Cuando llegamos al gobierno, con la presidencia del Comandante Chávez, el sistema penitenciario estaba colapsado, el Estado no tenía una política penitenciaria. Las instituciones estaban controladas por las mafias, como lo demuestran algunas masacres como la del Retén de Catia, o la de Sabaneta del Zulia
El Ministro de Asuntos Penitenciarios, Julio García Zerpa, nos recibe en su despacho en Caracas. A pesar de su joven edad (37 años), Zerpa es un militante revolucionario de primera hora. Participó en la fundación del Partido Socialista Unido de Venezuela, y posteriormente de la JPSUV, del que fue coordinador por el Táchira. Ha participado en la organización del Congreso de la Patria, del Congreso Bicentenario de los Pueblos y el Congreso de la Nueva Época, creados desde la revolución para agregar movimientos sociales.
“Durante la última campaña electoral, -dice ahora- en la revolución se decidió crear un movimiento llamado Futuro, que reúne la fuerza de los movimientos sociales desde una visión distinta a la más directamente política, ya que cada movimiento participa con su propia bandera de lucha, y tenemos la tarea de articular. Paralelamente y siguiendo el compromiso, a nivel parlamentario y también en la Comisión de Política Interior; he sido llamado a esta nueva responsabilidad desde hace seis meses».
-Estados Unidos le ha incluido en la lista de 21 nuevos «sancionados». Maduro dijo que los EE. UU. querían atacar su trabajo como joven ministro que puso orden en el sistema penitenciario. ¿Cómo lo hiciste?
-Llego a presidir este ministerio por decisión del presidente, quien nos invitó a revisar todo el sistema de justicia penal en conjunto, luego de muchas leyes que han sido modificadas y el colapso de los tribunales por la imposibilidad de llevar a cabo juicios durante el período de pandemia y el consiguiente retraso procesal que sufren muchos privados de libertad. Cuando asumí el cargo, estábamos en medio de una huelga por motivos políticos organizada con el objetivo de desestabilizar las elecciones del 28 de julio y en la que las cárceles iban a tener un papel predominante. El propósito de la derecha era abrir algunos centros penitenciarios con la complicidad de funcionarios. Un plan generosamente financiado que implicaba la distribución de armas de gran calibre a entre 2.000 y 3.000 criminales privados de libertad, que iban a entrar en acción durante los enfrentamientos postelectorales organizados por el fascismo. El Capitán Diosdado Cabello, Ministro del Interior, Justicia y Paz, con quien venimos investigando el tema desde hace mucho tiempo, reveló en detalle este plan. El presidente nos pidió restablecer el orden. Una tarea nada fácil. Empezamos por desmantelar toda la cadena del crimen organizado que prosperaba en el sistema penitenciario: el pranato, lo llaman, para nosotros son líderes negativos que creen que pueden mantenerse por encima del Estado, poseer armas de gran calibre, asesinar en las cárceles, y subyugar y chantajear a los más débiles. El fascismo venezolano, cuyo rostro tuvimos la oportunidad de desenmascarar en varias ocasiones durante los intentos de derrocar al gobierno, esta vez lo vimos en acción en la violencia postelectoral posterior al 28 de julio, que intentó desatar una psicosis colectiva a través de las redes sociales y la participación de organizaciones criminales, dentro y fuera de las cárceles.
-Después del 28 de julio se produjeron numerosas detenciones. La extrema derecha acusa al gobierno de violar los derechos humanos. ¿Cuál es la situación? ¿Cuál es el perfil de los acusados de esa violencia?
