Por: Federico Ruiz Tirado
En todos los países europeos y suramericanos que han padecido brutalmente el fascismo, han existido formas de gobierno bajo distintas modalidades: desdeñosas, insólitas, vergonzosas, criminales, morbosas, crueles; que vienen desde el Imperio Romano y se convirtieron en fenómenos globales de la brutalidad e irracionalidad humana.
No es el fascismo una circunstancia de simple adversidad y controversia política, en el ejercicio burocrático de la lucha de clases; sino un modo de implantación de la barbarie, grotesco, de la mano de la iglesia católica, del sindicalismo y en algunos grupos de la izquierda oportunista, cipaya, lameculos; que ahora pretenden hacer caída y mesa limpia: en casi todos esos países una extraña mano se ha encargado de retocar la esencia de lo más sanguinario, y en su lugar ha puesto papas, cantantes, fiestas, gastronomías, matices culturales o científicos; para que la humanidad olvide los hornos crematorios, las mutilaciones, las violaciones, los desaparecidos, las comparsas nacionalistas, el horror de las aniquilaciones, la libertad y los cantos de amor.
El 28 de julio del 2024 un grupo de sus devotos salieron a las calles venezolanas dirigidos por María Corina Machado y agentes internacionales, agencias terroristas financiadas por los gobiernos de EE.UU., Israel y de otras latitudes.
La jefa de SUMATE tenía confeccionados varios planes, de la mano de un viejo que ha jugado al consabido ejercicio del espionaje múltiple desde la cancillería venezolana de la IV República. Yo lo conocí en 1998; quiero decir: supe de él y más tarde de sus modalidades de tránsfuga, de sus acciones pusilánimes y modos de practicarlas haciéndolo con cautela a veces, como lo hizo en una oficina de la Casa Amarilla y, otras veces, caminando por la calle principal, sin darle importancia a que la banda estuviera borracha.
La jefa de Los Comanditos, de SUMATE, María Corina forjó unos resultados electorales para que el viejito cagón saliera «electo» presidente, pero sobre todo para crear el caos y la muerte que ya conocemos.
Sobre ese viejito, que se llama Edmundo González Urrutia, ya casi todo, o quizás casi nada, parafraseando al escritor Julio Camba, se sabe de él.
Andaba por ahí con ganas de repetir las acciones para caotizar el acto de juramentación del presidente Nicolás Maduro.
Detrás de ellos anda el imperialismo norteamericano.
Eso ya es sabido.
Es el fascismo otra vez intentando treparse por la ventana.
Estamos atentos y dispuestos a enfrentar este nuevo zarpazo.