estará nuevamente el PSUV, como gran partido de vanguardia de la Revolución Bolivariana, cada vez mejor organizado y desplegado por las calles y los diferentes sectores de la sociedad, orientando al pueblo, desmontando la demagogia más asquerosa, que lloverá a raudales, como nos tiene acostumbrada la derecha golpista, tratando de confundir al pueblo. Vamos rumbo a una nueva victoria popular que abrirá un nuevo ciclo de estabilidad política, crecimiento económico y bienestar creciente social.