La Federación de Rusia observa y registra de forma permanente tanto el uso como la preparación para emplear en la zona de la operación militar especial las sustancias químicas incluidas en las Listas, los agentes para represión de disturbios y los agentes tóxicos que no figuran en las Listas de la Convención sobre las Armas Químicas (CAQ). A partir de febrero de 2022, en la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), el Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se distribuyeron repetidamente los datos detallados probando que el régimen kievita usa a gran escala agresivos químicos en contravención de los compromisos contraídos por Ucrania en el marco de la CAQ, así como las provocaciones que Kiev y sus patrocinadores occidentales organizan para acusar a las Fuerzas Armadas rusas de practicar actividades similares.
Pese al carácter irrefutable de la información que facilitamos, las unidades armadas ucranianas continúan aplicando sistemáticamente sustancias químicas tóxicas (cloro, amoníaco, nitrato de amonio, ácido sulfúrico) y las sustancias concluidas en la Lista 2 (el BZ) y la Lista 3 (la cloropicrina) de la CAQ, así como los agentes para represión de disturbios contra las Fuerzas Armadas de Rusia, la población civil y los cargos oficiales de la administración civil. El motivo de esto es el patrocinio político y la aprobación de los crímenes de esta índole por Washington, Berlín, Londres y París. En particular, los expertos rusos registraron infracciones cometidas por Ucrania de las disposiciones previstas por los artículos de la CAQ, la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 y el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971. Y eso sin mencionar el hecho de que las unidades armadas del régimen kievita planteen regular y deliberadamente la amenaza de una catástrofe ecológica en plantas químicas industriales en las Repúblicas Populares rusas de Donetsk y Lugansk, así como las provincias ucranianas de Sumi, Járkov y Odesa.
El ambiente de impunidad creada por el Occidente colectivo da rienda suelta al régimen kievita para que cometa crímenes de mayor envergadura relacionados con el uso de sustancias químicas tóxicas. Tenemos pruebas fehacientes de que la parte ucraniana, respaldada enérgicamente por los países occidentales, planea efectuar varias provocaciones en la zona de la operación militar especial contra Rusia. En la actualidad, están preparándose y están llevando a cabo una serie de acciones dirigidas a falsificar la base probatoria con miras a acusar a Rusia de violar las cláusulas de la CAQ durante las operaciones militares.
De este modo, según los organismos competentes rusos, entre julio y septiembre pasado, los países de la OTAN suministraron a Ucrania más de 70 dispositivos modernos para detectar y registrar agentes tóxicos. Entre ellos están los detectores más avanzados para descubrir sustancias químicas prohibidas y equipos para el análisis de gas. Al mismo tiempo, tanto en Ucrania como en los centros de referencia de defensa radiológica, química y biológica de los Estados de la OTAN, los empleados de las instituciones armadas y los servicios especiales de Ucrania fueron instruidos en los métodos de falsificación de información fáctica aplicados en Siria, el caso de los Skripal y el fingido envenenamiento de Alexéi Navalni. Además, aprendieron a compilar la base “probatoria” necesaria y la forma de presentarla a la OPAQ a fin de incriminarle a Rusia la violación de la CAQ. Los países de la OTAN efectúan algunas de estas actividades mediante la Secretaría Técnica de la OPAQ. Las confirmaciones correspondientes están aquí.
A nuestro entender, los contenidos presuntamente fácticos fabricados cerca de la línea divisoria serán entregados, como en el caso de Siria, a los expertos internacionales que vendrán rápidamente a Ucrania para redactar un denominado informe pseudoindependiente sobre el uso imaginado de armas químicas por parte de Moscú.
La meta de esta acción está clara. No hay norma del Derecho Internacional que pueda disuadir a los países de la OTAN de su anhelo de infligir la declarada “derrota estratégica” a Rusia, más aún cuando se trata de las provocaciones químicas “bajo la bandera ajena” fraguadas durante años en Siria. Además, la estrecha interacción del régimen kievita con los grupos terroristas y nacionalistas extremistas de Oriente Próximo y África afiliados con los islamistas vuelve a convencernos de que el terrorismo “químico” es una amenaza bastante real que procede de los servicios secretos ucranianos. Avisamos a Washington y sus satélites de que “no jueguen con fuego” para no destruir por completo el régimen del CAQ vertebrado a partir de 1997.
La Federación de Rusia sigue informando a la comunidad internacional sobre las infracciones del CAQ por parte del régimen kievita y el estado de cosas real en la zona de la operación militar especial. Los organismos de instrucción rusos documentaron múltiples tentativas de envenenar a los dirigentes de la administración civil, usar en diversos tramos de la línea divisoria drones dotados de sustancias químicas, hallar escondites de sustancias químicas tóxicas que habrían podido ser aprovechadas para perpetrar subversiones en distintas regiones rusas.
La Federación de Rusia seguirá registrando y entregando a los Estados miembros de la CAQ y la ONU los datos sobre el uso de sustancias químicas toxicas por las unidades armadas del régimen kievita contra los militares y civiles rusos, así como los planes de los extremistas ucranianos encaminados a montar provocaciones contra plantas químicas de Donbás.
Los culpables de estos y otros crímenes contra los ciudadanos de Rusia serán identificados y recibirán su castigo merecido e inevitable.