La farsa del levantamiento de todas las “sanciones” si gana el candidato estadounidense, pasaríamos a la implementación abierta de un programa neoliberal estilo Argentina con toda la fuerza de subyugación y cercenamiento de los derechos fundamentales
Como una especie de apelación a la desmemoria, ciertos factores políticos con sus respectivos analistas adheridos nos quieren posicionar una nueva variante táctica en el escenario de la guerra multiforme en contra de la República Bolivariana de Venezuela, dentro de todo el andamiaje de agresión salvaje a nuestra patria y de la denunciada pretensión de tutelar el funcionamiento del sistema político venezolano; cuestión imposible para una nación independiente.
Dicha variante no es otra que construir la narrativa del fin de toda medida de agresión hacia nuestra patria si, mágicamente, la gente se decanta por votar por el candidato proclamado por el gobierno de EEUU como su candidato en la venidera elección presidencial del 28 de julio; un apoyo que han dado sin rubor alguno, lo cual no solo es un nuevo caramelo envenenado que pretende torcer el brazo de la voluntad soberana y libre de un pueblo, sino que constituye una burla a la memoria reciente nacional que data los incumplimientos sistemáticos de la parte estadounidense ante compromisos adquiridos y suscritos.
A estos dos elementos podríamos añadir que cualquier mínimo estudio de caso en materia de medidas coercitivas unilaterales, detallará que en ningún Estado donde las mismas han sido implementadas se ha dado levantamiento total de las mismas, ni siquiera en los casos donde ha existido algún tipo de resolución militar o política, quedando estos dispositivos como especie de alcabalas coloniales y esclavizantes gravitando permanentemente para tutelar su funcionamiento a la razón del interés estratégico estadounidense y, en alguno de los casos, europeo occidental.
Pero ahondemos un poco sobre los aspectos vistos arriba. Por un lado resulta grave e insultante que se pretenda torcer la voluntad libre y soberana, propia de cualquier democracia, del pueblo venezolano a partir de una falsa oferta de fin de las sanciones o medidas coercitivas unilaterales de ganar el candidato del gobierno estadounidense en esta elección, no afirmado por nosotros si no por ellos mismos, sabiendo que tal razón es falsa ya que cualquier situación que haga llegar al poder a un factor totalmente sujeto a las determinaciones de la élite de poder estadounidense pasaría a anclar con mayor fuerza los dispositivos existentes en materia de agresión, obligando por supuesto a la implementación de un programa de medidas abiertamente antipopulares y demostradamente fracasadas en la región, pero que siguen ─cual Cid Campeador─ haciendo de las suyas.
Entonces, de la farsa del levantamiento de todas estas medidas si se dan sus instrucciones electorales, pasaríamos a la implementación abierta de un programa neoliberal estilo Argentina con toda la fuerza de subyugación y cercenamiento de los derechos fundamentales que hoy exhibe ese pueblo de la mano de un nefasto Javier Milei, quien ha resultado ser más carnal que cualquiera de sus antecesores derechistas en la Casa Rosada, en cuanto a sus relaciones con la elite de poder estadounidense.
Esta aplicación en Venezuela, bien sujeta y tutelada por la institucionalidad estadounidense, se expresaría no precisamete en la mejora de ningún indicador demandado por la población, salarios, servicios públicos, etc; sino en la neoliberalización salvaje de todos estos aspectos, promoviendo la privatización de elementos tan sensibles para el país como Petróleos de Venezuela (PDVSA) o la Gran Misión Vivienda Venezuela con todo y sus casi cinco millones de viviendas construidas que pasarían a un jugoso régimen de capital como expresión del cacareado cambio político.
Simples ejemplos del programa del cambio que también expresará un mega préstamo de salvamento financiero a cambio de la hipoteca del país y entrega de sus recursos estratégicos, bajo el cuento de que ello garantizaría la mejora de la calidad de vida del pueblo venezolano, cuando en realidad garantiza el despido masivo de miles de trabajadores que pasarían de devengar un ingreso vital, aún en proceso de recuperación, a devengar absolutamente nada si ellos llegaran al poder de la mano de su tapa, hoy titular. El mismo dispositivo acompañado de la misma falsa promesa que hicieron en las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado y cuya expresión de traición al pueblo venezolano concluyó en una sola cosa: el Caracazo.
A lo anterior debemos sumar el segundo elemento que representan los sistemáticos incumplimientos por parte del Gobierno de EEUU de compromisos adquiridos y suscritos que precisamente deben procurar generar mejoras sustanciales para el pueblo venezolano ya que constituyen el cese de acciones de agresión multiforme que a todo evento tienen como propósito afectar la cotidianidad de los venezolanos y venezolanas, al tiempo de restituir nuestros derechos soberanos sobre recursos hoy secuestrados y administrados por un grupo de bandidos que se hacen llamar políticos.
