Europa ya no está entre los protagonistas del gran tinglado geopolítico global. Están en medio de vaivenes que ellos no controlan, son movidos como hojas de débiles árboles por fuertes vientos
A veces es útil tener buena memoria, sobre todo en estos tiempos en que la vorágine de hechos y sucesos nos hace que olvidemos, o no valoremos como debe ser, las situaciones.
Sobre todo, cuando la carga simbólica es grande y muestra que, de verdad, emerge un nuevo orden mundial.
Por ejemplo, hace un año, Emmanuel Macron, presidente de Francia, pidió ser invitado a la Cumbre de los BRICS. Todos sabemos cual fue la respuesta. El desaire fue monumental, motivo de burla global.
Macron, quien es uno de los mayores aupadores de la guerra OTAN versus Rusia en Ucrania, claro, en modo arlequín al servicio de Washington, intentó crear una cuña entre los países BRICS, pensó que algunos aceptarían su autoinvitación y así molestar a Rusia, porque mostrarían falta de apoyo a Moscú dentro del bloque. Muy mal le fue.
Reiteramos, en este mundo de algoritmos, de metamensajes, lo simbólico resulta fundamental. Lo simbólico desfavoreció a Francia, confirmando la cada vez menor relevancia de Occidente.
Un año después, hace unas semanas, luego de su victoria electoral Nicolás Maduro fue invitado por Vladimir Putin a la cumbre de los BRICS que se realizará el próximo octubre, en la ciudad rusa de Kazán.
«Estoy seguro de que su participación personal enriquecerá la próxima discusión, ayudará a identificar áreas prometedoras de la cooperación multilateral en beneficio de la mayoría mundial y, sin duda, contribuirá a un mayor desarrollo progresivo de las relaciones ruso-venezolanas», decía la comunicación emitida desde Moscú a Caracas.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, había dicho que tras la victoria de Maduro en las elecciones presidenciales, venían «intensificando los preparativos» para celebrar una reunión entre los mandatarios.
Recordemos que Kazán será la sede del encuentro de los líderes del grupo, conformado inicialmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que a principios de año se incorporaron Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía y Arabia Saudí.
Se estima que durante la cumbre deben incorporarse más países al bloque, Venezuela ya hizo los trámites iniciales.
Y aquí volvamos a lo inicial, a la carga simbólica. Si por un lado el llamado Occidente Colectivo, con Washington a la cabeza, ha cuestionado la victoria del presidente Nicolás Maduro (aunque en este caso Washington se ha cuidado de reeditar una nueva versión de la funesta historieta de Juan Guaidó) Rusia, otro coloso de la geopolítica global, reconoce a Maduro.
Y, claro, la invitación es un tácito reconocimiento de todo el bloque. La importancia es trascendental. Primero, porque desmiente la falsa narrativa de que el gobierno de Caracas está aislado. Segundo, la importancia de la incorporación a ese bloque, el respaldo de ese bloque, significa que el país estaría en mejores condiciones para enfrentar futuras e hipotéticas sanciones.
Tercero, se acabaron aquellos tristes momentos en la historia universal cuando el hegemón decidía por todos, sin que nadie lo contradijera.
Se acabó la unipolaridad. Se acabó la imposición de una sola narrativa. Washington pierde fuerza, influencia y por un desglose del efecto acople, Europa también. Porque como venimos diciendo, y la realidad nos da la razón, Europa ya no está entre los protagonistas del gran tinglado geopolítico global. Están en medio de vaivenes que ellos no controlan, son movidos como hojas de débiles árboles por fuertes vientos. Van a merced de la confrontación entre Eurasia y Estados Unidos. Aunque algunos hablan de la lucha entre Washington y Pekín. Los norteamericanos intentan forzar una lucha de oriente y occidente.
En esa misma línea, Barıs Adubelli, profesor de la Universidad de Dumlupınar (Kütahya), piensa que «EEUU está intentando activamente exacerbar la ruptura entre Occidente y Oriente. Biden ha declarado abiertamente la aparición de un nuevo orden mundial. En el contexto de la crisis ucraniana esta retórica es aún más clara. Estados Unidos insiste constantemente en que la guerra, tras haber comenzado en Ucrania, continuará en la región de Asia-Pacífico».
Según el experto, la guerra OTAN versus Rusia en Ucrania, siempre lo recordamos, fue pensada por Washington como plataforma para un nuevo orden en la región Asia-Pacífico.
