La estrategias de la extrema derecha para destruir la Revolución Bolivariana es a través de la Cultura
Por: Roberto González Cárdenas
Las tradiciones y buenas costumbres son elementos dinámicos que pueden influir y ser influenciados por una revolución cultural. Su papel es tanto de preservación como de transformación, lo que permite a las sociedades encontrar un equilibrio entre honrar su pasado y adaptarse a un futuro en constante cambio.
Venezuela es un país caracterizado por su profunda tradición cultural, resultado del cruce de diversas costumbres y tradiciones que han llegado desde distintas partes del mundo, Esta diversidad se ha forjado a lo largo de los siglos, desde el inicio de la colonia, cuando se encontraban y fusionaban las culturas de los indios nativos, blancos y negros, que fundaron la república y refleja la rica tradición y diversidad cultural del pueblo venezolano, enfatizando su historia con una herencia cultural.
La diversidad étnica de la población venezolana es un mosaico, donde conviven descendientes de indígenas, colonizadores europeos y africanos traídos durante la época colonial. Esta mezcla ha dado lugar a una identidad cultural única, con tradiciones ancestrales caribeñas y costumbres de pueblos indígenas, como los Wayúu, Pemón y otros, que han influido en la música, la danza, la gastronomía y las festividades del país.
Las costumbres y tradiciones convertidas en fiestas populares, como el carnaval, la Fiesta de la Virgen de Coromoto, de la Chiquinquirá en el Zulia, o de la devoción a la Virgen de la Pastora de Barquisimeto y la Fiesta de San Juan; con bailes, música y gastronomía, son ejemplos de cómo las tradiciones se han mantenido vivas, reflejando la fusión de influencias indígenas, africanas y europeas, muchas de ellas son consideradas Patrimonio de la Humanidad.
Si observamos la gastronomía, la cocina venezolana es un reflejo de su diversidad cultural, con platos emblemáticos como la arepa, el pabellón criollo y las hallacas, tradicionales en estos tiempos de Navidad, que combinan ingredientes y técnicas de diferentes culturas.
Se formó una Identidad Nacional con símbolos culturales como la música (el joropo, la gaita y la salsa), la danza y el arte popular son expresiones de la identidad venezolana que celebran la riqueza de su herencia multicultural; además de la literatura y el arte, anclados por escritores y artistas venezolanos que han explorado y representado esta diversidad en sus obras; contribuyendo a la construcción de una narrativa nacional que honra sus raíces en sus cuatro biorregiones (Caribeña, Atlántica, Amazónica y Andina), cada una con características y cultura propia de la venezolanidad.
La fundación de la República nos llevó por el sendero de la lucha por la independencia y soberanía de la patria, llenándola de historia, marcada por batallar y perseverar por la independencia en donde hombres y mujeres se unieron para forjar una nación libre y soberana, dejando un legado de historia con principios, valores, tradiciones y líderes como nuestro padre Libertador, Simón Bolívar y otros patriotas que jugaron un papel crucial en este proceso, dándole identidad y nacimiento a la República Bolivariana de Venezuela.
La construcción de la identidad nacional, se forja con la independencia, que no solo fue política, sino también cultural, ya que permitió a los venezolanos reafirmar su identidad y valorar su diversidad como un elemento fundamental de esta gran nación.
Venezuela es un país que se enriquece con la diversidad de sus costumbres y tradiciones. La mezcla de culturas que ha dado forma a la nación es un testimonio de la resistencia y la creatividad de su pueblo. Mantener vivas estas tradiciones es esencial para fortalecer la identidad venezolana y celebrar su historia compartida.
Por lo que hay que resaltar la riqueza cultural de Venezuela y su evolución a lo largo de la historia, subrayando la importancia de la diversidad en la construcción de su identidad nacional.
La Revolución Cultural Bolivariana en Venezuela, es un proceso complejo que busca transformar la sociedad a través de la educación, la identidad, la participación y la expresión cultural. Aunque enfrenta desafíos significativos, su objetivo es construir una sociedad más justa y equitativa, enraizada en los valores de Simón Bolívar.