Por ejemplo, el acuerdo que se suscribió en noviembre de 2022 para destinar aproximadamente 3.200 millones de dólares para proyectos de diversa índole, en materia de servicios, salud, educación, electricidad, entre otros, desarrollados en todo el territorio nacional de Venezuela y con la utilización de recursos que nos pertenecen como país soberano, gozó en su momento del respaldo nacional y esperanza de mejoras sustanciales en un plazo manejable.
Para su implementación definitiva, el Gobierno de EEUU debía autorizar el uso de los dineros venezolanos secuestrados por conducto de las genocidas medidas coercitivas unilaterales, a diversas agencias de Naciones Unidas que echarían a andar los proyectos aprobados. Esto nunca pasó.
De hecho, privó la súplica pedida por la Plataforma Unitaria de no enviar recurso alguno para el impulso de estos proyectos bajo el subterfugio que su consecución y avance, junto a la mejora sustancial de la situación de la población en el terreno, todo esto beneficiaba electoralmente al chavismo. Son los mismos que ahora nos vienen a decir que si votamos por ellos nos levantan todas las sanciones mágicamente.
A lo anterior tendríamos que añadir el daño vigente que causa el sostenimiento de falsas instituciones paralelas e inexistentes para Venezuela, pero que resultan reconocidas por las autoridades estadounidenses, no sólo políticamente, sino de manera administrativa, lo que implica mantener en situación de secuestro y robo de recursos que pertenecen al pueblo de Venezuela y que resultan tan necesarios hoy en día para satisfacer las diversas demandas legítimas del pueblo venezolano, en su cotidianidad.
Si hacemos un vuelo rasante sobre este aspecto nos encontramos con el oro secuestrado en Inglaterra o los derechos especiales de giro que el Fondo Monetario Internacional otorgó en razón de la pandemia de COVID-19, a los cuales la República Bolivariana de Venezuela no ha podido acceder, que suman casi 8 mil millones de dólares. Si a esto le añadimos los 3.200 millones del acuerdo, que jamás cumplieron, nos encontramos con casi 12 mil millones de dólares en total, que constituyen, sólo esta cifra, aproximadamente el presupuesto nacional de nuestro país para este 2024, siendo dineros venezolanos a los que no hemos tenido acceso.
Resulta un insulto al país y una nueva pretensión de tutelar el sistema político de nuestra patria el hacer promesas vacías para aupar un candidato abiertamente puesto en razón del interés estratégico de EEUU, con una transición planificada que nada tiene que ver con mejorar la situación del país, sino con recolonizar a Venezuela cambiando por cualquier vía y forma el sistema político; para hacer uno que garantice y privilegie las instrucciones de Washington, vendidas como intereses nacionales.
Visto esto, no es casual que el mismo presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, haya expresado la necesidad de arrancar un proceso de recolección de firmas para exigir la independencia de Venezuela y decirle a Biden: levanta las sanciones ya.
Tal cuestión no es un cliché electoral sino una exigencia nacional que debe contar con la suma de voluntades de todos los venezolanos y venezolanas, más allá de expresiones político-partidistas que tendrán su momento el venidero 28 de julio.
El programa del cambio que agrada a la Casa Blanca y a sus aliados también supone un mega préstamo de salvamento financiero a cambio de la hipoteca del país y entrega de sus recursos estratégicos
Observemos el calibre de las agresiones por conducto de estas medidas coercitivas unilaterales, cuando al balancear la consecuencia de su reimposición anunciada en el mes de abril por voceros del gobierno estadounidense, el Gobierno Bolivariano ha estimado las pérdidas en este 2024, sólo por esta maniobra que es una de las más de 930 vigentes, de hasta 2 mil millones de dólares que dejarán de entrar en las arcas del Estado Venezolano.
Esta nueva táctica, que también busca desacelerar cualquier proceso de recuperación económica que impacte positivamente en la reconstrucción del estado de bienestar, para luego hacer falsas promesas de levantamiento si el candidato de EEUU gana, debe ser debidamente denunciada interna e internacionalmente.
Cualquier acción que secuestre o condicione por estas vías genocidas, de agresión a una patria libre y soberana como Venezuela, para tratar de generar ganancias políticas, básicamente vulnera el ejercicio libre y democrático del voto que estaría siendo coaccionado por factores externos.
La vía de fracturar esta maniobra del enemigo es movilizar a la nación toda para rechazar estas medidas coercitivas unilaterales y exigir con fuerza y determinación su cese total, definitivo, incondicional y con una comisión de garantes internacionales que velen por su absoluto cumplimiento, ya que es evidente que las administraciones de la Casa Blanca no cumplen la palabra empeñada en ningún caso; y el tema Venezuela no es una excepción.