Las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024 son una prueba para la democracia estadounidense y una contienda entre las élites establecidas que están en el Partido Demócrata y esta ola de populismo en forma de Donald Trump, que está tomando el control del Partido Republicano
Como nunca antes en su historia, por lo menos en la historia reciente, Estados Unidos había vivido una situación tan complicada como la que afronta hoy, lo dijimos anteriormente. Tampoco se apreció que fuera tan permeada por factores externos. Ellos, acostumbrados a interferir en todos los países del mundo para salvaguardar sus intereses e influencia, hoy beben de su mismo chocolate, como decían las abuelas.
Tiene un presidente al que casi no se le ha visto en los últimos días, al extremo que algunos ciudadanos están pidiendo una constancia de vida.
Tienen a una ciudadanía en suspenso. Tienen a una gran parte del país, sobre todo a sus rivales políticos, diciendo: Si renunció a la candidatura presidencial, ¿por qué no renuncia también a la presidencia del país? Total, su merma física y mental es la misma para ambas tareas.
Pero esta es la cuestión. Si no es apto para presentarse como candidato del Partido Demócrata, ¿por qué lo nominaron?». Vienen otra pregunta, ¿por qué se demoró tanto en renunciar?¿Quién lo presionó para que se decida?
Mucho se ha escrito y opinado al respecto. Algunos por impulsos o deseos, otros con conocimiento de como se manejan las cosas en el Estado norteamericano.
Uno de ellos, Scott Ritter, exoficial de inteligencia del Cuerpo de Marines de EEUU, piensa que «no hay duda de que Joe Biden no está capacitado; de eso no hay duda.
Y es que los signos de fragilidad del aún jefe de Estado han sido visibles desde el inicio de su gestión. Pero donde se hizo más evidente fue durante la cumbre del G7, en Italia, hace un mes.
Ante esta situación, Ritter se pregunta: «¿Quién manda en EEUU? Porque no es Joe Biden. No sabemos quién. Es un grupo no elegido de manipuladores de lo que supongo que podría llamarse el establishment. Algunas personas podrían referirse a esto como el Estado profundo. Y esas son las personas al mando. Las decisiones críticas de gobierno que toma este grupo se hacen para el pueblo estadounidense, pero no necesariamente en nombre del pueblo estadounidense»
En su opinión, las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024 son una prueba para la democracia estadounidense y una contienda entre las élites establecidas que están en el Partido Demócrata y esta ola de populismo en forma de Donald Trump, que está tomando el control del Partido Republicano.
Según Ritter, “Estados Unidos está en crisis, una crisis de democracia, una crisis de identidad. Y no parece que tengamos una solución porque, en su mayor parte, el pueblo norteamericano ha sido confundido, engañado y manipulado por los principales medios de comunicación para que piense de alguna manera que esto es normal».
Y es que cuando Joe Biden anunció, el 21 de julio, que ya no buscaría la reelección, en todo el orbe se habló de las pugnas y presiones que se dieron al interior del Partido Demócrata, y en factores del poder global, esos que llaman globalistas, para que saliera de la competencia, ya que no lo consideraban un rival apropiado para Donald Trump.
«Si bien mi intención fue buscar la reelección, creo que es lo mejor para mi partido y para el país que yo me retire de la contienda y me dedique a mis labores como presidente para lo que resta de mi mandato«, dijo Biden, vía redes sociales.
Esa renuncia se produjo tres meses antes de los comicios presidenciales, pero a pocos días del atentado contra el ex mandatario republicano.
Biden declinó a través de una misiva, porque ni siquiera dio la cara. En ella manifestó su respaldo a Kamala Harris para que lo reemplace en la carrera presidencial.
En opinión de Juan Daniel Garay Saldaña, maestro en estudios México-Estados Unidos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la decisión fue tardía.
«El Partido Demócrata está sumamente preocupado por la posibilidad de que el expresidente Trump vuelva al cargo y, por supuesto, de ver la debilidad tan notoria de su candidato, es un problema de una senilidad muy marcada, de problemas de salud ya muy avanzados, propios de su edad; si comparamos al Biden de hoy al de hace cuatro años hay una muy marcada diferencia», explicó.