En este orden de ideas la Revolución Cultural Bolivariana, impulsada por el presidente comandante, Hugo Chávez, y continuada por el presidente Nicolás Maduro, empezó por la misión identidad, para darles a los venezolanos invisibles por el Estado, la titularidad de un documento que los acreditaba como venezolanos, para tener la oportunidad de expresar sus derechos y voluntad constitucional, registrándose en el Consejo Nacional Electoral, seguidamente enseñó a leer y escribir a millones de venezolanos para que pudieran leer sus derechos y deberes con la patria, y asimismo les dio la oportunidad de crecer culturalmente con la Misión Robinson (Plan Nacional de Alfabetización), el cual tuvo como objetivo fundamental formar ciudadanos libres, enseñándoles a leer y a escribir, mostrándoles un horizonte diferente, donde no existen barreras, ni oscuridad, eliminando el analfabetismo existente en la población venezolana; llegando a repartir bibliotecas de bolsillo en las Plazas Bolívar, de cada pueblo a nivel nacional para que el pueblo tuvieran la oportunidad de leer a los grandes escritores y sus obras magistrales, pudieran conocer más lo que significan los sistemas políticos que han dominado y dominan el mundo.
Cabe significar que los venezolanos hemos sido objeto de ataques constantes por parte de sectores de la extrema derecha, tanto a nivel nacional como internacional. Uno de los métodos más insidiosos utilizados en esta lucha es la manipulación cultural, donde se emplean términos despectivos como «venecos o veneca» (“Venezolanos Coños de Madre”), una palabra utilizada en la década de los 80 del siglo pasado en el extranjero y que en la actualidad es usada en interpretaciones musicales, para denigrar la identidad y dignidad del pueblo venezolano.
En este contexto de la agresión cultural, la extrema derecha nacional e internacional busca la desestabilización política de Venezuela, del gobierno bolivariano, a través de campañas de desinformación y ataques culturales que afectan la percepción pública.
La Estigmatización de la Identidad con la utilización de términos despectivos como «veneca» se inscribe dentro de una estrategia más amplia de estigmatización de la identidad venezolana, que busca desacreditar no solo al gobierno, sino también a su pueblo y por ende a la revolución bolivariana.
El uso del término «veneca» es denigración de la identidad. La palabra «veneca» se utiliza para descalificar a los venezolanos, presentándolos como inferiores o menos dignos. Este tipo de lenguaje busca socavar la autoestima y la identidad cultural de la población, promover una imagen negativa de los venezolanos, se fomenta la división social y el rechazo hacia aquellos que emigran o que viven en el extranjero, debilitando la cohesión social.
Las estrategias de la extrema derecha, con el uso de campañas mediáticas, utilizando los medios de comunicación y redes sociales, para difundir estereotipos negativos sobre los venezolanos, reforzando la idea de que son un «problema» para otros países, buscando la deslegitimación cultural, promoviendo la idea de que la cultura venezolana es inferior o problemática, lo que contribuye la deslegitimación de la Revolución Bolivariana y sus logros.
La extrema derecha nacional busca alianzas internacionales y se asocian con grupos y gobiernos que comparten su visión, creando narrativas que desestabilizan no solo a Venezuela, sino también a otros movimientos progresistas en la región.
Se busca impactar en la Revolución Bolivariana, desmoralizar a la Población con el uso de términos despectivos y propaganda negativa, afectando su apoyo a la Revolución Bolivariana.
Sin embargo, esta estrategia también puede generar una resistencia cultural, donde el pueblo venezolano reafirme su identidad y luche contra la estigmatización.
Desde el Gobierno Nacional, el presidente Nicolás Maduro ha sido el primero en denunciar este tipo de agresión contra el pueblo venezolano, que también busca desorientar y confundir a la juventud, en especial a los más jóvenes, con el fin de ir creando un falso estereotipo del venezolano.
La defensa de la identidad nacional, debe orientarse en promover campañas que resalten la riqueza y diversidad de la cultura venezolana, desafiando los estereotipos negativos, implementando programas educativos que enseñen sobre la historia y la cultura venezolana, fomentando el orgullo nacional.
