Por: Harim Rodríguez D´Santiago
La definición de las elecciones presidenciales, están condicionadas por un conjunto de factores que, no necesariamente están a la vista de los electores y los opinadores.
Ni siquiera las encuestas, técnicamente bien elaboradas, pueden acercarse al resultado real si no se toman en cuenta esos condicionantes.
Por ejemplo, aquellos que realizan sus estimaciones con base en la distribución poblacional del último censo tienen una fotografía muy diferente si aplicaran con exactitud la proporcionalidad con la cual está integrado el padrón electoral.
La distribución por edad y clase social del censo, te puede arrojar una buena tendencia del clima de opinión mayoritario del país; pero al mismo tiempo, esos datos no te sirven para proyectar con mayor precisión el resultado electoral.
Otras variables que las encuestas estudian pero que no son publicadas con frecuencia son los resultados que se generan al consultar sobre la disposición de ir a votar entre los que se dicen simpatizantes de una u otra tendencia.
Puede ocurrir que la simpatía por una opción, sea mucho más alta que la disposición de ir a concretar el acto del voto el día de las elecciones, y esto, por supuesto, tiene una incidencia determinante en el resultado definitivo.
Una cosa es el clima de opinión, otra cosa es la simpatía por una opción y otra, muy diferente, es la disposición a concretar el voto por la opción con la cual se simpatiza.
Allí está parte del trabajo esencial de los partidos políticos, de las campañas electorales y de los candidatos, quienes con su desempeño deben motivar el voto de sus partidarios y tratar de convencer a los indecisos a que se adhieran a su propuesta.
En esta etapa de la campaña, hay una teoría sobre el efecto que pueden causar los hechos sobrevenidos, conmocionantes o de alto impacto en la opinión pública, previo a las elecciones. El famoso efecto del 11 de marzo en España, atentado terrorista que causó la muerte a 191 personas, se dice que cambió la correlación de fuerzas tres días antes de las presidenciales en 2004.
Ya en Venezuela en el año 2012 ocurrió una tragedia a poco más de un mes de las elecciones del 7 de octubre en la refinería de Amuay, Falcón. En 2013, el presidente Nicolás Maduro informó que fue producto de un sabotaje. Nada puede descartarse en una campaña.