Pero, además, esa retardada decisión revela que el Partido Demócrata no tiene claridad en como afrontar la contienda presidencial; revela que no hay convicción de obtener el triunfo.
«No se generó la pluralidad que existió en el Partido Republicano con cerca de 15 candidatos de diferentes contextos, de diferentes estados, multiculturales en algunos de ellos, lo cual al interior del Partido Demócrata, pues no se dio esa pluralidad en su momento», dijo el doctor José María Ramos, investigador del Colegio de la Frontera Norte.
En la visión de Carlos Manuel López Alvarado, internacionalista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el retiro de Biden fue una decisión errónea.
«Tendría que haberse bajado desde el inicio de todo este proceso por la campaña presidencial de los Estados Unidos, es en un momento tardío, sin embargo, los demócratas están pensando desde mi punto de vista ya no en ganar la campaña presidencial, sino en no dejar que el Partido Republicano se quede con ambas cámaras«, indicó.
Ahora, ¿Kamala Harris podría ganarle a Trump?
Antes que nada, la vicepresidenta deberá ser ratificada en la convención del Partido Demócrata que se efectuará entre el 19 y 22 de agosto, en Chicago.
De ser ratificada, ¿qué piensan los analistas citados líneas arriba?
Garay Saldaña cree que Harris es la candidata idónea porque Biden la escogió en el momento exacto, cuando aún se puede revertir la ventaja que tiene Trump según diversos estudios de opinión.
Opina que Harris deberá presentarse como una candidata contraria a los valores del trumpismo; concentrarse en hacer campaña en estados clave que permitan poner la balanza en su favor. ¿Podrá hacerlo?
“También tiene que desmarcarse incluso el propio presidente Biden y las críticas que se le ha hecho a su gobierno, la parte sobre todo económica, esta parte que preocupa tanto a los estadounidenses en los temas de seguridad, en el tema de liderazgo global, que es lo que se considera que ha perdido fuerza el propio presidente y entonces también de cierta manera se tiene que desmarcar de esas críticas y de los puntos débiles de su gobierno«, afirma Garay Saldaña.
Harris debe lograr acercarse a los votantes indecisos y jóvenes, apelar a los distintos grupos sociales que tradicionalmente se agrupan en el Partido Demócrata, sostiene Ramos.
«Pero como lo vimos en las pasadas graduaciones universitarias, una gran mayoría de esos jóvenes están en desacuerdo con la política que llevado a cabo el actual gobierno de los Estados Unidos con respecto al conflicto en Gaza y las posiciones a favor de Israel entonces allí hay un serio déficit y dudas sobre si Harris va a ser capaz de acercarse a ese electorado«, sostuvo.
Por el contrario, López Alvarado ve muy difícil que Harris pueda enfrentar con éxito a Donald Trump.
«Sea Kamala Harris, o también se menciona el nombre de Michelle Obama; sea quien sea, la realidad es que Trump ya tiene ganada la Presidencia. La realidad es que no tienen para poder competir ya contra Donald Trump, tiene una campaña sólida; después del discurso que dio en la convención republicana no se veía desde hace tantos años a nivel mundial de un marketing político tan magnífico, tan bien planeado, tan bien ejecutado como el de Donald Trump«, sentenció.
Dice López Alvarado, que ante esta situación, el objetivo del Partido Demócrata será evitar una paliza monumental y evitar que los republicanos controlen ambas cámaras del Poder Legislativo.
Cree que las élites del Partido Demócrata, el gobierno, se desconectó del ciudadano de a pie.
«Si un discurso tan polarizante, como el que tiene Donald Trump actualmente, es tan exitoso, es porque el Partido Demócrata, ni los gobiernos en Estados Unidos, han atendido realmente al electorado«, concluyó.
Luego de su renuncia en redes sociales, Biden apareció, por breves minutos, en un vídeo grabado en la Casa Blanca, para decir que se había retirado de la carrera electoral “pese a que quería seguir, pero que debía defender la democracia, y para ello debía pasar la antorcha”.
¿Cómo es eso que pese a que quería seguir abandonó la cerrera para defender la democracia? ¿Quién tiene amenazada la democracia norteamericana? ¿Trump es la amenaza? ¿Si Trump es la amenaza debe ser eliminado?
