Trump ha amenazado con una guerra comercial en el Viejo Continente, con proteccionismo y aumento de los aranceles, el debate sobre el «Nuevo Pacto Europeo de Competitividad» se ha complicado aún más
En las redes sociales, la ironía popular ya se ha hecho sentir, modificando el acrónimo Brics por el de Vrics… Una forma de expresar la oposición hacia Brasil, uno de los miembros fundadores del organismo, junto con Rusia, India, China (y Sudáfrica, que se agregó en 2010). En la cumbre que tuvo lugar en Kazán, ciudad de la margen izquierda del Volga, que finalizó el 24 de octubre, inesperadamente, el Ministerio Brasileño de Asuntos Exteriores, y Celso Amorim, portavoz del presidente Lula da Silva, ausente por un accidente doméstico, mantuvo el veto al ingreso de Venezuela como uno de los nuevos «socios oficiales».
Recordemos brevemente lo que ocurrió en la cumbre de los Brics. Irán, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos ya se habían sumado a principios de año cuando Rusia asumió la presidencia pro tempore del organismo, cambiando el acrónimo a Brics+. En Kazán se sumó Arabia Saudita, que había participado como nación invitada en enero.
Si consideramos que, en total, han solicitado su adhesión 59 países, y los ya asociados provienen de Asia, África, América Latina y también de Europa del Este; entendemos que el impacto del organismo afectará a los equilibrios globales, considerando también la adhesión de Turquía, miembro de la OTAN que aspira a unirse a la UE.
Las decisiones aprobadas al final de la cumbre, además, muestran la intención bien respaldada por el tamaño del bloque que representa más del 37% del PIB mundial, y que contrasta con las orientaciones de otras instituciones como el G7 y la OTAN, de erosionar las piedras angulares de la hegemonía estadounidense: empezando por la del dólar.
Una intención que aún está lejos de alcanzarse, pero que está en marcha, tanto a través de las estructuras económico-financieras del Banco Brics (presidido por la expresidenta brasileña, Dilma Rousseff), como con el lanzamiento de una moneda alternativa, de la que Putin mostró un ejemplo. También es importante el llamamiento de los países afectados por las «sanciones» de EE. UU. y sus aliados, que ven un ejemplo eficaz a seguir en Rusia y en la manera de sortear la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (SWIFT)» con nuevas relaciones internacionales.
La propuesta de un observatorio internacional contra las «sanciones», ya presentada por Venezuela ante la ONU, fue aprobada en los últimos días durante el Foro Parlamentario Mundial, que acogió en Caracas a más de 700 diputados y senadores de todo el mundo. Delegados de 70 países, que se sumaron a una plataforma internacional permanente contra «el fascismo, el neofascismo y otras expresiones similares». Un capítulo que siguió al Congreso Mundial sobre el mismo tema, que, en septiembre, lanzó la propuesta de una internacional antifascista, antiimperialista, anticolonial y antipatriarcal, para contrarrestar el avance de la extrema derecha a nivel global.
Como se recordará, Venezuela debería haber sido bienvenida entre los «asociados oficiales» de los Brics, y el presidente Maduro fue a Kazán invitado por su homólogo ruso, Putin. En el último momento, sin embargo, la cancillería brasileña se interpuso y el país bolivariano quedó fuera de la lista de los recién asociados (13 en total: Malasia, Tailandia, Indonesia, Vietnam, Nigeria, Uganda, Argelia, Kazajistán, Uzbekistán, Bielorrusia, Cuba, Bolivia y Turquía).
Las decisiones de la cumbre -explicó Putin en rueda de prensa- se toman por consenso y hubo que tener en cuenta el veto de Brasil. Putin reiteró su apoyo al gobierno Maduro. La relación entre Rusia y Venezuela se mantiene desde hace 79 años. En la actualidad se trata de una alianza estratégica de beneficios compartidos al punto que se han suscrito más de 400 acuerdos hasta la fecha.
El obstruccionismo de Brasil se debe a las polémicas que siguieron el 28 de julio, cuando Maduro fue elegido para un tercer mandato y la oposición impugnó los resultados, obteniendo apoyo a nivel internacional, y Lula quiso ponerse como “mediador”.
