El ataque será utilizado por los republicanos para ampliar su espectro electoral. Esto sin duda animará a muchos republicanos que podrían tener dudas o incluso estar desmotivados a acudir a las urnas
Donald Trump fue víctima de un atentado contra su vida y las especulaciones se dispararon por doquier. Muchos comentaristas, muchos analistas militares, de inteligencia, se pronunciaron. Hubo hipótesis en todas direcciones y listados de posibles culpables.
Todos, la gran mayoría en todo caso, optaron por elucubraciones de tipo policial, al estilo Hollywood y sus superproducciones de espías.
Prefiero, en este caso, verlo dentro del gran contexto de la política norteamericana y mundial.
Hay una crisis de Occidente y, como es lógico, la crisis se manifiesta en todos los escenarios.
Venimos diciéndolo, lo sostenemos, que Estados Unidos vive una guerra civil híbrida, en la cual los enemigos no están como en la de 1861, unos contra otros visiblemente uniformados; con discursos equivocados o no, pero plenamente claros.
Aquí, no. Aquí viven una situación multiforme, con ingredientes raciales, de exclusión social imposible de disimular; con problemas de migración, con el colapso de la capacidad productiva, con visiones políticas bastante polarizadas, y, como nunca antes visto, un fuerte injerencismo externo.
La polarización extrema, en un país con millones de armas circulando entre sus ciudadanos y un gravísimo problema de consumo de drogas, reiteramos, es un cóctel explosivo para cualquier sociedad.
Si a eso agregamos que, un personaje como Trump potencia esos elementos, el riesgo de una conflagración está más latente que nunca.
De hecho, el atentado contra el expresidente ocurrió en medio de una creciente polarización de la sociedad estadounidense, alimentada por discursos cada vez más extremos dentro del debate público.
Según reveló un estudio de la Universidad de Vanderbilt, la unión en el país cerró el 2023 en 46,48 puntos en una escala de 100, tres puntos menos respecto a enero.
Y allí viene algo que ya señalamos, Estados Unidos es un país con muchas armas sueltas, alto consumo de drogas y muy propenso a la violencia.
Gun Violence Archive, portal especializado en el tema, informó que en Estados Unidos se han registrado casi 300 tiroteos en lo que va del año, algo así como dos al día.
«El ciudadano estadounidense tiene el derecho de portar y poseer un arma sin importar alguna distinción en cuanto al calibre, al tamaño y la dimensión; en este sentido se da la posibilidad de que personas con desequilibrios mentales, personas con ánimos de venganza o con cuestiones vinculadas a aspectos ideológicos como la supremacía blanca tengan la posibilidad de tenerlas y usarlas«, señaló Alejandro Martínez Serrano, profesor de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM y de la Universidad La Salle México.
El Buró Federal de Investigaciones de EEUU (FBI) al informar sobre el autor del fallido homicidio, lo identificó como Thomas Matthew Crooks, de 20 años.
Cuando rastrearon el origen del arma con que disparó, un rifle semiautomático tipo AR, encontraron que fue adquirida por su padre.
La compró sin ninguna restricción, Thomas la pudo tomar sin dificultad y pasó a disparar. Luego del atentado algunos activistas intentaron poner sobre el tapete, otra vez, un debate sobre la venta libre, indiscriminada de armas. Fue en vano.
“No vamos a ver una restricción en el uso de armas, sino al contrario, esto no parece que sea un llamado a que se presione sobre el control de armas«, indicó Juan Daniel Garay Saldaña, maestro en estudios México-Estados Unidos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Pero volvamos al tema político, al tema social, al contexto de la sociedad norteamericana en estos días.
Volvamos al ya citado estudio de la Universidad de Vanderbilt, el cual afirma que al principio de 2023, 24% de las personas se consideraban «extremadamente liberales» o «extremadamente conservadores». Al cierre del mismo año, esta cifra se elevó a 28%.
La polarización ha sido más notoria en los sectores ultraconservadores, un ejemplo de ello fue el asalto al Capitolio, el 6 de enero del 2021.