-Los datos que doy ahora son datos aún inéditos que estamos analizando. La mayoría de (los acusados) son jovenes, y unos pocos menores de edad. Por ley, son considerados penalmente responsables a partir de los 14 años. Pensemos que fue un niño de 13 años quien le partió el corazón a una militante chavista con un punzón, tras propinarle numerosas puñaladas. ¿Cómo pudo cometer un acto tan horrible contra una mujer que conocía y que podría haber sido su madre? El chico de trece años estaba fuera del sistema escolar, fuera de la educación formal, con un bajo nivel de formación, otros adolescentes habían sido formados fuera del país y traídos meses antes, casi todos usaban la droga Khat. Ciertamente, todos habían estado pegados a sus teléfonos móviles en los días previos a las elecciones, escuchando los mensajes de odio preparados para ellos. Mientras tanto, vía WhatsApp se enviaban amenazas a nuestros militantes, que eran señalados como objetivos en las redes sociales. Había una clara intención de desencadenar una psicosis colectiva que indujera a personas comunes o adolescentes, que nunca habían cometido delitos, a atacar violentamente a su vecino. Jóvenes sin militancia política ni conciencia ideológica, captados por el mecanismo perverso de las redes sociales. Una poderosa herramienta que permite a un descerebrado y misógino como Javier Milei llegar a la presidencia de Argentina, un país de cultura que incluso se siente europeo. Evidentemente, el ascenso de estas figuras se debe a la crisis estructural del modelo capitalista que conduce al retorno del fascismo, entre arcaísmos y formas modernas de agresión, capaces de estimular la violencia ciega.
-¿Es este un tipo de fascismo diferente al que vimos durante las guaimbas anteriores?
-Sí, estas figuras son diferentes de quienes nos atacaron en años anteriores y que mostraron alguna motivación ideológica contra el socialismo. Los de antes, eran gente violenta, ideológicamente convencida de atacar al pueblo y de seguir a la oligarquía que produce miseria y opresión; y que ahora se camufla y utiliza al pueblo utilizando sujetos sin orientación política. La derecha fascista, con la complicidad de los traidores, utiliza nuestras propias formas populares de organización, desviándolas, llamándolas «comanditos». Células que actúan tanto en el territorio como clandestinamente, alimentadas con dinero, drogas y una red de comunicación que sigue una estrategia precisa basada en la guerra cognitiva. Asistimos por primera vez a un fenómeno masivo y poco común: una campaña de presión psicológica proveniente del exterior, que utilizó mensajes de chantaje de quienes se fueron, especialmente contra nuestras dirigentes de base, diciendo que si no votaban contra Maduro ellos nunca podrían regresar, o amenazándolas con no enviar más dinero para sus hijos o con romper toda relación con sus padres. En dos o tres días se desató un experimento explosivo de guerra psicológica contra las mujeres, multiplicado por las redes sociales, que amplificaron estas amenazas a través de influencers. Estos jóvenes violentos no tienen ninguna motivación ideológica, pero mataron a 27 personas y atacaron a las mujeres, basándose en el aumento de la violencia, verbal y física, que el fascismo desata contra ellas en todo el mundo. Si ha habido una aceleración similar desde las últimas guarimbas hasta hoy, me pregunto cómo será dentro de diez años. Vivimos en tiempos oscuros.
-Muchos de los detenidos después del 28 de julio han sido liberados, ¿cuál será la política penitenciaria para estas categorías de violentos que permanecen en prisión y para los privados de libertad en su conjunto?
-Desde que los jóvenes acusados ingresaron en prisión, hemos adoptado los procedimientos para aplicar los beneficios previstos por la ley, y los primeros 200 han salido de la cárcel. En las redes sociales circula un vídeo emblemático de un joven excarcelado que dice estar asombrado por haber sido tratado como un ser humano, y haber recibido respeto y formación. La derecha se esforzó en decir que el vídeo había sido un encargo nuestro, pero no es así, nunca había visto a ese joven. Lo cierto es que no sólo encontró un principio de realidad, diferente a la construcción virtual que le habían inyectado, sino que encontró otra visión del mundo, que aspira a construir un sistema humanista respetuoso de los derechos humanos, incluso en medio de de una guerra de agresión multifacética en la que las medidas coercitivas unilaterales han afectado gravemente la situación económica del país. Los socialistas no vemos la prisión como un castigo, sino como un espacio de rehabilitación y reintegración, en armonía con la constitución. Nuestro desafío es transformar a los seres humanos, víctimas de un sistema capitalista que predomina a nivel mundial y del que no estamos exentos en esta fase de transición. También en nuestras cárceles hay gente pobre que no ha tenido oportunidades y que es víctima de un sistema de justicia que sigue siendo clasista e incluso racista, influenciado por las tendencias globales.
-¿Cómo funciona el sistema penitenciario?