Maduro, por su parte, dijo que Itamaraty es un poder dentro del poder en Brasil, una Cancillería muy vinculada al Departamento de Estado de los Estados Unidos. “La conocemos bien. Siempre ha conspirado contra Venezuela. Todas las escuelas de formación diplomática han sido influenciadas por los Estados Unidos, así se ha mantenido siempre. Es una mancha en la diplomacia de Brasil”, afirmó.
Para confirmar las declaraciones del mandatario venezolano, está el CV del actual ministro de Asuntos Exteriores brasileño, Mauro Vieira. Muy cercano al portavoz de Lula, Celso Amorin, de cuyo equipo formaba parte, Vieira es embajador desde hace mucho tiempo, habiendo estado en Washington, en las Naciones Unidas y también en el cuerpo diplomático en París, donde mantiene excelentes relaciones con Emmanuel Macron.
En 2024, Brasil asumió la presidencia pro témpore anual del G20 y la de Mercosur, organización que negocia un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, y que Lula quiere firmar a finales de 2024. En 2025, el quinto país más grande del mundo también será anfitrión de la Conferencia de las Partes (COP30) -órgano para alcanzar los objetivos de lucha contra el cambio climático-; se espera que la COP30 atraiga a más de 40.000 visitantes. Por ahora, se ha desarrollado, con polémicas, la COP29 en Bakú, Azerbaiyán. El 90% de las exportaciones del país -han denunciado los ambientalistas- proceden de los hidrocarburos y la periferia sur de Bakú se conocía en tiempos como la Ciudad Negra, por la profusión de campos petrolíferos y refinerías. Y ha habido protestas porque “es la tercera vez que la cumbre ambiental se organiza en un petro-estado”. Además de la ausencia de los principales líderes mundiales, ha pesado la gran pregunta sobre lo que hará Donald Trump con sus posiciones “negacionistas” sobre el cambio climático.
De la victoria de Trump han discutido también los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Política Europea (CPE) durante una cena que ha tenido lugar el 7 de noviembre, tras la reunión prevista en Budapest, Hungría, para la quinta cumbre de la CPE. Han participado alrededor de 45 estados del continente europeo, las instituciones de la Unión Europea (UE) y otras organizaciones.
Trump ha amenazado con una guerra comercial en el Viejo Continente, con proteccionismo y aumento de los aranceles, el debate sobre el «Nuevo Pacto Europeo de Competitividad» se ha complicado aún más; y no se ha aprobado el punto sobre la deuda común, bajo la presión de los llamados países frugales del norte de Europa (Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia), es decir, aquellos que quieren mantener el presupuesto europeo en el nivel más bajo posible.
El «Nuevo Pacto Europeo de Competitividad» es fruto de informes elaborados, a petición de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Lyen, por Mario Draghi (sobre el futuro de la competitividad europea) y por Enrico Letta, autor del estudio sobre el proceso de completa realización del Mercado Único. Mario Draghi es un economista italiano que, como presidente del Banco Central Europeo, cargo que ocupó de 2011 a 2019, tuvo la oportunidad de romperle el espinazo a la Grecia de Tsipras imponiendo los dictados de las instituciones europeas. Luego, continuó en la misma línea como presidente del Consejo de Ministros italiano, del 13 de febrero de 2021 al 22 de octubre de 2022.
Enrico Letta también ejerció su mismo cargo de 2013 a 2014 y, de 2021 a 2023, también fue Secretario Nacional de el Partido Demócrata (centro-izquierda, pero al servicio de la Otan y de la finanza europea). Las negociaciones sobre el texto han sido muy espinosas en varios puntos. Mientras los países frugales no han querido oír hablar de deuda común, los países del sur y del este han defendido los fondos de cohesión, destinados a dar unidad programática y financiera a todas las intervenciones de promoción del desarrollo de la UE. Francia y los partidarios del aumento de la energía nuclear siguen queriendo dar importancia a la cuestión.
Ciertamente, hubo acuerdo sobre la reconversión bélica de las industrias nacionales, principalmente en función de la OTAN, pero también en la versión «soberanista» de las distintas extremas derechas europeas. A pesar que la UE, en su mayoría, esperaba una victoria de Kamala Harris, todos se congratularon con Trump.