«Por un lado vemos estos grupos de extrema derecha, pero también lo vemos en esta parte de la izquierda progresista en Estados Unidos, el propio papel que han jugado los demócratas, tal vez no con la manifestación tan visible en otros aspectos como sí lo hemos visto con los grupos de derecha, pero al menos aquí sí parece ser una situación en donde hay una oposición directa al candidato republicano«, indica el mencionado Garay Saldaña.
Claro, el Partido Demócrata, al menos formalmente, rechazó el atentado contra Trump, pero previamente muchos de ellos habían declarado que el regreso del expresidente significaría el fin de la democracia estadounidense.
El mismo Joe Biden había calificado a Trump como «una amenaza genuina para nuestra nación».
Según algunos estudiosos, esta polarización, esta fragmentación, va más allá del tema electoral. Es posible que después de los comicios la grieta se amplíe.
«Si bien todos desean que se apunte a un intento de unidad nacional, de reconciliación nacional; a partir de estos eventos yo, lamentablemente, considero que no va a ser así, la radicalización de los grupos va a seguir avanzando«; apuntó Garay Saldaña.
En un país donde no es nuevo que maten presidentes y candidatos presidenciales, donde se perpetran atentados de falsa bandera, externa e internamente, las suspicacias son inevitables.
Obviamente, entre los señalados, cuestionados, está el Servicio Secreto. La comunidad de la inteligencia que, como habíamos escrito anteriormente venía muy golpeada; fue dejada en ridículo por Julián Assange, a quien no le perdonan que expusiera globalmente centenares de documentos y registros confidenciales.
Ellos hicieron saber que no estaban conformes con el acuerdo al que llegó el gobierno norteamericano para la liberación del líder de Wikileaks.
La historia enseña que estos señores, parte fundamental de los que algunos llaman el Estado Oscuro o Estado en la Sombra, no deben ser tomados a la ligera.
El atentado, como era de esperarse, ha conmocionado la sociedad norteamericana, ha repercutido a nivel global.
Ha provocado encontronazos entre la comunidad de la inteligencia, por lo menos así ha trascendido. Ya el FBI ha calificado de «sorprendente» el hecho de que el Servicio Secreto de Estados Unidos no actuase antes del tiroteo.
Se reavivó en el país el recuerdo de que cuatro presidentes norteamericanos murieron en atentados, aunque el más recordado ocurrió en 1963, cuando John F. Kennedy fue asesinado, recayendo la culpa en Lee Harvey Oswald, quien fue brutalmente abatido después.
Aunque las dudas sobre su culpabilidad crecieron con los años. Por lo menos, pocos creen que el haya actuado en solitario.
Joao Claudio Pitillo, profesor de historia e investigador del Centro de las Américas de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, coincide en que el caso Kennedy aún no está totalmente esclarecido.y que su muerte sentó un precedente en como dirimen los norteamericanos sus desacuerdos políticos.
«Las campañas electorales en Estados Unidos siempre están rodeadas de tensión, precisamente por esta cultura de violencia y ataques a expresidentes y presidentes. Muchos sucedieron y no fueron fatales, otros no tanto. El tema de Lee Oswald se produjo con investigaciones controvertidas, que estuvieron en zigzag durante mucho tiempo. Fue brutalmente asesinado, lo que impidió investigaciones más objetivas y vimos que este patrón se repitió el 13 de julio», afirmó.
La comunidad de la inteligencia acuñó el tema “lobo solitario” para calificar a quienes por cuenta propia cometen ataques, sin tener la complicidad de alguna organización.
De esto se ha vuelto a hablar a propósito del ataque contra Trump. Para Pitillo «esto se ha convertido en una constante y hay que investigar si es parte de una conspiración mayor o algo interno y más pequeño. Hay muchas dudas«.
Se reavivó en el país el recuerdo de que cuatro presidentes norteamericanos murieron en atentados, aunque el más recordado ocurrió en 1963, cuando John F. Kennedy fue asesinado, recayendo la culpa en Lee Harvey Oswald, quien fue brutalmente abatido después
«Tendrá implicaciones para ambos partidos, tanto demócratas como republicanos, hay un ambiente de perplejidad con este tipo de constancia de crímenes políticos. Cabe señalar que el país, que dice ser la democracia más grande del planeta, es sacudido constantemente por ataques que, en algunas situaciones, incluso terminan en muerte. Entonces, esta democracia no es tan completa como se anuncia y hay también una perplejidad entre quienes aún no están involucrados en el proceso electoral, preguntándose por qué está sucediendo todo esto«, señala Pitillo.
