Trump ha dicho que los principales ejes de lo que denominó ‘Maganomics’ serán aranceles más agresivos sobre las importaciones de todo el mundo (especialmente de China y México), y una represión draconiana a los inmigrantes, a quienes acusó, en su grosero racismo, de `envenenar la sangre’ de EU
El triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas ha desatado una serie de conjeturas e hipótesis, creando preocupación en algunos países, y expectativas en otros.
Algunos políticos, analistas, y hasta autoridades, toman como referencia su anterior gestión. Los antecedentes de su primer gobierno resultan poco favorables para quienes no se someten a los designios de la Casa Blanca.
Es más, podríamos decir que no solo los países dignos y soberanos; sino también sus “aliados” de la Unión Europea y México sufrieron algunas de sus medidas.
Trump maneja su lógica, pretende imponer su relato de ¡Estados Unidos primero! con el que ganó la presidencia.Trabaja en copar y controlar todas las instituciones del Estado para no encontrar resistencia durante su gestión.
Le ocurrió en su anterior mandato. Viene con esa experiencia y pretende atajar esa posibilidad. ¿Lo conseguirá? Sobre todo cuando apenas ganó los comicios le declaró la guerra al Estado Profundo.
Intentar desconectar la economía norteamericana de la China, por ejemplo, no será tarea fácil. Hay mucha dependencia entre ambas. También hay muchos y muy poderosos intereses que se tejieron durante décadas. Igual sucede con México.
En el país azteca sí hay preocupación, y justificada, por lo que pudiera ocurrir a partir del 2025. Sobre todo porque desde su vecino del norte, autoridades y personajes vinculados a Trump ya empezaron con declaraciones poco edificantes.
Ya el 11 de noviembre, el influyente periodista Carlos Fazio, en La Jornada, señalaba en su editorial: “Trump ha dicho que los principales ejes de lo que denominó ‘Maganomics’ serán aranceles más agresivos sobre las importaciones de todo el mundo (especialmente de China y México), y una represión draconiana a los inmigrantes, a quienes acusó, en su grosero racismo, de `envenenar la sangre’ de EU”.
En otro párrafo del mismo, recordaba cómo el republicano afirmó “que revocará la política de “puertas abiertas” de Biden y completará la construcción del muro fronterizo con México, reforzando su vigilancia con personal dotado de mayores competencias y apoyo de tropas actualmente desplegadas en el extranjero. También planea reimponer las prohibiciones de entrada desde países que llamó “indeseables”, y restaurar la política “Quédate en México” y “Título 42”, que facilitaban el rechazo de entrada a oleadas de migrantes a través del territorio mexicano”.
Además, al vincular la violencia armada y las drogas con la inmigración, Trump planea lanzar el “mayor programa de deportaciones en la historia de EUA”, en un intento por superar al Nobel Barack Obama.
Está por verse si querrá y podrá concretar sus amenazas de deportaciones masivas, imposición de aranceles exorbitados y cierre de fronteras, pues cada una de estas medidas sería tan dañina para la economía estadunidense como para la mexicana
Días antes, en un editorial, La Jornada, que se toma muy en serio las bravuconadas del rubicundo presidente, expresaba que en cuanto a México, era preocupante la retórica empleada en la campaña y reafirmada en el discurso triunfal de Trump, en el que su país seguía siendo el principal destinatario de las invectivas con las que el virtual vencedor de los comicios del domingo (8-Nov)galvanizaba a los sectores racistas, xenofóbicos y chovinistas que constituyen el núcleo más fiel de su electorado.
Más adelante planteaba: “está por verse si querrá y podrá concretar sus amenazas de deportaciones masivas, imposición de aranceles exorbitados y cierre de fronteras, pues cada una de estas medidas sería tan dañina para la economía estadunidense como para la mexicana, tanto por la dependencia de mano de obra migrante en actividades clave, como por la realidad de que gravar las exportaciones mexicanas elevaría hasta niveles incosteables el precio de todo tipo de mercancías para empresas y consumidores finales en Estados Unidos. La experiencia de su primer gobierno sugiere que el magnate está más interesado en proyectar una imagen de pendenciero que en asumir las consecuencias de hacer realidad sus amagos”.
“Trump es un individuo acostumbrado al abuso verbal y a cebarse sobre los frágiles, por lo que México no debe permitirse la menor señal de debilidad. Inaugurar la nueva relación con un gesto de flaqueza sería catastrófico, pues el magnate lo tomaría como una invitación a desplegar su repertorio de camorrista contra el país. Entre más categórico sea el gobierno nacional en comunicar que la defensa de su soberanía, el respeto y la simetría son aspectos innegociables en la relación bilateral, menor será el riesgo de que el republicano intente cumplir sus amenazas”, sostiene en el párrafo final.
La agencia AP, en un extenso trabajo, manifiesta que negociar con un político como Donald Trump no es una tarea sencilla. Creen que si además lo hace; una mujer cuyo carácter nada tiene que ver con el del republicano y preside un país contra el que el estadounidense ha arremetido con dureza, le complica más las cosas.
Martha Bárcena, embajadora de México en Washington de 2018 a 2021, quien ya debió lidiar con el reelecto mandatario, cree que “Trump no negocia con un esquema en el que todos ganen un poco; para él, negociar es imponerle al otro sus puntos de vista”.