-Han habido varias etapas. Cuando llegamos al gobierno, con la presidencia del Comandante Chávez, el sistema penitenciario estaba colapsado, el Estado no tenía una política penitenciaria. Las instituciones estaban controladas por las mafias, como lo demuestran algunas masacres como la del Retén de Catia, o la de Sabaneta del Zulia, donde murieron quemados cerca de un centenar de reclusos. En 2011, el comandante creó el Ministerio del Servicio Penitenciario, encomendándoselo a la camarada Iris Varela, quien inició la gran obra de recuperar la institucionalidad, y un nuevo régimen penitenciario humanista basado en la reintegración y la conciencia política. De 60 penales, en los que existía una especie de sociedad paralela fuera del control estatal, se logró recuperar 40 y otros se cerraron. Quedaban otros 8, aún fuera de control y dominados por líderes negativos, como el de Tocorón. El año pasado también logramos recuperar el control sobre ellos, liberando a miles de personas prácticamente esclavizadas, que eran mutiladas o asesinadas si sus familiares no pagaban una especie de «impuesto de protección» diario. Hoy puedo entrar a cualquier celda como ministro y hablar con los privados de libertad, y, a pesar de todas las dificultades que nos impone el imperialismo, nos estamos convirtiendo en un modelo de seguridad para América Latina, con métodos opuestos a los que vemos en otros países como, por ejemplo, El Salvador. Debemos resolver las causas que producen delincuencia y luchar contra la corrupción, teniendo en cuenta que, siendo la libertad el valor más preciado de la vida, quienes carecen de ella pagarán cualquier precio para abrirse un espacio. Por ello, hemos activado diversos proyectos de recuperación, tanto desde el punto de vista productivo para dotar de autonomía a las cárceles y crear un ecosistema sostenible, tanto laboralmente como de acompañamiento externo, y formativo de los presos y del personal penitenciario. Estamos fortaleciendo el sistema informático, que permite acceder a estadísticas y seguimiento de las demoras procesales, que se han reducido en un 50% en los últimos 3 años.
Trabajamos para dar otra oportunidad y motivación de vida a los 26.000 privados de libertad de los centros penitenciarios, de un total de casi 50.000, de los cuales 5.000 son mujeres.
-La derecha no ganó, pero aun así aumentó su fuerza electoral, que ahora quiere utilizar para impedir que el presidente electo, Nicolás Maduro, asuma el cargo el 10 de enero. ¿Qué contramedidas está adoptando el proceso bolivariano?
-Díganme en qué país capitalista podríamos resistir un bloqueo similar al que, desde hace años, nos aplica el imperialismo, y ante el cual nuestro pueblo consciente y organizado ha reaccionado con una movilización permanente contra la oligarquía supremacista; contra esas grandes familias, que son las mismas desde la época colonial. Que una situación tan difícil, que una escasez material prolongada produzca cierto nivel de desafección y cansancio, es fisiológico. Por supuesto, debemos renovar nuestro compromiso contra una oposición de diferentes matíces que decidió entregar su capital político a la extrema derecha fascista que no tenía apoyo en el país. Por ello, el Presidente Maduro ha convocado al congreso para renovar un nuevo bloque histórico, para consolidar, sobre la base de la tesis gramsciana, la hegemonía del socialismo. Y para entender de dónde viene el fascismo y por qué hoy se articula con el sionismo y, para cumplir el genocidio contra los palestinos, encuentre aliados en los herederos de quienes sufrieron el holocausto nazi. Es necesario analizar y combatir la inacción y la complicidad de los organismos internacionales, el papel del imperialismo estadounidense y sus aliados que quieren apoderarse de nuestras riquezas petroleras infiltrándose en nuestras fronteras como en la Operación Gedeon. El fascismo tiene un plan para el 10 de enero, intenta sembrar el caos en el país contratando mercenarios, pero no cuenta con el consenso popular. Se trata de una minoría peligrosa a la que nos hemos opuesto y que hemos desmantelado. Durante las elecciones, las bandas criminales armadas debieron cerrar las entradas a Caracas, involucrando a las fuerzas policiales en tiroteos en los barrios «calientes» varios días antes, pero se lo impidimos, así como les impedimos quemar las carceles. La mayoría de los privados de libertad no están alineados con estos planes.