Recordemos que el atentado se produjo a pocas horas antes de la convención republicana. El atentado catapultó la candidatura de Trump, nadie dentro de su partido quiso confrontarla.
La potenció también a nivel nacional. La plataforma Polymarket, que permite apostar en eventos mundiales, indicó que la probabilidad de que el político gane la disputa alcanza el 70%. Antes del ataque, la tasa rondaba el 60%.
En opinión del profesor Pitillo, «el ataque será utilizado por los republicanos para ampliar su espectro electoral. Esto sin duda animará a muchos republicanos que podrían tener dudas o incluso estar desmotivados a acudir a las urnas, seguro. Esto reafirma el nombre de Trump ante su electorado como una persona que, en teoría, está amenazando algún poder y que por ello hay que eliminarla”.
Tampoco puede negarse que Trump es un personaje polémico, con discursos bastante confrontacionales, que despierta pasiones encontradas. No en vano fue acusado de instigar la invasión al Capitolio y de incentivar a grupos supremacistas.
Isabela Gama, profesora de la Universidad de Abu Dabi, estima que este atentado incrementará la polarización en Estados Unidos.
«Creo que puede tener un impacto muy negativo, incluida la violencia física. Creo que especialmente durante las elecciones existe la posibilidad de enfrentamientos entre republicanos y demócratas en las calles. Trump utilizará mucho de esto, más aún frente a Biden, criticado no solo por los medios norteamericanos, sino internacionales, además de centrarse en situaciones en las que el demócrata parece debilitado para ser presidente una vez más«, enfatizó.
Y claro que Trump aprovechó el incidente. Lo hizo. Lo hizo apenas se produjo el atentado. Le sacó provecho. Ese gesto de levantar el puño, gritar “pelea, pelea, pelea”, impacta la mente de sus electores.
Decíamos al iniciar este material que en la política norteamericana, como nunca antes, había mucho de injerencia internacional. Hemos escrito anteriormente sobre los lobbys sionistas que influyen y deciden en la política norteamericana, inclusive en contra de los mimos ciudadanos estadounidenses.
En el atentado contra Trump, si no se cree lo del “lobo solitario”, debería tenerse en cuenta el temor que los llamados globalistas, el temor de los europeos, que ven a Trump como una persona que pretende dinamitar la OTAN.
Que se ha manifestado por culminar la guerra en Ucrania.
Trump con sus medidas proteccionistas, nacionalistas, afectaría los intereses de quienes apuestan y medran en esta globalidad.
Recordemos que estos globalistas tienen muchos aliados dentro del Estado Profundo, quizá dentro del Servicio Secreto.
Trump no pertenece al establishment, es un «recién llegado» a la política. No hizo carrera en los partidos políticos, ni otros entes del Estado, como otros presidentes o candidatos presidenciales. No pertenece a los clanes, como los Bush, los Kennedy, los Clinton. Es un magnate caprichoso. Y la verdad es que les incomoda con declaraciones inapropiadas, con acciones que no van de acuerdo con el establishment y sus formas.
Por ejemplo, a muchos les molestó que alabara el nivel de seguridad que existe hoy en Venezuela. El es así, un provocador que incomoda. Evidentemente no es un revolucionario, no pretende implosionar el capitalismo. En todo caso, quiere imponer su visión del capitalismo, su forma de nacionalismo.
Muchos no lo quieren, lo prefieren muerto. Lo han deslizado en sus discursos, en sus advertencias. Si Trump resuelve rápidamente el tema de Ucrania, muchos intereses políticos y económicos se verían afectados. ¿Les interesaría que muriera? Sus enemigos internos, quienes lo ven como un peligro para la cohesión de Estados Unidos, incluyendo al señor Biden, ¿lo quieren muerto?
Pero ese es un problema con el que deben lidiar los norteamericanos y los globalistas. Occidente está en declive, lo de Trump es una manifestación de su crisis.