Decía el reportaje de AP que México tiene experiencia en lidiar con los exabruptos de Trump, en ser blanco de sus iras, en sufrir sus amenazas de cerrar fronteras, de imposición de aranceles, de envío de tropas para enfrentar a los cárteles.
“Por no hablar de su promesa de deportaciones masivas desde el día 1 de su nuevo mandato que no sólo pueden suponer un reto humanitario para el gobierno mexicano, sino un durísimo golpe a su economía porque las remesas que los mexicanos reciben de sus familiares en Estados Unidos son una de las principales fuentes de ingresos del país”, señaló.
De acuerdo al material publicado por AP, Trump tiene ahora un discurso más radical que en el pasado, su partido cuenta con mayor respaldo en el Congreso y no tiene frente a él a un líder de carácter similar como era Andrés Manuel López Obrador, sino a una política, Claudia Sheinbaum, con quien la química se apunta más difícil de conseguir.
Recuerdan que López Obrador, un expresidente carismático y campechano que no dudó en calificar a Trump de “amigo”, compartía con su homólogo una visión transaccional de la política: tú me das lo que yo quiero, yo te doy lo que tú quieres.
Consideran que mientras López Obrador vivió la política del PRI, la actual mandataria se forjó en una familia de activistas de izquierda y movimientos estudiantiles radicales.
Para Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos entre 2007 y 2013, “Claudia es más ideológica que López Obrador, por lo que el problema es que la veo respondiendo potencialmente a las políticas de Trump, ya sea en materia de crimen organizado, inmigración o aranceles, con una visión mucho más nacionalista y patriotera”.
Adicionalmente, la relación podría enturbiarse más por los reiterados comentarios misóginos de Donald Trump. Ese es un detalle que, conociendo el estilo del republicano, debe tenerse muy en cuenta.
Sheinbaum está entre los primeros mandatarios que se comunicó con el norteamericano para saludarle por su triunfo. Según trascendió, durante la misma Trump insistió en el tema de la frontera.
Karoline Leavitt, portavoz del equipo de transición republicana, ha dicho: “Trump ha recibido el mandato de poner en práctica las promesas que hizo durante la campaña. Él cumplirá”.
Pero, reiteramos, la realidad se impone siempre. Y la realidad actual no es la misma que durante el anterior mandato republicano. Principalmente en el tema económico. Es bueno señalar que el comercio bilateral entre Estados Unidos y México está en un momento boyante, las transacciones superan los 800 mil millones anuales. Además, hay otro detalle que el republicano debe tener en cuenta, las empresas norteamericanas son más dependientes que nunca de las mexicanas.
Hay otra variable en la relación, el tratado comercial entre Estados Unidos, México y Canadá, el T-MEC, pronto será revisado, México acaba de efectuar cambios en su Constitución y Trump podría exigir una renegociación.
En medio de ello, la presidenta Sheinbaum señala que “hay estrategia y hay diálogo con Estados Unidos y con el presidente Trump, si hay diferencias sabrán resolverlas”.
Eso sí, dejó muy en claro que su gobierno no se dejará intimidar.
Y es que, luego de la conversación entre la presidenta mexicana y Trump, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, criticó las políticas de seguridad del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
La presidenta Sheinbaum reaccionó señalando que «hay diferencias entre lo que dice el embajador de EUA un día, con lo que dice otro día».
La jefa de Estado mostró un video donde Salazar alaba la cooperación con el Gobierno de México en materia de seguridad.
“¿Entonces cuál declaración escuchamos, la de ayer o la de hace algunos meses? Porque tiene que haber consecuencia, lógica, en las declaraciones que hace«, dijo.
Seguidamente enfatizó: «México es un país libre, independiente, soberano«.
Reiteró que espera una efectiva coordinación entre los dos países, ya que comparten una extensa frontera y son grandes socios comerciales.
«Trabajamos juntos pero no hay subordinación, es una relación distinta, una relación de iguales entre dos países independientes que compartimos mucho. Compartimos familias de uno y otro lado de la frontera, cultura, comercio y también compartimos problemas y nos coordinamos para resolverlos«, enfatizó.
Ahora, estas declaraciones podrían no ser casuales, podrían ser parte de sembrar todo tipo de minas a la nueva administración. Sobre todo en el tema económico.
Lo dijimos al principio, Trump le declaró la guerra al Estado Profundo y eso traerá consecuencias. Torpedear las relaciones con México y que se paguen las consecuencias es una.
Hay algo que también preocupa, qué puede pasar de aquí al 20 de enero con el tema migratorio, con la deportación de muchos migrantes, y con las caravanas que van hacia Estados Unidos.
¿Qué pasaría si se deportan a miles de migrantes, que suelen quedarse en México para intentar ingresar nuevamente y se juntan en suelo azteca con los que van en camino a Estados Unidos?
Estaríamos ante un cuadro muy preocupante para los mexicanos. ¿Lo quiere Trump?
¿La administración Biden pondrá otras minas, como en el caso de Ucrania a la que autorizó para que use misiles norteamericanos y ataque suelo ruso? Veremos. La preocupación en México es justificada.