No le salió tan bien el intento, así lo reflejan las votaciones en la ONU, los pronunciamientos de países en todo el mundo. Más allá de Estados Unidos, la Unión Europea, y uno que otro incondicional a la Casa Blanca, no ha existido la condena que ellos esperaban contra Rusia.
Aquí es donde entra en escena, o donde se hace más notorio el rol de los BRICS. Este grupo que no va a reemplazar al hegemón, pero si le presentará una alterativa, que apuesta por la multipolaridad, que es la variante histórica a la que aludíamos líneas arriba.
De acuerdo al citado analista, se está estableciendo un nuevo orden mundial que se apoya principalmente en una base económica.
«Como parte de este proceso, los países están empezando a agruparse en torno a los BRICS. Estados Unidos intenta unir a 13 países de la región en el marco de la plataforma económica Indo-Pacífico como contrapeso a los BRICS. India forma parte de esta estructura, pero también es miembro de la OCS y de los BRICS», aseveró.
Es que la mayoría de los países, sobre todo los que se mantienen soberanos, no están dispuestos a dejarse arrastrar en una vorágine de violencia, de confrontación militar, como en Ucrania, porque ya están viendo los resultados.
Los europeos, bastante golpeados, como ya hemos señalado, no quieren una escalada norteamericana contra China. Pekín es un socio comercial importante para la disminuida Europa. Los europeos, aunque tarde, parecen haberse dado cuenta de que cayeron en una trampa.
Según Abudelli, «la retórica de Washington sobre esta cuestión es bastante preocupante. La UE no quiere entrar en conflicto con China. Los europeos son partidarios de resolver la crisis ucraniana lo antes posible porque les interesa satisfacer las necesidades energéticas básicas de Europa. En este sentido, las críticas contra Estados Unidos están aumentando en Europa. La crisis energética ha tenido un rápido impacto en los costes de producción en Europa. Además, las cadenas de suministro establecidas se han visto interrumpidas y se ha hecho imposible el envío seguro de mercancías desde Asia y China a través de Rusia».
Europa, en toda esta historia, resulta la gran perdedora. Por el contrario, los BRICS aprovechan las estructuras que han venido construyendo, pero, también la coyuntura actual.
La coyuntura que Estados Unidos creó en Ucrania se les revirtió. Se disparó una realidad en la que se vislumbra un mundo sin hegemón, donde exista respeto al derecho internacional, a lo plasmado en la Carta de las Naciones Unidas, a relaciones comerciales más justas, más equitativas.
Los BRICS, hace un año, emitieron un documento reafirmando su compromiso con el multilateralismo y la defensa del derecho internacional.
Manifestaban su preocupación ante el uso de sanciones unilaterales y sus efectos negativos en los países en desarrollo.
Señalan su oposición a las barreras comerciales, incluidas las impuestas por los países desarrollados, so pretexto de luchar contra el cambio climático.
Un punto importante, porque manifiesta su deseo de fortalecer la buena convivencia en la comunidad internacional, es cuando reconocen a la ONU como piedra angular del sistema internacional, pero resaltan la necesidad de adecuarla a los tiempos actuales, dándole una mayor representación de los países en desarrollo en el Consejo de Seguridad de la Organización.
Solicitaron mayor representación de los Estados en desarrollo, en las organizaciones internacionales y los foros multilaterales.
Otro punto que se esperaba, y que genera muchas expectativas y preocupación en occidente, es la disposición a usar las monedas nacionales en el comercio internacional y en las transacciones financieras entre sí. Los mandatarios y dignatarios de los BRICS se comprometieron a reforzar la coordinación macroeconómica y a profundizar la cooperación económica.
Otros puntos aprobados tienen que ver con apoyar el desarrollo de una convención internacional sobre la lucha contra el uso de las tecnologías informativas y de comunicación con fines delictivos. De apoyar el fortalecimiento del régimen de la no proliferación de armas de destrucción masiva. De reforzar la cooperación en materia de seguridad alimentaria entre los países de la agrupación y fuera de ella.
El documento, redactado cuidando las formas diplomáticas, que puede ser suscrito por cualquier país soberano, tiene algunos aspectos que impactan y preocupan a occidente, principalmente a Washington.
El primero: la voluntad para desterrar el dólar en el comercio entre los BRICS.
El otro: la insistencia en que países del llamado Sur Global se incorporen al Consejo de Seguridad de la ONU, ese es un anhelo de Brasil, principalmente. Y, claro, la nueva conformación, los nuevos integrantes. Causó ruido el tema Argentina, que luego de ser incorporada se retiró por la miopía de su actual presidente. Si bien la derecha sometida a Estados Unidos aplaudió la decisión, los sectores empresariales se mostraron contrarios.