Sin embargo, la respuesta del gobierno y del pueblo venezolano ha sido una reafirmación de su identidad cultural y un rechazo colectivo a la estigmatización. La defensa de la dignidad y la cultura venezolana es esencial para fortalecer la Revolución Bolivariana y su legado; en especial, la respuesta del pueblo venezolano que no se ha hecho esperar, pues se ha movilizado organizando eventos culturales y festivales que celebran la identidad venezolana, contrarrestando la narrativa negativa, haciendo uso de las redes sociales con todo tipo de plataformas digitales para compartir historias positivas y logros de venezolanos, creando una narrativa alternativa, contrarrestando los ataques a la identidad nacional.
En esta nueva fase, en la cual entra Venezuela a partir del 10 de enero próximo, con la toma de posesión del Poder Ejecutivo, juramentándose Nicolás Maduro Moros como presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, para el periodo Presidencial 2025 al 2031, se deberán fortalecer los enfoques de la revolución cultural en un contexto geopolítico complejo y conflictivo que vive Venezuela, la región y el mundo, en el cual se requiere un enfoque estratégico y multifacético, en un mundo multicéntrico, pluricéntrico y pluricultural.
El fomentar la educación integral en la crítica, implementando programas educativos que promuevan el pensamiento crítico y la conciencia histórica, ayudará a las personas a entender su contexto geopolítico.
En este orden, una educación con “Moral y Luces”, incluyendo en el currículo valores de paz, solidaridad y cooperación, que fortalezcan la identidad cultural y la cohesión social, rescatando las tradiciones, en especial promoviendo y preservando la diversidad cultural como una forma de resistencia ante la globalización y la homogeneización cultural.
Asimismo, se debe fomentar el reconocimiento y la celebración de diferentes culturas dentro del país, promoviendo un sentido de unidad y respeto. Con una participación ciudadana activa, a través de los consejos comunales y movimientos sociales, donde se fortalezcan los espacios de participación, donde las comunidades puedan expresar sus necesidades y contribuir a la toma de decisiones.
El diálogo intercultural facilitará el encuentro entre diferentes grupos culturales y sociales para construir puentes y resolver conflictos. Igualmente, el arte y la cultura como herramientas de cambio, fomentando del arte comprometido, apoyando a artistas y creadores que utilicen su trabajo para abordar temas sociales y políticos, generando conciencia y reflexión.
La revolución bolivariana debe aprovechar la difusión cultural, utilizando plataformas digitales y redes sociales para difundir la cultura local, y las narrativas alternativas que contrarresten la información hegemónica.
Venezuela, en la búsqueda de la solidaridad internacional, para contrarrestar las campañas sucias del poder imperial, desacreditando tanto al gobierno nacional como al pueblo venezolano con informaciones falsas, difamando a los emigrantes venezolanos en otros países, en especial en los EE. UU. catalogándolos como criminales y dándoles un trato despectivo, al compararlos con los criminales del “Tren de Aragua”, debe fortalecer las alianzas estratégicas, con movimientos culturales y sociales en otros países que compartan objetivos similares, promoviendo el intercambio de ideas y experiencias, en especial la cultura popular, expresada en los grupos de tambores y el folklore tradicional, respaldando las iniciativas locales, ofreciendo recursos y visibilidad.
El uso de la innovación y las tecnologías digitales, como herramientas para la educación, la difusión cultural y la organización comunitaria; facilita el acceso a la información y la participación, fomentando la creación de contenidos digitales que reflejen la realidad cultural y social del país, al adaptarse a las nuevas formas de comunicación.
Otro aspecto a resaltar es la resiliencia ante conflictos, promocionando la paz, incluyéndola en la narrativa cultural, con mensajes de paz y reconciliación, buscando unir a las comunidades en lugar de dividirlas, adaptándola a cambios, siendo flexible y adaptable a los cambios en el contexto geopolítico, y ajustando las estrategias culturales según sea necesario.
Podemos finalizar diciendo que, fortalecer la revolución cultural en un mundo en conflicto, implica un compromiso constante con la educación, la identidad, la participación y el arte. Al hacerlo, se puede construir una sociedad más resiliente y cohesionada, capaz de enfrentar los desafíos globales y promover un cambio positivo desde sus raíces culturales.