El 14 de noviembre, junto a otros importantes ministros de su país, el jefe de la diplomacia brasileña, Mauro Vieira, inaugurará la primera edición de la Cumbre Social del G20, que incluye más de 200 actividades coordinadas por organizaciones de la sociedad civil. Durante el encuentro, representantes del tercer sector económico-social podrán participar de los debates finales sobre un texto, elaborado también vía Internet en la plataforma Brasil Participativo. Un documento que el 16 de noviembre será entregado al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y al sudafricano Cyril Ramaphosa (que asumirá la presidencia del G20 en 2025).
En tres sesiones plenarias se discutirán los tres pilares propuestos por la presidencia brasileña en el G20 para lanzar la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza: la lucha contra el hambre y la desigualdad, el cambio climático y la sostenibilidad, y la nueva gobernanza global. También está en el calendario el tema «digital inclusivo», ya discutido en varias sesiones de la cumbre de los Brics.
Bastante débil en su país, tanto por la fuerza de la derecha como por la fragmentación del marco institucional, Lula pretende mantener un perfil internacional, posicionándose como «árbitro» y punto de mediación. Las elecciones de octubre demostraron cuán arraigada está todavía la derecha de Jair Bolsonaro, que ahora recibirá un nuevo impulso con la elección de Trump a la Casa Blanca.
La internacional de extrema derecha que Trump dio a luz en España en 2020 se verá seguramente fortalecida, siguiendo el modelo de la Convención Republicana, reescrita por Steve Bannon, para uso y consumo del magnate; ahora retomada tras su liberación. De aquel encuentro, que reunió a otras formaciones similares de Europa y América Latina en torno al partido Vox, nació la Carta de Madrid “con el objetivo de frenar el crecimiento del comunismo (sistema social, político y económico que busca eliminar la propiedad privada y clases sociales)”, que, además de apuntar hacia el socialismo en todas sus formas, atacó frontalmente al Foro de Sao Paulo.
Una de las primeras firmantes de ese documento fue María Corina Machado, representante de la extrema derecha venezolana que ahora intenta volver a proponer a González Urrutia el mismo guión interpretado por el autoproclamado «presidente interino«, Juan Guaidó. En este caso, sin embargo, se habla de Urrutia como «presidente electo», ya avalado por algunos gobiernos europeos, empezando por el italiano. De nuevo hay, que la extrema derecha venezolana también ha crecido, y los resultados electorales, que dieron el segundo lugar a Urrutia, aunque con un amplio margen de separación del presidente electo, así lo demuestran.
Tras recibir, junto a Machado, el Premio Sájarov a la libertad de pensamiento del Parlamento Europeo, Urrutia fue recibido por Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo. Luego, en Italia, fue recibido por Meloni, por los más altos cargos institucionales y también por todos los representantes electos del «centro izquierda». No por casualidad, ni un diputado italiano fue al Foro Mundial Parlamentario de Caracas.
Después de la elección de Trump, además de las preocupaciones legítimas provenientes de los países progresistas de América Latina (comenzando por México), se hizo sentir la ironía de la red: sobre el papel del magnate de las plataformas, Elon Musk, como «presidente sombra» de Estados Unidos
Y uno de los puntos discutidos en la cumbre de la UE en Budapest fue la «transición en Venezuela». Un cambio de poder que, como Machado esperaba, y como dijo públicamente tras la elección de Trump, el magnate deberá garantizar adecuadamente, respetando las amenazas lanzadas contra Maduro antes del final de su anterior mandato.
Incluso después de la elección de Trump, además de las preocupaciones legítimas provenientes de los países progresistas de América Latina (comenzando por México), se hizo sentir la ironía de la red: sobre el papel del magnate de las plataformas, Elon Musk, como «presidente sombra» de Estados Unidos; y sobre el de Machado, lista para exigir también a Trump que muestre “las actas”, en caso de que no cumpla las amenazas contra Maduro. Y ya lista para proclamar a Urrutia como el verdadero ganador de las elecciones estadounidenses. En el reino de Narnia todo es posible.