Claro, la irracionalidad de Milei excluyó a ese país de acceder a un gran mercado en expansión, pensando quizá en que Washington lo acogerá. El locuaz mandatario, poco conoce de historia reciente, y de como se manejan sus “amigos” en el norte. Al mismo Macri, muy entregado a la Casa Blanca, le bloquearon la venta de productos agrícolas.
Pero bueno, allá él.
Quizá él desconoce que la mayor parte de la exportación argentina, de carne y soja, por ejemplo, va hacia China. ¿Van a perder un mercado como ese por posturas ideológicas? ¿De sometimiento absoluto a Washington? Parece no haber aprendido nada de lo que les está pasando a los europeos.
Ahora, lo de Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, aunque era un secreto a voces siempre existía una duda, por lo que significan en el nuevo orden mundial.
De hecho, Arabia Saudita dio un golpe certero a la desdolarización global, al deslastrarse del dólar como única moneda para vender su petróleo. El fin el petrodólar.
Arabia Saudita, junto a Rusia, están entre los principales productores y comercializadores mundiales de petróleo. Si ya está claro que los BRICS están resueltos a comerciar con sus divisas, de hecho, ya lo vienen haciendo, eso significa que el uso del dólar disminuirá considerablemente en el comercio mundial. Eso sí es trascendente. Eso sí debilita al hegemón. Pero es que además repotencia a los BRICS.
Es importante anotar que los principales actores en el mercado petrolero global, Arabia Saudita, Rusia, China, Emiratos Árabes Unidos, Brasil e Irán, son miembros del bloque.
Si a eso sumamos la casi segura incorporación de Venezuela, la principal reserva mundial de petróleo, la cuarta de gas, no es necesario ser un adivino para saber de que lado estará el manejo de la energía global.
Hay que agregar, también, el rol de la India, una potencia refinadora de alcance mundial.
Por eso el temor entre los factores de poder, del establishment. Más allá de las cifras harto conocidas respecto a lo que significan los BRICS en cuanto al PIB global y su peso demográfico, a lo que significan sus posibilidades comerciales, rutas incluidas, ahora potenciadas con Egipto y Etiopía, sus posibilidades de expansión.
Lo más importante es que otros países, la mayoría en el planeta, ven con esperanza al bloque, como un grupo que desplaza al poder emergido luego de la Segunda Guerra Mundial.
Otro detalle importante, junto a la decisión de Arabia Saudita respecto al petrodólar, es la invitación de Putin a Maduro.
Con la posible incorporación de Venezuela a los BRICS, el bloque dispondría del 65% de las reservas mundiales de petróleo, gas y energía. Además, maneja alrededor del 42% de los cereales y fertilizantes del mundo.
Más aún, hace seis años, la República Bolivariana de Venezuela fue certificada como la cuarta reserva de oro más grande del planeta, con 1.480 toneladas del mineral, lo cual representa 54 mil 300 millones de euros.
Como ya se deslizó, los BRICS podrían dar el paso definitivo para crear una moneda común respaldada en el patrón oro.
El oro siempre se ha considerado una reserva segura de valor, los países BRICS, en particular China y Rusia, han aumentado significativamente sus reservas de oro en los últimos años.
No olvidemos que China es el mayor productor de oro del mundo, ha incrementado sus reservas, buscando fortalecer al yuan como moneda de referencia mundial.
Rusia ha usado el metal precioso para protegerse de las sanciones occidentales y diversificar sus reservas lejos del dólar estadounidense. Igual la India y Brasil. Por su parte, Sudáfrica es uno de los principales exportadores de oro.
En esa lógica, ¿no sería crucial sumar a Venezuela, la cuarta mayor reserva de oro mundial?
Sin la hegemonía del dólar, sin el control del comercio energético global, sin supremacía militar (ya Rusia demostró que la OTAN no puede con ellos), con nuevos mecanismos de comercio global, la emergencia de un nuevo orden mundial es cada vez más evidente.
Por eso la importancia de Venezuela en este crucial momento. Por eso la agresividad de los poderes fácticos que pretenden desestabilizar el país, llevarlo a una guerra civil que lo fracture, que lo descuartice, para repartirse las zonas donde está el petróleo,
el gas, el oro.
Putin lo sabe, por eso el respaldo a Nicolás Maduro. El hegemón lo sabe, por eso su desespero.