El Congreso español designa capitán general
El malinchismo es una conducta que se remonta a tiempos de la colonia, cuando algunos indígenas y negros esclavizados eran felices colaborando con los españoles invasores y genocidas. El nombre surgió de Malīntzīn, Malinalli o doña Marina, una mujer del pueblo nahua que fue intérprete y amante de Hernán Cortés, sirviéndole para la conquista de México.
En Venezuela, como en el resto de Nuestra América, siempre han existido malinches (hombres y mujeres), desde los que ayudaron al exterminio de los pueblos originarios rebeldes y quienes trataron de impedir la Independencia, hasta en los tiempos actuales, cuando los vemos solicitando a Estados Unidos y Europa que apliquen más bloqueo, más medidas coercitivas unilaterales o que invadan Venezuela y lancen uno de sus bombardeos humanitarios.
En días recientes, los malinchistas han alcanzado el máximo grado de excitación cuando la clase política española parece haberse olvidado de la historia de hace 200 años y han decidido nombrar un nuevo capitán general para Venezuela.
La escena ha sido tragicómica. Un puñado de viejos vivianes, señoritos ociosos del mantuanaje; pardos que creen haber “limpiado su sangre” al declararse escuálidos rabiosos; borrachines consuetudinarios y traidores de toda laya aparecieron disputándose los encuadres de las cámaras para aplaudir y vitorear la ficticia y delirante designación que hicieron los diputados españoles del señor Edmundo González Urrutia.
Los aliados de esa cáfila de vendepatrias fueron sus semejantes de allá: la zafia y depravada ultraderecha hispana, fachorra y desvergonzada como pocas, sólo comparable con sus ancestros del franquismo rancio.
Mientras tanto, en el lado supuestamente más moderado de la derecha y el centro del espectro político español, también afloraron —a su manera— las ínfulas de imperio con posesiones de ultramar. Dicen que no van a reconocer el resultado de las elecciones hasta que no les muestren las actas electorales. Al parecer estos “progresistas” tampoco han entendido que hace 200 años salieron de América del Sur con las tablas en la cabeza.
La respuesta de la Asamblea Nacional
El nivel de malinchismo puede medirse también al observar las reacciones que hubo ante la propuesta del presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, de romper relaciones con España ante su inadmisible intromisión en asuntos internos de Venezuela.
Algunos enfermos extremos deploraron que el Parlamento venezolano haya cometido tal irreverencia y expresaron su vergüenza con sus señorías de España. Para los malinchistas, los ibéricos (y todos los otros de la Unión Europea, además de Estados Unidos, claro) tienen derecho a opinar sobre Venezuela, pero las autoridades venezolanas no lo tienen para responder.
Es, de nuevo, la mentalidad de la colonia que, según estas personas, nunca debimos dejar de ser. En esa manera de estar en el mundo, los europeos y estadounidenses son superiores a nosotros en todos los campos y por eso hay que aceptar sus dictámenes con sumisión y, arriba, darles las gracias por ser tan metiches.
Las nuevas MCU de Estados Unidos
Estados Unidos es el cabecilla de la banda, aunque, de momento, el protagonismo le haya tocado a España. Para demostrarlo, acaban de lanzarse con más medidas coercitivas unilaterales, ahora dirigidas contra altos funcionarios civiles y militares.
El pecado cometido por estas personas es muy sencillo: no hicieron lo que Estados Unidos quería, en el contexto del proceso electoral presidencial.
Los “castigos” afectan nada menos que a la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y varios magistrados; rectores y funcionarios del Consejo Nacional Electoral (CNE), diputados, jueces y fiscales que tuvieron participación en los casos de la imputación de varios delitos a Edmundo González Urrutia y en la privación de libertad de individuos que protagonizaron crímenes y protestas violentas los días 29 y 30 de julio. También contra oficiales superiores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Aparte de los directamente “sancionados”, la represalia pretende causar escarmiento entre otros magistrados, jueces, fiscales, parlamentarios, funcionarios del CNE y militares; todo ello para futuras decisiones. Esa es la esencia de este tipo de medidas, celebradas por los y las malinches, quienes siempre están pidiendo más sanciones y más bloqueo.
Las respuestas de los aludidos
Todas las individualidades e instituciones atacadas por las acciones arbitrarias de Estados Unidos han respondido en el mismo tono: enfatizando que no les reconocen a las autoridades de ese país el derecho a sancionar a ninguna persona en Venezuela y mucho menos cuando se les pretende castigar por ejercer funciones consagradas en la Constitución Nacional y las leyes, reservadas a sus instituciones soberanas.
Queda claro que el bloqueo y las MCU no son más que mecanismos mafiosos de extorsión y chantaje para que los funcionarios obedezcan las órdenes de una potencia extranjera y favorezcan a los aliados locales de esta, vale decir, a los y las malinches. Bueno, seguramente les ha funcionado y les está funcionando en otros países. Pero en Venezuela no les sirve.