¿Quería seguir en la carrera pero lo presionaron para que abandonara? ¿Quién lo presionó? ¿Quién tiene poder para presionar al presidente de Estados Unidos? ¿Soros, como dicen muchos?
Y ante eso, ¿cómo reaccionó Trump ante la renuncia de Biden, ante la designación de Harris?
Muy a su estilo. Dijo que «el discurso del corrupto Joe Biden en el Despacho Oval era apenas comprensible, ¡y taaaan malo!«.
Luego, a través de las plataformas digitales, dijo: «el corrupto Joe Biden y la mentirosa Kamala Harris son una gran vergüenza para América. Nunca ha habido un momento como este«.
Y, aquí es cuando diversos analistas sugieren un replanteo de las estrategias al equipo de Trump. La duda es ¿sigue con un discurso agresivo, o lo modifica? Pese a lo que se diga, Estados Unidos es una sociedad conservadora en muchos aspectos, una campaña muy dura, muy de agresión a su contrincante mujer podría mermarle popularidad. Podría victimizar a Harris.
La campaña presidencial está en suspenso, mientras Biden apenas piensa y camina
Ya en diversos mítines Trump la ha llamado «loca» o «lunática». Claro, es para analizarlo, durante un mitin el 24 de julio en Charlotte, Carolina del Norte, Trump arremetió contra Harris por sus posiciones sobre el aborto, sus resultados en política migratoria y de seguridad.
«Ella quiere abortos en el octavo y noveno mes de embarazo. Eso está bien para ella, hasta el nacimiento e incluso después del nacimiento… La ejecución de un bebé», señaló Trump ante miles de simpatizantes, muchos de ellos conservadores.
La llamó, también: “lunática radical que va a destruir nuestro país«. El tema del aborto es muy controversial en Estados Unidos. Un importante sector conservador se opone a ello. Ven a quienes están a favor como agentes del diablo. Si Trump es agresivo con Harris en ese tema, ¿le suma o resta votos?
Refiriéndose al Partido Democrático, a la campaña electoral, dijo, en tono sarcástico: «si empezamos a sacar una ventaja de 10 o 15 puntos, elegirán a un tercer candidato«.
En el tema internacional, no se vislumbra mucha variación en el tema de Israel. Harris está ligada al sionismo, incluso por vínculos familiares, la posición de Trump durante su gestión ya la sabemos.
Lo que si ha llamado la atención, e incomodó a algunos factores del establishment, fue su declaración respecto a las sanciones coercitivas contra Rusia. Dijo que le parecían inapropiadas, estériles. Incomodó también el elogio, a su manera, respecto a la mejora de la seguridad pública en Venezuela.
Llamó la atención la preponderancia que se otorgó a la visita de Benjamín Netanyahu a Estados Unidos por estos días . Se paseó por todo el espectro, republicanos y demócratas.
Lo hizo en medio de grandes protestas, silenciadas por la mediática tradicional y la de las plataformas digitales.
Esta visita hizo notorio el poder, la influencia del sionismo en Washington. El sionismo es influyente, Soros también. Son grandes influencias. Aunque se diferencian en que los sionistas tienen un componente fundamentalista, los globalistas suelen confundir con discursos acomodaticios, gatopardianos.
Estamos hablando de influencias y poderío probado. Lo hacen, sobre todo Soros, a través de diversas ONG e instituciones que controlan, que tienen en sus nóminas a legisladores, funcionarios, lideres de opinión. A gente que hace parte del llamado Estado Profundo.
La democracia norteamericana no es directa. Allá, a diferencia de Venezuela, por ejemplo, no existe aquello de una persona un voto. No, allá las elecciones son de segundo o tercer grado.
Y, como vemos, factores externos influyen mucho en su vida política, en la gestión de gobierno, de poder. Allá se evidencia que existe un gobierno global, o casi mundial, de las corporatocracias. Por ello, la persecución permanente contra países como China, Rusia, Irán, Venezuela; que no son manejables por ellos.
Inclusive, un personaje como Trump, que no es parte del establishment, les resulta incómodo cuando se sale de los parámetros que ellos fijan. Mientras tanto, en Washington tienen un presidente ausente, quizá extraviado.